Si uno se deja guiar por el póster, “Nanito” (2025) promete una historia de amor. Dos adultos mayores sentados en una banca, coquetos; al fondo, el azul de lo sereno. Pero no es tanto así. Influenciada por la chilena “El agente topo” (2020) y el clásico peruano “Viejos amigos” (2014), la película explora la ternura en personas que están en la etapa final de sus vidas, y cómo este sentimiento a veces no está del todo lejos de la soledad, del miedo.
Con dirección de Guillermo Fernández Cano (1993), la película sigue a Nanito (Guido Calderón), profesor viudo y retirado al que las circunstancias acercan a su vecina Antonia (Martha Rebaza), de la que estuvo enamorado en el pasado. La cinta se filmó en Arequipa, tierra natal del cineasta, quien empezó a escribir el guion en 2020. Dos años después ganó los estímulos económicos del Ministerio de Cultura, con los que la financió parcialmente.
“Nanito nació como un personaje con una necesidad de compañía. Es un personaje muy solitario, muy abandonado, olvidado, y a partir de ahí fue creándose la historia”, cuenta el cineasta, quien se basó en los recuerdos de sus abuelos fallecidos para dar vida a este hombre algo ensimismado, pero aún en contacto con sus sentimientos.
— El póster de Nanito vende la película como una historia de amor, pero ¿es esta una historia de amor?
Me parece que el argumento del amor viene más como la contraparte a la soledad. La película retrata mucho, sobre todo al inicio, el abandono que tienen muchos adultos mayores y a partir de la segunda mitad se encuentra en este romance un poco la solución, la alternativa.
— Hablas de soledad y abandono. A los buses siempre termina subiendo un viejito vendiendo caramelos, o vemos a uno en la calle. Es bien común.
Sí, tal cual. Es un problema que está invisibilizado y justamente me parece importante tocar estos temas para ponerlos sobre la mesa, y hablar también de esas personas que están solas y que, por más que no las conocemos, a veces necesitan también vivir en comunidad. Eso es lo que nos hace falta.
— Hablas que esta es una historia sobre la soledad, pero también sobre el deterioro, ¿cierto? Y cómo afrontar que las capacidades ya no sean las mismas de antes.
De hecho eso también se ha construido mucho con el actor, Guido Calderón (80). Él comenta que muchas veces genera esa impotencia de ya no poder hacer ciertas cosas que uno hacía antes.
—Y ahora que mencionas a Guido, ¿cómo lo casteaste?
Los dos protagonistas son actores arequipeños con experiencia, ambos han trabajado mucho en teatro. También tienen algunas producciones en la pantalla. Ya los habíamos visto en su trabajo y para nosotros era muy importante tener actores con formación, con experiencia para que puedan sostener a los personajes. Ambos ya habían trabajado juntos, entonces la química que tienen sí es muy orgánica; eso no tuvimos que construirlo mucho.
—Me parece que los actores pueden transmitir algo que a veces es complicado: vulnerabilidad.
Sobre todo Guido se muestra como una persona muy noble, muy inocente. Eso es la contraparte del personaje Antonia, pero en realidad no quisimos ir hasta el lado del estereotipo del viejito. Era como jugar en una línea en el medio también.
—La película no rehúye a los temas oscuros. El personaje de Nanito tiene pensamientos tanáticos, está pensando constantemente en la muerte.
Sí, es un personaje que se cuestiona mucho por su contexto. Ha vivido trabajando toda su vida y de pronto se encuentra solo en su casa, tiene una enfermedad, está solo además porque ha enviudado. Empieza a cuestionarse hasta cuándo va a vivir y cómo quiere vivir sus últimos días.
—Otra cosa que he notado en la película es que se desarrolla en locaciones cerradas; casas, hospitales. Uno podría pensar que en parte es por limitaciones de producción que siempre tienen las películas peruanas, pero pensaba también que la vejez es encierro, estar entre cuatro paredes mayormente porque no tienes a quién visitar, o ya estás muy mayor como para andar solo por la calle.
Exactamente. La verdad es que nuestra sociedad, en las calles, no es muy amigable con los con los saludos mayores. Hay mucho riesgo, cada vez más más inseguridad. También hemos querido justamente visibilizar cómo un anciano vive en interiores. Y las veces que se ven escenarios exteriores es cuando están en compañía Nanito y Antonia.
—Y también está el tema de la de las luces. Nanito no abre las cortinas de su casa, está todo oscuro. Es un poquito deprimente; el escenario ha transmitido su estado mental.
Es que Nanito es un anciano que ve la vida con cierto pesimismo también. Entonces, como que no tiene esa esperanza de abrir las ventanas, de querer afrontar un nuevo día de una forma optimista. Eso lo hemos también colocado dentro de su espacio, de su contexto.
—Y es un pesimista que a su vez ha sido profesor de literatura. O sea, si alguien sabe de pesimismo, es él.
Además es un profesor muy querido a pesar de que no es muy sociable, pero esa nobleza que él tiene lo ha hecho conocer gente que lo quiere mucho. Es muy leído también. Es una persona muy capaz, pero que no le gusta ese contacto, no le gusta pedir ayuda también, le cuesta mucho.
—Puedo suponer que cuando uno es mayor, si bien necesita ayuda, hay momentos en los cuales no se pide. Está el querer sentirse que aún se puede hacer cosas.
Claro, es también esa lucha con la independencia que uno siente cuando es joven, a veces nos sentimos inmortales. Pero poco a poco nos vamos dando cuenta que sí, que hay cosas donde necesitamos ayuda. Y muchas veces empezamos a depender también de otros. Entonces sí, es una lucha interna fuerte.
— Me ha parecido curioso que en tu película los ancianos son más sinceros y menos prejuiciosos que los jóvenes.
Sí. Dicen que los niños y los ancianos siempre son más directos, más honestos consigo mismos y con los demás. De por sí un anciano ya no siente este reparo de decir lo que piensa y eso también lo hemos ido retratando a través de los personajes.
DATO
“Nanito” llega a los cines este jueves 18 de septiembre.