Fernando Alonso y Carlos Sainz llegan desde Monza a Bakú con garrotazo en la cabeza, cada uno el suyo. Aquel, por el chinazo en la suspensión que le obligó a abandonar camino de los puntos. El otro, cuando el séptimo incidente con un rival le volvía a dejar a cero. La borrascosa tradición de este singular circuito abre esperanzas de resarcir tan ingrata fortuna en 2025. O de continuar la racha por la misma razón.

El Gran Premio de Azerbaiyán arroja a los pilotos obstáculos varios por la naturaleza de un circuito propicio para la gresca. Mezcla de Monza y de Mónaco, con esos muros siempre susurrantes, propicias carreras que rompen la tónica predecible de tantos trazados. Para los españoles, antes esperar que favorezca a sus respectivos monoplazas. Luego, que los dioses de las carreras quieran levantarles la penitencia que acarrean esta temporada.

Por delante, chequear si la resurrección de Red Bull y Max Verstappen era específica en Monza, si Charles Leclerc hará magia en un trazado creado para su mente y manos (cuatro últimas poles seguidas, aunque sin victoria), y si McLaren mantendrá ese tono arrasador de algunos circuitos, o ese efectivo que les sube al podio en todas las carreras y que en Bakú puede certificarse con el título de Constructores a falta de siete carreras, una barbaridad para los estándares de la Fórmula 1.

La aguja que pincha el globo de Sainz

Pista enrevesada, la recta más larga del campeonato, te pide eficiencia aerodinámica (resistencia al avance). Pero también carga para el casco antiguo, zona lenta y técnica, donde la tracción y la agilidad son tan cruciales como la estabilidad en frenada. Encuéntrale el punto a tu puesta a punto para tan acusados opuestos, tanto a una vuelta como a 50.

Si de hemeroteca competitiva de 2025 se trata como referencia, Aston Martin y Williams ofrecen con sus monoplazas distintas querencias. Hungaroring elevó al AMR25 y desplomó al FW47. Spa (pura eficiencia) despeñó al monoplaza verde y favoreció al de Sainz. Monza ayudaba al FW47 (salvo por un decisivo talón de Aquiles) sin destrozar al de Alonso, como podía esperarse, quizás mérito del piloto, o de matices en la puesta a punto que evitaron la hecatombe belga. ¿En Bakú?

«Monza será una buena pista para nosotros, Bakú lo será también», avanzaba James Vowles mientras recordaba al terminar en Zandvoort «los 13 gatos negros que Carlos necesita quitarse de encima». Siguen ahí. El FW47 brilla en frenada, giros intermedios y lentos, además de con una decente eficiencia aerodinámica. En la carta, buen menú sobre el papel.

Sin embargo, una pequeña aguja pincha el globo del Williams, como en Monza con sus dos pilotos: cómo «cocinar» el neumático más blando para la vuelta a cuchillo. Aquí, además este fin de semana con el compuesto más blando de la gama de Pirelli (C6). Al menos, Bakú cuenta con más curvas que Monza para generar energía en el neumático, así que será cuestión de dar con la tecla. Pero la configuración del trazado podría ayudar Sainz, y en carrera el coche se lanza cuantas más vueltas se acumulan…

«Mi mayor dolor de cabeza del año ha sido conseguir que los neumáticos funcionen, porque he sido rápido con el coche prácticamente desde el principio. Solo tenemos estas debilidades cuando hay curvas de velocidad medias muy largas, donde sabemos que vamos a ser débiles, pero en el resto del circuito el coche es relativamente competitivo».

En otro orden de cosas, Sainz se felicitaba por haber sido retirada su sanción de Zandvoort, pequeña victoria moral que aprovechó para lanzar de nuevo su manifiesto. «Creo que me ayudaría saber que los árbitros son siempre los mismos en cada carrera. Sabría por el patrón y tras años trabajando con los mismos árbitros si van a juzgar ese incidente en ese momento o no. Pero cuando trabajas en cada carrera con diferentes árbitros, es muy difícil saber y comprender si se producirá o no«.

¿Por dónde le pegará el viento a Alonso?

¿De Aston Martin? O ese AMR25 spa de eficiencia nefasta en recta, o ese hungaroring para la zona más lenta… Habrá que esperar qué puzle montará el equipo de Alonso este fin de semana con la combinación de las dos plataformas de fondo introducidas desde Imola y Silverstone y los distintos tipos de alerón. Con la esperanza de que Aston Martin vaya comprendiendo mejor las evoluciones aerodinámicas introducidas progresivamente desde el trazado italiano. A fin de cuentas, siempre cabe un punto de optimismo y de sorpresa. Ni Alonso daba un duro por este coche a principio de temporada ni se esperaba la metamorfosis de Red Bull en Monza.

De modo que quizás más hacia Monza que a Spa por la dirección del viento. Un éxito será entrar en el Q3. Eso sí, con una recta de algo más de dos kilómetros en Bakú, Alonso necesitará chepas DRS como la de Lawson en Austria y de Bortoleto en Monza, un socio de carrera que le sea parasitado por el asturiano.

Como Sainz, Alonso también se lamía las heridas cuando recordaba la causa del abandono en Monza. «Sabía que no eran los pianos, sino solo un fallo de la suspensión. Es mejor que la causa no fuera un problema de producción ni de control de calidad. Es mala suerte, una piedra. Es una pieza física del coche que no se reforzó. Pero ya no podemos hacer nada. Por desgracia, otra mala suerte y puntos perdidos en carrera».

«Creo que es uno entre diez millones de casos». La hipérbole de Alonso cuantificaba la probabilidad de otro caso como el de Monza, que sacaba aún más punta al lápiz del infortunio esta temporada. «22 puntos me dicen el equipo que hemos perdido. Así que esperemos que en diez millones de carreras tenga otro fallo como ese». Conociendo la historia de Bakú, las trampas pueden ser otras muchas. Sainz y Alonso ya no se pueden permitir caer en más.

Fernando Alonso y Carlos Sainz llegan desde Monza a Bakú con garrotazo en la cabeza, cada uno el suyo. Aquel, por el chinazo en la suspensión que le obligó a abandonar camino de los puntos. El otro, cuando el séptimo incidente con un rival le volvía a dejar a cero. La borrascosa tradición de este singular circuito abre esperanzas de resarcir tan ingrata fortuna en 2025. O de continuar la racha por la misma razón.