Con solo 25 años y siendo ya una institución del tenis mundial, Bjorn Borg decidió dejar la raqueta y dar un paso a un lado. Regresó, brevemente, casi una década después, y fue capitán del equipo Europa en la Laver Cup —que arranca este viernes— hasta este año. Pero su gran reto ha sido, sin duda, superar un cáncer de próstata que aún tiene impacto en su vida: «Me tomo la vida día a día, año a año».
El ganador de 11 Grand Slam, seis títulos de Roland Garros y cinco de Wimbledon, fue diagnosticado en 2023, cuando le detectaron un problema en la próstata, y fue sometido a una operación un año después. Desde entonces, la enfermedad ha estado en remisión.
«Cuando hablé con el médico me dijo que estaba muy, muy mal. Me dijo que sería una lucha en el futuro. Cada seis meses me hago pruebas. El último test fue hace dos semanas. Es algo con lo que tengo que vivir», ha desvelado en la cadena británica BBC, antes del comienzo de la Copa Laver en San Francisco. «Es como que no sientes nada, estás bien y de repente algo va mal. Espero que todo esté bien en el futuro. Me tomo la vida día a día, año a año«.
Campeón de 66 títulos en individuales y con 109 semanas en lo más alto del ránking, Borg jugó algunos de los partidos más icónicos de la historia del tenis, como la final de Wimbledon 1980 contra John McEnroe, antes de retirarse contra todo pronóstico a los 25 años: «Había tenido suficiente. Había perdido el interés y la motivación«. «Si hubiera sabido lo que iba a pasar años después, habría seguido jugando», admite el sueco.
Borg también habló abiertamente sobre cómo sus problemas con las drogas y el alcohol. «Yo no tenía un plan. La gente hoy en día tiene ayuda que le puede guiar. Yo estaba perdido en el mundo. Había drogas, pastillas y alcohol para escapar de la realidad. No es bueno, claro, te destruye como persona». En este sentido, el extenista ha reconocido que estuvo «cerca de morir muchas veces», pero consiguió enderezar su vida y ahora se siente «muy contento» consigo mismo.