Ediciones de la Ela Geminada nos ofrece un privilegio como pocos: leer unos textos de dos escritoras excelentes que, además, fueron escritos con la idea de que nunca serían públicos. Este hecho hace que, por un lado, encontremos una sinceridad poco habitual y que, por otro, consiga que, de vez en cuando, el lector llegue a sentirse algo incómodo, aunque no pueda parar de leer.
La editorial ha reunido la prolífica correspondencia entre Virginia Woolf y Vita Sackville-West y ha añadido algunas entradas de los diarios personales de ambas, todo ello con la traducción de Mireia Vidal-Conte. La editorial ha querido titular este volumen Cartas de amor, y es una elección que se convierte en toda una declaración de principios.
Las editoras, Laia Regincós y Anna Noguer, admiten en una nota introductoria que todo el mundo se ha preguntado cuál era la naturaleza de esta relación. Son conscientes de ello y exponen con claridad su opinión: «Amantes son dos personas que se quieren». Y si de algo no cabe duda es de cómo se amaron a Vita y Virginia. Por eso el libro se titula Cartas de amor.
Vita Sackville-West era escritora, aristócrata, una gran viajera. Se casó con Harold Nicolson, pero el matrimonio estaba abierto: Vita mantenía relaciones con hombres y mujeres.
En el otro extremo tenemos a Virginia, que, habiendo sufrido abusos de jovencita por parte de sus hermanastras, sufrió una represión emocional y física casi total. «¿Sabías que está muy bien ser un eunuco como yo –quiero decir no saber cuál es la parte delantera y cuál es la parte trasera de la falda? Las mujeres te cuentan secretos».
La amistad entre estas dos mujeres es profunda, duradera, ambas se gustan mucho y se lo dicen, se echan de menos mucho y se lo dicen, y en muchos momentos viven pendientes la una de la otra como lo hacen dos personas enamoradas. Los lectores curiosos encontrarán señales contradictorias sobre la relación sexual: existen negaciones rotundas, insinuaciones constantes en sentido contrario y algún reconocimiento casi explícito.
También queda claro que el marido de Vita, Harold, se sintió celoso de esta relación (a veces también Leonard, el marido de Virginia) y que ellas dos también se celosaban cuando una de ellas se acercaba demasiado a otra mujer.
Pero, sobre todo, hay mucho amor y complicidad, admiración mutua y muchas conversaciones sobre literatura. Vita publicaba con la editorial Hogarth Press de los Woolf, y Virginia escribió su famoso Orlando inspirándose en Vita.
Las cartas se mezclan con pequeños fragmentos de los diarios personales de Vita y Virginia. Y es aquí donde el lector puede tener la sensación de que está violando la intimidad de las escritoras, sobre todo cuando, a veces, lo que escriben en el periódico no se acuerda del todo con lo que después se escriben en las cartas.
Para los lectores interesados por el proceso de escritura de estas mujeres hay algunas perlas. Vita escribe que envidia el entusiasmo de Virginia cuando está escribiendo alguna obra nueva: «Si pudiera enzarzarme de verdad en algo, también me entusiasmaría. Pero, claro, no hay nada como una novela por eso: es como dirigir una orquesta o modelar barro, esa sensación de dar forma de verdad».
O Virginia: «El estilo es algo muy simple: es una cuestión de ritmo. Una vez lo tienes, no te puedes equivocar de palabra». O «No paro de destaparme el cerebro y mirar en el interior, por si hubiera algún pez que fuera subiendo lentamente hacia la superficie: algún libro nuevo. No, por ahora, nada».