Baxter Holmes, un rostro no de los más mediáticos pero importante de ESPN, un periodista en el área de investigación y no de las tertulias y los titulares rimbombantes con carnaza para las redes sociales, ha publicado un artículo en el que se sumerge en la complicadísima relación profesional que mantienen desde 2019 Los Angeles Clippers y Kawhi Leonard. Una que ahora está en el punto de mira, la narrativa del momento (y veremos si no acaba siendo una de las más importantes de la historia reciente de la NBA), por la investigación que la liga ha encargado sobre unos hechos de apariencia muy escandalosos (y muy graves) en la manera en la que la franquicia angelina, propiedad de Steve Ballmer (uno de los tipos más ricos del mundo) habrían aportado dinero extra a Kawhi y su entorno saltándose las reglas del convenio colectivo (sacrosanto, se supone) de la NBA. Más, un análisis en profundidad sobre todo eso, EN ESTE ENLACE.

“Viéndolo con perspectiva, el fichaje de Kawhi fue un puto desastre”, dice un general manager de forma anónima en un artículo para el que Holmes ha hablado con docenas de implicados en todos los estratos, desde extrabajadores de los Clippers a miembros de otras franquicias y de la NBA. Y el tono predominante, según el autor, es ese, “que un equipo desesperado por hacerse con una estrella, y con ser relevante, se rindió a Leonard y a su entorno y se ha dedicado a que estos sean felices a costa de que la cultura de la franquicia haya acaba convertida en una mezcla interna de miedo y secretismo entre una ola externa de batallas legales y denuncias por mala praxis”. La última de esas batallas, ahora, es también la más importante según un extrabajador de los propios Clippers: “Esta ves es distinto, esta vez se está poniendo en cuestión la reputación del propio Ballmer. En algún punto, Steve tiene que distanciarse de los negocios de Kawhi”.

La investigación de Pablo Torre (ahora vinculado a The Athletic) sobre los supuestos (la documentación que aporta parece explicar de forma diáfana que, seguramente, se han hecho cosas que los equipos de la NBA no pueden hacer) trapos sucios en los contratos y asuntos de Kawhi ha devuelto a la actualidad aquel verano de 2019 en el que el alero había sido campeón y MVP de las Finales con los Raptors y se lanzó al mercado de agentes libres con todo el poder en su mano. Durante semanas, el equipo canadiense intentó retener al jugador que le acababa de llevar a su primer anillo y los dos equipos de Los Ángeles peleaban por ser los elegidos porque Kawhi, y así acabó siendo, quería jugar en su California natal.

Los Lakers son los Lakers, y entonces acababan de reunir a LeBron James y Anthony Davis; pero los Clippers eran entonces un equipo de ambición máxima, con Ballmer dando vueltas a cómo pelear por títulos en las pistas y robar mercado a los Lakers en L.A. Holmes recuerda las palabras del multimillonario cuando compró la franquicia, en 2014: “Vamos a ir a lo grande. Y eso significa jugárnosla. Vamos a ser optimistas, vamos a ser hardcore. Nada se va a interponer en nuestro camino… ¡Boom! los Clippers hardcore. Eso somos ahora”.

Los Raptors acababan de ser campeones, los Lakers son los Lakers… y los Clippers eran el equipo más necesitado, más desesperado. Al que es fácil ver como el más dispuesto a hacer, efectivamente, cualquier cosa para llevarse a Kawhi. Las exigencias de este y de su entorno, un secreto a voces entonces, han vuelto a ser detalladas ahora: parte de la propiedad de la franquicia, un avión privado, una casa, ciertas cantidades garantizadas a cobrar en acuerdos de publicidad fuera de las pistas… Los Raptors y los Lakers no quisieron llegar a ningún acuerdo con Dennis Robertson, el tío Dennis, la persona que engloba ese entorno de Kawhi, que perdió a su padre, asesinado en Compton, cuando tenía 16 años. Según el Toronto Sun, además, cuando los Raptors le ofrecieron vías legales para, a través de acuerdos comerciales, ganar un dinero extra, Dennis se negó y aseguró que Kawhi quería el dinero sin hacer nada por ganarlo. Buena parte de eso cuadra, parece más que una simple coincidencia, con lo que ahora están contando Pablo Torre de los líos de Ballmer, Kawhi, los Clippers y la empresa, ya desaparecida, Aspiration.

Sí se sabe que los Clippers aceptaron que Kawhi viviera en San Diego y no en Los Ángeles y que se moviera en helicóptero entre una ciudad y otra, si bien el jugador acabó mudándose después a L.A. de forma definitiva. También accedieron a que pudiera saltarse siempre que quisiera actos de la franquicia en asuntos mediáticos, comerciales o comunitarios. Dieron el sí a contrataciones en la franquicia del entorno de Kawhi y a que todo lo que se hiciera público sobre él y, sobre todo, sus complicadísimas lesiones, fuera controlado el jugador y su tío. Algo que ha sido un permanente problema para los Clippers, que, como se sabe, completaron el fichaje con el traspaso por Paul George porque Kawhi aseguró que era una condición necesaria para que él firmara. Eso supuso dar a los Thunder, uno de los peores traspasos de la historia de la NBA, a Sahi Gilgeous-Alexander (el actual MVP), otro jugador (Danilo Gallinari) cinco primeras rondas y el derecho a intercambiar otras dos.

Según Holmes, “los Clippers estaban desesperados por demostrar que sabían cómo fichar y tratar a una estrella, por lo que dice gente cercana a la franquicia. Dentro de la organización, los detalles sobre el físico de Kawhi eran considerados secretos sagrados, y los roces comenzaron pronto entre los que sabían lo que había y los que no se podían enterar. Kawhi estaba muy separado de todo el staff de los Clippers. Los secretos y la tensión constante que rodeaban a Kawhi desquiciaban a la gente que tiene que tratar a diario con los jugadores. Las sensibilidades estaban a flor de piel. Todo el mundo estaba muy tenso. Y cuando dicen tenso, quieren decir tenso de verdad”.

En paralelo, un artículo del Dallas Hoops Journal afirma que hay voces internas en la franquicia que piden cortar ya lazos con Kawhi, agotados por todo lo que ha pasado en los últimos seis años y aprovechando este último escándalo: “Ha sido una pesadilla. Es un jugador increíble cuando está sano, pero no suele estarlo. Y es muy difícil tratar con su entorno. Esperemos que su tiempo aquí acabe pronto”.

Un futuro cada vez más cuestionado

Kawhi cobrará 50 millones esta temporada y 50,3 la próxima. Después, en el verano de 2027 será agente libre y a partir de ahí muy pocos creen ya que se extenderá su relación con unos Clippers que ha sido un fiasco. Kawhi tiene 34 años y problemas degenerativos en el tren inferior, sobre todo en una muy maltrecha rodilla derecha. Desde que llegó a L.A., ha jugado más o menos la mitad de los partidos de un equipo ultra ambicioso, y carísimo, que en ese tiempo solo ha ganado tres series de playoffs. Entre otras cosas, por las constantes lesiones, algunas en el peor momento, de un jugador franquicia que tampoco ha hecho mucho por comportarse como tal a nivel de relación con los medios, comunicación, actitud con sus compañeros en pista…

En 2019, Kawhi firmó un máximo de tres años y 103,1 millones. En 2021, una extensión también máxima de cuatro y 176,2. La siguiente extensión llegó en enero de 2024, cuando ya el físico era un factor clave en las negociaciones y el poder no estaba totalmente de su lado: con opciones de ir a un máximo de cuatro años y 220 millones, acabó firmando por tres y 153. Entre otras cosas porque, según Homes, los Clippers le advirtieron de que si amenazaba con salir al mercado y hablaba con otros equipos, estos pedirían acceso a su historial médico y este sería, desde ese momento, del dominio público.

Es probable que los Clippers quieran derivar parte (veremos cuánta) de la culpa de todo lo que está apareciendo y que carguen con ella Kawhi y los suyos, que desde luego no han sido objetos pasivos en la historia. Si los Clippers han cometido delitos de corrupción, una estrella con la sartén por el mango ha ejercido de factor corruptor obvio. Las multas, primero la NBA tienen que convencerse de que quiera aplicarlas y luego tendría, cuando acabe la investigación, que consensuarlo con un equipo de arbitraje externo, incluyen cantidades económicas que a día de hoy resultan irrisorias y que seguramente serán revisadas en el próximo convenio: hasta 7,5 millones a los Clippers, hasta 350.000 a Kawhi. Y, a partir de ahí, pérdida de rondas de draft, suspensión de Ballmer (y/u otros directivos) por un año con multas personalizadas de hasta un millón y la opción de invalidar el contrato de Kawhi y que este se convirtiera en agente libre sin derecho a regresar a los Clippers.

Este último punto, como señala John Hollinger en The Athletic, sería conflictivo porque esta realidad del carácter y las exigencias de Kawhi, sumada a los obvios condicionantes físicos que afectan a su rendimiento, hace que algunos ejecutivos de otros equipos crean que Silver haría un favor, y no una faena, a los Clippers si les librara de dos años del actual Kawhi con más de 100 millones de salario garantizado. De hecho, el convenio no deja claro si la NBA podría anular el contrato pero que sus cantidades siguieran en las cuentas del salary cap de los Clippers. O que incluso se metiera en este lo que Kawhi recibió (si se confirma que por esa vía para burlar el cap) de Aspiration.

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El caso es que, como parecía obvio que acabaría sucediendo, este muy sucio asunto ya tiene el foco puesto también en Kawhi, en su entorno y su comportamiento como, según parece por el rastro que ha ido dejando desde sus problemas con los Spurs, una estrella de comportamiento discreto, muchas veces fantasmal… pero también, como mínimo, poco edificante. Y probablemente, a la vista de esas exigencias de su tío que toda la NBA da por seguras y conocidas, fuera de la legalidad. Porque si su tío pide y Kawhi no le quita la legitimidad para hacerlo, entonces Kawhi también está pidiendo.

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