Los partidos entre Nava y Cangas siempre tienen vuelta de hoja, una rivalidad de último segundo, pero ningún guionista había previsto que sería porque unas … goteras pararían media hora el juego. Fue precisamente bajo ese techo poroso, al borde del área que defendían los segovianos en la segunda parte, donde los papeles tratan de secar la pista, donde Buda hizo la parada decisiva en el último ataque de los gallegos. Otro final imprevisto para un partido que dominó Patotski con un 36% de intervenciones. Ese era el guión: el regreso poderoso del portero bielorruso al Guerreros Naveros tras un año de parón por romperse el tendón de Aquiles. Hasta que el agua decidió que la película era otra. Hubo que esperar para acabar los últimos seis minutos, pero al equipo de Álvaro Senovilla le valió la pena, pues suma, con el sufrimiento de rigor, su primera victoria del curso tras perder en el duelo inaugural y deja en blanco a su rival.
Balonmano Nava
Brais González (3), Edu Reig (3), Alfredo Otero (1), Davide Pugliase, Gonzalo Carró, Óscar Marugán (2), Josu Arzoz (2), Dzmitry Patotski, Lilian Pasquet (2), Javi Carrión (3), Rui Baptista (3), Joao Bandeira (6), Nico Bonanno, Tahu Lufuanitu (3), Mateus Buda y Pablo Herranz (6).
34
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33
Cangas
Ivan Panjan (1), Aron Díaz (2), Juan Carlos Quintas (2), Samuel Pereiro (1), Martín Gayo (3), Arnau Fernández (4), Jaime Gallardo (2), Nico D’Antino (4), Marcell Csaba, Javi García (4), David Kalvo (3), Pablo Castro (2), Santi López (4), Ángel Rivero (1), Javier Fernández y Manuel Pérez.
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Parciales:
3-3, 5-4, 8-6, 10-8, 13-11, 16-15 (descanso), 20-18, 22-20, 26-24, 28-24, 30-27 y 34-33. -
Árbitros:
Zaragueta Ruiz y Oyarzun Aylagas. Señalaron dos exclusiones a los locales y dos a los visitantes.
El Nava comenzó donde lo dejó en Aranda, con un ataque atascado que erraba la primera posesión con una falta. Cuando las hostilidades llegaron a la meta de Patotski, dio una muestra de la colonia que iba a repartir durante toda la noche: paró en seis metros y paró a Arnau el penalti con el que castigaron los colegiados la acción. El marcador lo abriría Edu Reig en la otra línea de siete metros mientras ambos equipos decidían hasta qué punto compensaba arriesgar en las reanudaciones tras encajar en lo que era ya un partido divertido, con mucho gol para aderezar un entorno cálido al extremo entre el fervor de las fiestas y aroma a tormentas que presidía la comarca, con medio centenar de aficionados gallegos en la grada.
Con sus dudas ofensivas, la brecha local llegó gracias a su portería en los siete minutos que encadenó Patotski sin encajar. Fue tomando la matrícula uno a uno. Tras la de Arnau, apuntó la del otro extremo, Jaime Gallardo. Cangas movía bien el balón y encontraba citas cómodas en seis metros, pero el ogro decía que no. Lo sufrieron los pivotes, primero Pablo Castro y después Javi García, que la mandó fuera. Gallardo lo intentaba en vano por abajo. Como Gayo, despejado en nueve metros tras una buena circulación exterior. Una fase que sirvió para ofrecer a sus compañeros transiciones rápidas para sumar goles sin el compromiso de tejer en estático. Fue un parcial de 4-0 que el Nava pudo haber engordado más. Suficiente para el tiempo muerto visitante (8-5).
Goteras en el pabellón de Nava de la Asunción.
El Norte
Cangas, con la merma de una portería yerma, fue creciendo en ataque gracias a las dotes de Javi García, un pivote con una agilidad impropia de su talla XXL. Goles de bailarín, de utilizar sus kilos para ampliar su espacio vital, de sorprender con una rosca delicada. Senovilla cambió las rotaciones respecto a Aranda, poniendo a Rui Baptitsta en la titular y a Brais González en la segunda. El portugués repitió las dosis de talento que había dejado cinco días atrás con una rosca suave tras amagar y colarse como un ladrón por el centro. El gallego tuvo que esperar cuarto de hora para marcar ante su ex equipo de las últimas seis temporadas. Asumió un rol protagonista desde su salida, lanzándose al suelo para evitar una pérdida que, segundos después, con aviso de pasivo convertía en un latigazo a la escuadra. También tocó cruz, pues llegó tarde al repliegue tras un lanzamiento bloqueado y no pudo evitar que un clásico como Ángel Rivero dejara la diferencia en un gol. Así se mantuvo hasta el descanso (16-15). Patotski seguía parando mientras Alfredo Otero y Josu Arzoz demostraban maneras en ataque, pero no dio réditos por dos pérdidas seguidas de Carrión –la primera, tras buscar una genialidad con un pase de espaldas– que desembocaron en contras paliativas.
Patotski, que se marchó con diez paradas al descanso, tardó diez segundos en sumar la undécima, pero no pudo evitar que Castro empatara el partido pese a la inferioridad numérica gallega. Se lo tomó como una afrenta el Nava, que recuperó el colchón enseguida con una buena definición de Lufuanitu desde el extremo, un giro poco convencional de Herranz en seis metros y la internada de Bandeira, a la postre su mejor atacante, que soltó el brazo tras vender el amago a la defensa. Otro acelerón navero y otra reacción del Cangas, esta vez a partir de su portería: el gol que marcó el croata Ivan Panjan ante la desguarnecida meta local y las dos paradas con las que hizo su aparición Javi Fernández. Así que el portero bielorruso se vio parando el tiro de nueve metros con el que Gayo buscaba igualar de nuevo la contienda.
Cada vez que Cangas sacaba la cabeza a flote, el Nava tenía el martillo listo para volver a sumergirla, consciente de que la cucaracha seguiría encontrando resquicios para sobrevivir. Senovilla aprovechó unos minutos más tímidos de Patotski para dar entrada a Buda, que negó a Quintas en seis metros para que Baptista devolviera el colchón. Empezó a llover en el parqué con el marcador en 29-27. Todas las partes intentaban ganar tiempo para acabar la contienda; los empleados del club tiraban de papel mientras los jugadores trataban de mantenerse en calor. La cosa se reanudó con el trato de secar la zona mientras el balón estuviese en el otro campo. Una profesión de riesgo para quien velaba por el área de Buda.
Lo que debía ser un trámite para el Nava, que se puso enseguida +4, se complicó, como dice la costumbre, con un parcial de 5-1 liderado por los goles del exnavero Nico D’Antino y de Santi López, que igualaba a 32 con un tiro desde nueve metros. Quedaba minuto y medio, suficiente para el gol de Herranz tras hacer equilibrismo en seis metros, el latigazo de Samu Pérez para empatar de nuevo y el tanto de Carrión, que tocó en Javi Fernández y entró llorando. Fue, a la postre, la diferencia entre dos equipos en una noche entre goteras.