José María Manzanares ha elegido Sevilla para reaparecer, y eso ya lo dice todo. El diestro alicantino ha tomado la decisión de suspender sus compromisos de esta semana para centrarse por completo en su recuperación física y mental. Guadalajara, Salamanca, Nimes y Lorca se quedan sin su presencia, pero no por capricho: Manzanares sabe que el toreo de verdad exige estar entero, y ha decidido reservarse para el lugar y el momento adecuados.

Será en la Feria de San Miguel, el viernes 26 de septiembre, cuando vuelva a vestirse de luces en la plaza de la Maestranza. No lo hará solo. Compartirá cartel con Juan Ortega y Pablo Aguado, dos toreros que, como él, entienden que Sevilla es una plaza que no perdona, pero que también sabe premiar el temple, la verdad y la entrega. Lidiarán toros de Victoriano del Río y Toros de Cortés, en un festejo que promete emociones fuertes.

La fractura costal que sufrió en Murcia lo ha tenido apartado del circuito, pero también le ha permitido detenerse, tomar perspectiva y preparar su vuelta con cabeza. «Parar para volver mejor»: esa parece ser la consigna que ha guiado al torero en estos días de retiro voluntario. No es solo una pausa física, sino una forma de recargar también el alma, algo que los toreros necesitan tanto como el aire que respiran.

Mientras tanto, otros nombres toman su lugar en las plazas que deja. En Salamanca, por ejemplo, es Ismael Martín —triunfador reciente de la Feria de la Virgen de la Vega— quien ocupa su puesto. En Nimes, Pablo Aguado acompañará a Roca Rey y Aarón Palacio, en un cartel que conserva el interés pero que inevitablemente echa en falta el poso y la elegancia del alicantino. Mientras que en Lorca, la empresa ha decidido dejar la corrida en un mano a mano entre Paco Ureña y Juan Ortega.

La Maestranza, siempre exigente, espera ahora a un Manzanaresque vuelve renovado y con hambre de toreo grande. Sevilla será testigo, una vez más, de esa liturgia donde el arte y la verdad se dan la mano. Y Manzanares, con esa forma tan suya de entender el ruedo, volverá a hablar el idioma que en esa plaza se valora más que ningún otro: el del toreo puro y elegante.