Acompañada de Península de las casas vacías (2024, David Uclés) y El retrato de una casada (2023, Maggie O’Farrell), Pepa González recorre cada día la biblioteca pública San Fermín, ubicada en el barrio homónimo en el distrito de Usera. Es sábado por la mañana y se nota especialmente: un goteo constante de vecinos acude hasta el lugar e incluso algunas familias llegan con bolsas enormes para coger préstamos. La terraza está repleta de estudiantes y en las zonas verdes descansan un par de personas. González, directora de esta biblioteca madrileña desde hace tres años, trata de analizar los hábitos de sus vecinos y cómo el espacio ha transformado al barrio. Su apuesta es clara: los niños cada vez quieren leer más y antes, poco a poco se reduce la brecha adolescente y aunque la novela sea la reina absoluta, el cómic gana posiciones a un ritmo frenético.

No solo son los centros públicos. Según el último informe Mercado del libro en España en 2024, el sector alcanzó en 2024 un récord histórico, con unas ventas que superaron los 77 millones de ejemplares y una facturación de más de 1.200 millones de euros, lo que implicó un crecimiento de un 9,8% respecto a 2023. Es habitual también encontrar a usuarios del metro o autobús devorando poesía y narrativa. También en las cafeterías cada vez hay más clientes que, además de teletrabajar con el ruido de la cafetera de fondo, se sumergen en un par de capítulos.

Según la última memoria del Ayuntamiento (2024), el año pasado se prestaron 643.000 ejemplares para adultos y 730.000 libros infantiles, frente a los 588.000 y 643.000 de 2023, respectivamente. “Los hábitos de lectura cambian constantemente y donde más se nota ahora es en la progresión al alza de la literatura infantil. Los niños cuando entran ya no quieren salir. Se nota que desean tener un libro en sus manos y eso es gracias a que las familias saben trasladarles la importancia que tiene esto”, sostiene González.

Los datos de préstamos de agosto desvelan una realidad cambiante: el cómic es, tanto para el público adulto como para los niños, la estrella. Así, a final de este mes, Naruto de Kishimoto fue el libro más prestado. Se dejó un total de 236 veces. Por detrás, Blue lock, My Hero Academia y Doraemon: edición a color, otros tres ejemplares de este género. Ya en cuarta posición aparece la novela histórica con Por si un día volvemos, de María Dueñas y el premio Planeta 2024, Victoria, de Paloma Sánchez-Garnica. La experiencia de González coincide con las cifras del Consistorio: «La divulgación y especialmente el cómic son dos géneros que van en un claro aumento. También vemos que se demanda mucho el libro de autoayuda y hay un gran interés en el fanzine (un tipo de revista hecha de forma manual)».

Al diferenciar el tipo de préstamo en adultos y niños, el cómic continúa reinando el ránking. En los últimos doce meses, My Hero Academia y Naruto ocupan el primer y segundo puesto en las solicitudes de adultos. Y también son estos dos títulos, pero en las posiciones contrarias, los más demandados en el último año por los niños. En cuanto a autores más pedidos, Roberto Santiago -autor de literatura infantil- y Dav Pilkey -escritor e ilustrador- son los dos preferidos por los adultos, en un listado donde también aparecen nombres más comerciales como Juan Gómez-Jurado, Megan Maxwell o Lorenzo Silva. Del mismo modo, los niños se decantan por Roberto Santiago, además de Gerónimo Stilton y Jeff Kinney (escritor de títulos como El diario de Greg).

«El cómic ya representa un 25% de los préstamos en nuestras bibliotecas y sigue creciendo. Lo vemos tanto en público infantil como juvenil y adulto, con una valoración muy positiva de los nuevos autores nacionales. No es una moda pasajera, es un género que se ha instalado en el hábito lector», señala por su parte Emilio del Río, Director general de Bibliotecas, Archivos y Museos del Ayuntamiento de Madrid.

Tanto Del Río como Pepa González ponen el foco en un género al alza especialmente entre los jóvenes: el romantasy, una mezcla entre romance y fantasía. Es el culpable de que muchos adolescentes de entre 13 y 18 años -una franja en la que tradicionalmente se perdía el interés por la lectura- ahora se sumerjan horas entre libros.

Las bibliotecas escogen los libros en función de tres variantes: las novedades, la calidad del producto y por conveniencia. “Cervantes, Aramburu o el Premio Planeta los tienes que tener siempre. Pero después lo bonito es saber adaptarse al público del barrio. Por ejemplo, aquí vive mucha gente joven con niños y mucha población latinoamericana”, explica González. En el total de todas las bibliotecas de la ciudad, hay 1,7 millones de archivos. De estos, 930.361 son libros de adulto y 452.052 son infantiles. El resto corresponden a los productos multimedia.

Cada biblioteca debe ser, según González, el reflejo del barrio y por eso, deben ser muy distintas. El pasado mes de agosto, el centro de Pedro Salinas, en Puerta de Toledo, fue el lugar donde más préstamos se registraron (11.700), seguida de la Elena Fortún, en el distrito de Retiro. En cuanto a los centros con mayor disponibilidad destacan la biblioteca Eugenio Trías, ubicada dentro del Retiro, y la Benito Pérez Galdós, en el interior del Centro Cultural Conde Duque, con unos 50.000 ejemplares para adultos cada una. Frente a estas, la biblioteca de San Blas, en el distrito con el mismo nombre, con unos 14.000 libros de esta clasificación.

La irrupción de las redes sociales ha cambiado por completo los hábitos de consumo. La falta de concentración derivada de su uso entre los jóvenes trae de cabeza a padres, docentes y expertos. Emilio del Río señala que internet sí ha impactado en la forma de entender la lectura, pero hay formas de sortear el problema. «Hay una búsqueda de lecturas más breves y ligeras. Eso no significa que la literatura desaparezca del radar de sus lecturas, pero sí que cuesta más enganchar a lectores jóvenes con textos densos. Por eso trabajamos en y actividades que enseñen a disfrutar de lo largo y lo profundo», cuenta Del Río y finaliza: «La clave es combinar ambos mundos: usar lo breve como puerta de entrada para llegar a la literatura. Leer nos hace más críticos, más cultos, más libres, y nos permite desarrollarnos como personas. No hagan caso a María Pombo, ¡lean!».

Acompañada de Península de las casas vacías (2024, David Uclés) y El retrato de una casada (2023, Maggie O’Farrell), Pepa González recorre cada día la biblioteca pública San Fermín, ubicada en el barrio homónimo en el distrito de Usera. Es sábado por la mañana y se nota especialmente: un goteo constante de vecinos acude hasta el lugar e incluso algunas familias llegan con bolsas enormes para coger préstamos. La terraza está repleta de estudiantes y en las zonas verdes descansan un par de personas. González, directora de esta biblioteca madrileña desde hace tres años, trata de analizar los hábitos de sus vecinos y cómo el espacio ha transformado al barrio. Su apuesta es clara: los niños cada vez quieren leer más y antes, poco a poco se reduce la brecha adolescente y aunque la novela sea la reina absoluta, el cómic gana posiciones a un ritmo frenético.