La primera media hora de ‘Los Tigres’ nos devuelve al Alberto Rodríguez más en forma desde ‘La isla mínima’, aquella pesquisa detectivesca en las marismas … del Guadalquivir, que saldaba cuentas con un pasado inmediato de España que proyectaba su sombra sobre el presente. Seguimos muy cerca, en la Petroquímica de Huelva. Allí han nacido, viven y trabajan desde siempre dos hermanos de una familia a la que apodan Los Tigres. Son buzos industriales, currelas que se juegan la vida en cada inmersión para reparar el casco de un buque o encontrar un cuerpo en el fondo de un pantano. Nada que ver con Cousteau y los documentales de La 2.

El director de ‘After’ y ‘Grupo 7’ es un narrador nato que sabe ir al grano, describir un paisaje y sus gentes. Entendemos los códigos de estos trabajadores que bromean, discuten y son conscientes del riesgo de su oficio. Hay verosimilitud en sus acciones, en la tecnología que emplean, en el peligro de quedarse sin oxígeno o ser arrastrados por una corriente en el fondo marino. Antonio (Antonio de la Torre) es el mejor en lo suyo, hasta reconoce que sabe desenvolverse mejor dentro que fuera del agua. Estrella (Bárbara Lennie) se queda siempre en el barco con la manguera de aire que mantiene con vida a su hermano. Duermen con el sonido de las olas en el móvil.

Tráiler de ‘Los Tigres’.

Los dos son material defectuoso. Antonio sufre una dolencia cardiaca que le condenará a tierra firme; Estrella está sorda de un oído y no puede sumergirse más de 20 metros. Divorciado, sin un duro, Antonio necesita dinero para que no le quiten la custodia de sus hijas. Estrella sueña con trabajar como bióloga en una reserva marina en Vigo. El descubrimiento casual de un alijo de cocaína en un buque podría ser la solución a sus problemas. Pero vender farlopa siempre conlleva problemas.

‘Los Tigres’ es, ante todo, una historia de amor fraternal. Hay una imagen en Súper 8 recurrente en el filme: los protagonistas, de niños, lanzándose al agua para recoger el reloj que lanzaba su padre. Él les inculcó el amor al mar, pero también selló su destino. Alberto Rodríguez compite por la Concha de Oro con una historia que habla del peso del pasado y la herencia familiar. Hay sentido de la aventura, ritmo y hasta tensión cercana al terror en cada nueva inmersión, rodadas todas ellas como si fuera una superproducción de Hollywood.

Una imagen del rodaje submarino de 'Los Tigres'.

Una imagen del rodaje submarino de ‘Los Tigres’.

Cuando el drama familiar y las peripecias submarinas dan paso al thriller ‘Los Tigres’ decae un pelín, quizá porque la aparición de los malos no termina de estar bien contada y resulta un poco precipitada. El noveno largometraje del director sevillano, que también presenta en San Sebastián la serie ‘Anatomía de un instante’, basada en la novela de Javier Cercas, es una dignísima intriga narrada con pulso firme, aunque puede resultar previsible. El autor de ‘Modelo 77’ no renuncia a salpicar la trama con sutiles apuntes de fondo, como la crisis económica, la precariedad laboral y la inmigración.

‘Los Tigres’, desde el 31 de octubre, no descubrirá el talento de dos actorazos como Antonio de la Torre y Bárbara Lennie, ambos con acento andaluz. Y qué bien elegidos están los secundarios, en especial Joaquín Núñez, patrón del barco, que ya ganó el Goya por ‘Grupo 7’. A Juan Antonio Bayona, presidente del jurado, seguro que le ha gustado. Otra cosa es que ‘Los Tigres’ se vea como mero cine de entretenimiento, sin un ‘tema importante’ para merecer la Concha de Oro.