El pasado mes de febrero, el prestigioso arquitecto británico David Chipperfield presentó una par de infografías y una maqueta en la que, a tamaño liliputiense, podía admirarse con todo detalle la tercera versión de la Torre del Puerto. Ya saben, esa en la que los promotores, en una exhibición de poderío y descortesía, hicieron caso omiso de las numerosas críticas por la altura excesiva del primer diseño, y lo han aumentado todavía más, hasta los 144 metros.

En cuanto a las infografías, entraban dentro de la poco explorada rama de la Botánica-ficción, al presentar unos pinos soberbios y veteranos, además de enhiestos, en un lugar como el Morro de Levante, donde soplan unos vientos endiablados y donde, qué le vamos a hacer, resulta que hay agua salada.

Así que imagínense los cajones de tierra y los cuidados que necesitarán estos árboles para superar la fase bonsái y alcanzar tan inconcebible porte.

En cuanto a la Torre del Puerto, presente al fondo en la infografía del pinar, el reto consistió en localizarla, dado que se encontraba envuelta en nuestro típico taró.

Infografía de la propuesta de Chipperfield para la Torre del Puerto

Infografía de la propuesta de Chipperfield para la Torre del Puerto / La Opinión

Pinos de imposible factura y rascacielos de imposible localización mandan a Puertos del Estado y al Consejo de Ministros un mensaje claro: lo importante no es un proyecto polémico que divide a la ciudad sino su autor, todo un Premio Pritzker que tendrá el detalle de dejar su excelsa huella en Málaga. ¿Se atreverán a negárselo?

El taró, la niebla marina, se extiende por la infografía para que no se vea lo primordial: el impacto salvaje de un rascacielos en el sitio equivocado, y que ha sido desaconsejado por todo tipo de expertos en múltiples ocasiones.

En este contexto nebuloso, y como ha informado este diario, el Ayuntamiento de Málaga comienza a replegar velas y a hacer mutis por el foro. Nuestro Consistorio no ha roto un plato, tampoco ha tenido nada que ver en la modificación del Plan Especial del Puerto ni el rascacielos ha salido en programa electoral alguno.

Por la misma regla de tres, el Ayuntamiento tampoco ha sido el responsable de la innovadora operación paisajística que hoy permite a todos los turistas que callejean por el Centro deleitarse con las Torres de Martiricos.

Y, sin embargo, si finalmente se hiciera realidad el ‘Málaga Palacio’ del siglo XXI, sería de recibo que el misil hotelero llevara el nombre de su más firme promotor y defensor: nuestro alcalde Paco de la Torre. Así, pasaría a la posteridad, con letras de molde, su imprudencia.

Suscríbete para seguir leyendo