Crónica de Miguel Redondo
A los de Aleas, ni los veas!
Esta frase la acuñaron a esta ganadería las figuras del siglo XIX, antes de que la comprara el actual ganadero, don José Vázquez. Los antiguos ganaderos habían mezclado vacas de jijona y un toro de Santa Coloma. La antigüedad de esta ganadería –la más antigua de España, con el hierro del 9– data del 1788 y precisamente sus toros no los querían ver las figuras por su aspereza y complicada lidia. Hoy solo queda el hierro. El nuevo propietario eliminó la parte de Santa Coloma, para comprar a Zalduendo lo que hoy hemos visto en la plaza: unos toros desrazados y faltos de toda emoción.
Por la mañana el encierro fue un caos, sin que nadie tomara la dirección para conducir el desencierro al encierro, 45 minutos de dudas e incertidumbres sin saber quién es el patrón de un barco a la deriva.
Ficha: 2 del Abono de la Feria de la Antigua.
Tarde veraniega, casi tres cuartos de plaza. Mano a mano entre los diestros Ginés Marín y Víctor Hernández. Ofició de Sobresaliente el Salmantino Álvaro de la Calle, estuvo correcto cortando el toro a los banderilleros , pero no le permitieron hacer ningún quite.
Corrida desigual de presentación, algunos toros sin remate ni presencia para plaza de segunda categoría.
Ginés Marín, ovación, oreja con mínima petición y ovación.
Víctor Hernández. Ovación, Silencio y Silencio.
Buena entrada para el mano a mano entre Ginés Marín y Víctor Hernández en una tarde donde no se cumplieron las expectativas de los aficionados seguidores de ambos diestros, pinchó otra vez la ganadería del hierro madrileño de José Vázquez con una mansa y desrazada corrida.
Ginés Marín
Ginés Marín lanceó a la verónica con cadencia y ritmo a su primero, tras un picotazo, ni para un análisis sangró el toro. Quitó por Tafalleras el jerezano. Susto en banderillas, fue cogido por la taleguilla el banderillero Fernando Pérez a la salida del par, tras ser examinado en la enfermería tenía un varetazo en el muslo derecho. Brindó Ginés al respetable una faena que comenzó doblándose por abajo, nobleza y celo en las primeras series, Ginés le dio espacio al toro entre serie y serie, le costó más pasar por el pitón izquierdo y el toro se fue desinflando terminando rajando. Dejó una estocada corta algo desprendida, tras una leve petición fue ovacionado.
El tercero le permitió recogerlo de capa en el toreo fundamental, entró al relance y derribó a Guillermo Marín, padre de Ginés, teniendo una mala caída y quedando debajo del peto del caballo por unos segundos; afortunadamente, se libró de un percance mayor. Inició Marín la faena con la montera calada, ante un toro sin alma, que apenas pasaba, llegando al paso en la distancia corta, sin la posibilidad de ligar, sin fondo, sin fuerza, sin casta, sin nada, como me decía el maestro Jaime Ostos era mi abuela Carlota. Ginés puso de su parte sin aburrirse pero aquello no remontó quedándose el de José Vázquez a mitad del muletazo. Dejó una estocada en el rincón de Ordoñez que fue suficiente tras una leve petición cortó la única oreja de la tarde, un regalito.
El quinto, fue un toro bien presentado, con cierto remate lo llevó toreando a la verónica desde el tercio hasta la boca de riego para abrochar los lances con dos medias, sensacional comienzo. Faena que inició de una forma vetusta, con ayudados por alto a dos manos, lo citó en la media distancia y le permitió ligar hasta cuatro derechazos para abrochar la serie con el de pecho, faena con el clasicismo que atesora Ginés, con los cambios de mano y los remates por abajo, mientras el de José Vázquez se lo permitió. Dejó media en buen sitió teniendo que usar la cruceta siendo ovacionado tras una leve petición.
Víctor Hernández
Víctor Hernández tuvo luces y sombras a pesar de tener siempre al público a su favor, siendo este un gran torero, con muchas posibilidades de subirse al tren. Con su primero segundo de la tarde destacó en un quite por Tafalleras. Brindó su faena al público. Comenzando con muletazos por alto que era lo que el toro pedía por su acentuada debilidad, faena de altibajos en la que destacó en una serie con la diestra, el toro nunca se definió de embestidas desiguales, Víctor estuvo insistiendo y cuando estaba la faena prácticamente terminada le tiró un derrote seco al pecho mientras finalizaba unas manoletinas, lo pinchó dejando una estocada tendida y atravesada. Fue silenciado.
El cuarto salió suelto, abanto de salida, con la dificultad que tuvo en dos momentos, quiso arrollar a Víctor cuando se disponía a llevarlo al caballo y a su banderillero Marcos Prieto dando la sensación de que no veía en la cercanía. Defecto que luego se corrigió en la faena de muleta. Víctor lo llevó sin obligarlo, aprovechando las inercias; le costó humillar y apenas transmitió. Dejó una estocada caída, teniendo que descabellar. Fue silenciado.
El último cartucho, ante el sexto, de mayor presencia, enmorrillado. Brindó su faena a la ganadera alcarreña Sandra Sopeña. Al de José Vázquez lo recogió de hinojos desde los medios, con dos cambiados por la espalda. Aquello parecía eclosionar con un público a favor, pero poco a poco el toro se fue apagando y se los fue robando de uno en uno sin que la faena tomara vuelo: dos pinchazos y siete descabellos.
Así terminó una tarde donde el público se quedó con ganas de mucho más. Como decía Luis Miguel Dominguín, los toros son arte, morbo y tragedia. Para que eso pase, el toro tiene que ser bravo, que asuste al público, que los de arriba no sientan que son capaces de hacer lo que hacen los de abajo.
••• La tarde, bajo el objetivo de Luis Díaz Viejo •••