En pleno corazón de Murcia, esa ciudad que a veces se queda fuera de las rutas turísticas más populares de España, se esconde un tesoro un tanto peculiar: una imponente escultura de una sardina que escupe un surtidor de agua por la boca y que se ha convertido en todo un símbolo festivo y turístico de la capital. Emergiendo entre las aguas como si del monstruo del lago Ness se tratara, esta sardina es un motivo de orgullo para todos sus vecinos.

La obra, que se ubica en el interior del río Segura, tuvo un coste de 500.000 euros, un presupuesto que permitió sus imponentes dimensiones: mide alrededor de 25 metros y pesa cerca de 10 toneladas. Esta singular escultura de bronce fue diseñada por el arquitecto Miguel Llamas y se instaló en 2007 con la idea de rendir homenaje a una de las fiestas más emblemáticas de la ciudad, el Entierro de la Sardina.

El proyecto nació como iniciativa de la Agrupación Sardinera de Murcia para materializar en el paisaje urbano el humor que acompaña a la fiesta: la lectura del ‘Testamento de Doña Sardina’, la cabalgata y la quema final que marcan el colofón de las fiestas. De esta forma, la escultura se colocó en el lecho del río entre la pasarela Miguel Caballero y el Puente de los Peligros, tras recibir el visto bueno técnico de la Confederación Hidrográfica del Segura.

Problemas técnicos

La instalación no estuvo exenta de polémica: desde los estudios sobre cimentación y erosión necesarios para autorizar su colocación hasta las críticas de colectivos ecologistas que cuestionaron la intervención en un cauce urbano. Aun así, los informes encargados demostraron que la presencia de la escultura no alteraría de forma significativa el régimen de corrientes, así como el fenómeno de la erosión no afectaría a la cimentación del monumento.

Eso sí, con el paso de los años la sardina sufrió el desgaste propio de una pieza expuesta al agua y se estropeó la maquinaria que acciona el chorro que sale por la boca. Durante cerca de una década el monumento dejó de lanzar agua, hasta que en 2023 el Ayuntamiento llevó a cabo una intervención para limpiar la arqueta sumergida, reparar el sistema de bombeo y actualizar los controles que permiten el chorro.

Ahora no solo la sardina lanza agua de nuevo, sino que puede lucir incluso iluminación nocturna de colores que llenan de vida el río Segura. Hoy la escultura contribuye a recordar el carácter festivo de la ciudad y a explicar por qué el Entierro de la Sardina atrae cada año a miles de visitantes: sátira, música, luz y fuego articulan una tradición que en 2006 alcanzó la consideración de Fiesta de Interés Turístico Internacional.