La galería central del Museo del Prado, el gran «eje vertebral y vertebrador» de la pinacoteca, donde se exponen obras maestras de Tiziano, Rubens o Tintoretto, está vacía salvo por los andamios, botes de pintura, carritos para mover cuadros y un grupo de operarios que se afana en uno de los extremos para colocar unas bellísimas columnas de piedra del XVII enmarcando la entrada principal.

El Museo está en pleno proceso de renovación de sus salas más emblemáticas, pintando de azul los 122 metros de galería, eje principal del Prado que conecta todas las salas del piso noble del edificio.

En 2008, la galería se pintó de un verde grisáceo y «ya iba siendo hora de renovar», explica al director adjunto de Conservación e Investigación, Alfonso Palacio, feliz con el cambio que va a dar «más profundidad y contraste» a los cuadros de artistas como Rubens, Tiziano y Guido Reni, que ocupan esta inmensa sala.

La idea del nuevo color surgió de la exposición de ‘El Greco en Santo Domingo el Antiguo’ que se inauguró el pasado mes de febrero, cuando los expertos del museo comprobaron que «el azul utilizado resaltaba los colores de los cuadros, que se veían mejor, con más profundidad y viveza».

A lo largo de su historia la galería central ha estado pintada de rojo, amarillo, crema, blanco, gris verdoso, verde grisáceo, enumera Palacio, orgulloso de haber dado con un azul que resalta los cuadros y sus marcos.

Si todo va bien, la primera semana de octubre se abrirá al público de nuevo la totalidad de la galería con su nuevo color «más contrastado y contrastante, lo que permitirá ver mejor las obras, en todo su esplendor, y realzará los marcos dorados», confía Palacio