Que hay baloncesto más allá de la Liga Endesa hacía tiempo que se había asimilado en Pisuerga, que ahora también sabe que lo hay más … allá de la Primera FEB, antes LEB Oro. Y es que la primera toma de contacto oficial con la Segunda FEB se hizo difícil de digerir, por momentos se llegó a atragantar, y durante muchos minutos resultó una bofetada de realidad para muchos de los aficionados que se dieron cita para presenciar la segunda jornada de Copa España entre el UEMC y Ponferrada. Ninguno de los dos equipos tuvo la culpa, simplemente que el cambio de chip se va a hacer duro de sobrellevar este año en la grada.

Ocho años le había llevado al aficionado acostumbrarse a la segunda categoría del baloncesto español, que había encajado ya como un guante en Valladolid con sus alegrías y también con sus miserias, y bajar ahora otro peldaño va a tener difícil encaje. Va a costar, sí, pero no que este equipo entre por el ojo de Pisuerga. Tampoco que enganche con el aficionado. Ninguno estaba cuando sobrevino la cicatriz… y son ellos los que la tienen que suturar.

UEMC

Pau Isern (17), Ice Haney (12), Pablo Martín (15), Iñaki Ordóñez (17) y Fares Ochi (6) -cinco inicial-, Juan García-Abril (2), Hanna (14), Taiwo (1), Juan Rodríguez (-), e Íñigo Hansen (-).

84

82

Clínica Ponferrada

Alejandro López (3), Marc Peñarroya (4), Sima (1), Treviño (11), Ryley Callahan (20) -cinco inicial-, Sergio Romero (9), Rubén Salas (12), David Orrit (18), Knowles (3), Diego Soarez (-) y Chacón (-).

  • Árbitros:
    Alberto García Parejo y Alejandro Gómez. Eliminado Fares Ochi.

  • Parciales:
    19-21, 46-40 (descanso), 66-63 y 84-82 (final).

  • Incidencias:
    Segundo partido de Copa España disputado en el polideportivo Pisuerga ante 900 espectadores. El jugador visitante Marc Peñarroya cayó lesionado en el minuro 3.

Ese cambio de chip, que se hizo más llevadero en la transición ACB-LEB, se antoja ahora un ejercicio que requiere de más paciencia. Primero para entender un baloncesto mucho más impreciso, también menos encorsetado, por momentos alocado y casi siempre expuesto al vértigo. Ese ritmo desbocado provoca muchas posesiones cortas y demasiadas imprecisiones que dejan el resultado pendiente de quién comete menos errores a la carrera. En ese contexto hay que tener también en cuenta que, al haber un juez menos, se permiten muchos más contactos y se multiplican los apagones arbitrales. Aspectos que pueden resultar igual de beneficiosos o perjudiciales para los dos equipos, pero que pueden llegar a equilibrar marcadores. Esa sensación dejó el partido del UEMC con Ponferrada, en el que haciendo muchas más cosas bien que su rival (52-30 en valoración al descanso, y sin embargo 46-40 en el marcador), el equipo de David Barrio tuvo que sudar una gota extra para llevarse el triunfo.

Esa diferencia, mínima, la aportó Pau Isern, el mejor del partido y muy probablemente uno de los mejores bases de la categoría. Lo hizo tras tiempo muerto, con 3 segundos solo en el reloj, y en una acción individual que resolvió el partido después de que Sergio Romero aprovechara el desliz del banquillo local -no se ordenó falta con 82-79 y 11 segundos por jugar- para empatarlo con un triple liberado (82-82).

Hasta ese último tiro, y teniendo en cuenta que su rotación crecerá con la presencia de Pablo Marín y Pau Carreño –en el tramo final de sus respectivas lesiones–, la plantilla 25-26 del CBCiudad de Valladolid dejó mejores sensaciones a largo que a corto plazo. Un bloque compacto con equilibrio en todos los puestos que adivina un amplio margen de mejora. Ante Ponferrada solo Taiwo desentonó, lejos de su mejor versión, con Pau Isern llevando la batuta con solvencia, Hanna aportando carácter, ‘Ice’ Haney como pistolero –esta vez errático–, y Pablo Martín [hasta su lesión] e Iñaki Ordóñez marcando diferencias al ‘3’ y al ‘4’, respectivamente.

Argumentos sólidos, que sin embargo no resultaron suficientes para ganar con mayor solvencia a un batallador Ponferrada.

Pisuerga aplaudía la primera victoria oficial del curso mientras se frotaba los ojos con la nueva realidad que le espera. Es solo el primer paso, pero no hacen falta muchos más para entender que este año el público lo llevarán a Pisuerga las victorias, no el espectáculo.