El espacio exterior, aunque explorado por las diferentes misiones espaciales de todo el mundo, alberga cientos de misterios y rincones desconocidos para el ser humano. Más allá nuestro sistema solar, hay miles de millones de kilómetros sin explorar. En ellos se encuentran algunos planetas que, potencialmente, pueden ser aptos para la vida.

Uno de ellos es el descubierto por el telescopio espacial James Webb. Este planeta ha sido bautizado como TRAPPIST-1 e, se encuentra en un sistema planetario a unos 40 años luz de la Tierra y fue descubierto por astrónomos belgas en el año 2016. Ahora, los expertos podrían, por primera vez, confirmar la presencia de una atmósfera parecida a la Tierra, que sea habitable.

“Como sistema planetario, es lo más alienígena que se puede encontrar. La estrella es muy, muy pequeña, y tiene al menos siete planetas rocosos orbitando a su alrededor. Tres de ellos están en lo que llamamos la zona habitable, lo que significa que están lo suficientemente cerca de la estrella como para que, si tuvieran una atmósfera, podrían mantener agua líquida”, afirma Néstor Espinoza, del Instituto de Ciencia del Telescopio Espacial en Baltimore.

El planeta, nombrado como la cerveza favorita de los astrónomos que lo descubrieron, es el cuarto en posición desde la estrella. El optimismo respecto a este planeta se ha disparado después de que un estudio publicado en la revista The Astrophysical Journal Letters no descartara la presencia de una atmósfera. “Con base en las primeras cuatro observaciones, no podemos decir que no tiene atmósfera, así que el sueño sigue vivo”.

Por el momento, el telescopio James Webb solo ha descartado la existencia de una atmósfera en TRAPPIST-1 b, el planeta más cercano a la estrella. No así en los otros seis restantes, siendo TRAPPIST-1 e uno de los que más posibilidades tiene de tener agua líquida en la superficie. “Podremos ver qué tipo de atmósfera podría tener TRAPPIST-1 e. Si tiene una atmósfera similar a la de la Tierra, podremos saberlo”, asegura Espinoza.

El exoplaneta TRAPPIST-1 e es muy parecido a la tierra en tamaño (su masa es de 0,692 la de la Tierra), mientras que orbita su estrella cada seis días, a una velocidad mucho mayor que la de la Tierra alrededor del Sol. Esto es así debido a que su estrella es mucho más pequeña que el Sol y tiene todos los planetas cerca.

A la hora de buscar una atmósfera en un planeta, los expertos esperan que este transite frente a su estrella. Durante las cuatro primeras observaciones de TRAPPIST-1 e por parte del telescopio espacial, los astrónomos descartaron la presencia de una atmósfera primaria basada en hidrógeno, que pudo haber sido eliminada por las grandes cantidades de radiación emitidas por su estrella.

Más cerca de la Tierra que de Marte

Algo similar ocurrió en el caso de nuestro planeta, que tras perder su atmósfera primordial y primaria formó posteriormente una secundaria. Ahora, los expertos confían en que este exoplaneta haya hecho lo mismo. De acuerdo con el estudio, es poco probable que TRAPPIST-1 e tenga una atmósfera rica en dióxido de carbono, como ocurre en Venus y Marte, si no que apunta a que sea rica en nitrógeno (como la Tierra y la luna helada Titán de Saturno).

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“TRAPPIST-1e sigue siendo uno de nuestros planetas en zona habitable más interesantes, y estos nuevos resultados nos acercan un paso más a saber qué tipo de mundo es. La evidencia que descarta atmósferas similares a las de Venus y Marte afina nuestro enfoque en los escenarios que aún están en juego”, afirma Sara Seager, profesora de ciencias planetarias en el Instituto de Tecnología de Massachusetts.

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