Jorge Pastor

Viernes, 19 de septiembre 2025

| Actualizado 20/09/2025 11:42h.

Metámonos en la diabólica cápsula del tiempo, esa que nos permite viajar desde el Pleistoceno hasta este preciso momento en que usted está leyendo este reportaje. Septiembre de 2025. Decenas de turistas, cámara en ristre, aguardan su turno para fotografiar uno de los rincones más bellos de la Alhambra, el Mirador de Lindaraja, con sus dos preciosos balcones gemelos enmarcados en un arco apuntado con mocárabes colgantes. Y trasladémonos ahora ciento dieciséis años atrás, hasta noviembre de 1909. Un hombre con rasgos fuertes y físico vigoroso retrata en el Mirador de Lindaraja, con el único murmullo del agua, el jardín de Daraxa con su fuente del siglo XVI, sus árboles puntiagudos y sus setos perfilados con escuadra y cartabón.

Ese señor se llamaba Joaquín Sorolla, uno de los pintores españoles más importantes de todos los tiempos. Y esa estampa del Jardín de Daraxa –también conocido como el de los Naranjos–, una de sus grandes obras, ya es propiedad de todos los granadinos. El Patronato de la Alhambra y el Generalife ha tenido la habilidad de comprar este cuadro a la bisnieta del artista valenciano, Blanca Pons-Sorolla Ruiz de la Prada, por un importe de 725.000 euros. «En una subasta –aclara Rodrigo Ruiz-Jiménez, director de la Alhambra–, seguro que nos habría costado el doble».

Cuadro de Sorolla y foto con el mismo tiro de cámara.

Cuadro de Sorolla y foto con el mismo tiro de cámara.

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La cuestión es que este ‘Jardín de Lindaraja’, que así se llama genéricamente la pieza realizada por Sorolla durante su estancia en Granada entre el 21 de noviembre y el 1 de diciembre de 1909, puede ser disfrutada ya gratuitamente por todos los ciudadanos. Está expuesta en un lugar preferente del Museo Ángel Barrios, dependiente del Museo de la Alhambra, en la calle Real de la Alhambra. Un verdadero deleite. Un verdadero tesoro.

Una de las personas que mejor conoce ese óleo y la figura de Joaquín Sorolla (Valencia, 1863-Cercedilla, 1923) es el profesor de la Universidad de Granada, Eduardo Quesada Dorador, que hace unos días estuvo con el diario IDEAL en el punto exacto del Mirador de Lindaraja donde Sorolla plantó su caballete para plasmar ‘Jardín de Lindaraja’. Bueno, donde lo puso, para ser más exactos, Tomás Murillo, el fiel asistente de Don Joaquín, quien le acompañaba de acá para allá en sus campañas pictóricas en ciudades tan bellas y evocadoras como Granada. «Sorolla, que por entonces ya residía en Madrid, no solo se trasladaba con su equipaje, sino que lo hacía con todos sus bártulos», explica Quesada Dorador. No hablamos tan solo de pinceles, aceites, pinturas de tubo o banqueta, sino de los propios lienzos.

Detalles de la obra de Sorolla.

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Imagen principal - Detalles de la obra de Sorolla.

Imagen secundaria 1 - Detalles de la obra de Sorolla.

Imagen secundaria 2 - Detalles de la obra de Sorolla.

No sabemos la fecha exacta en la que Sorolla hizo este ‘Jardín de Lindaraja’ que ya cuelga en una de las paredes del Museo Ángel Barrios, aunque sí conocemos que el genio valenciano estuvo en Granada diez días, entre el 21 de noviembre y el 1 de diciembre de 1909. Una aclaración importante. El espectador apreciará que ‘Jardín de Lindaraja’ está firmado por el propio Sorolla en 1910. «No hay ningún error –advierte Eduardo Quesada– sencillamente rubricó genéricamente en 1910 todo lo que había hecho entre 1909 y 1910 con motivo de sus muestras de 1911 en los Estados Unidos, en San Luis y Chicago».

Fotografiando el Jardín de Lindaraja desde el mismo punto donde lo pintó Joaquín Sorolla.

Fotografiando el Jardín de Lindaraja desde el mismo punto donde lo pintó Joaquín Sorolla.

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Sorolla arribó en un tren de la Compañía de los Caminos de Hierro del Sur de España hasta Granada, un trayecto que tardó unas nueve horas en completar. Llegó a la Estación Sur de España, cuyo edificio aún se conserva junto a la gasolinera de Villarejo. Y desde allí lo trasladaron hasta el Hotel Washington Irving, heredero del mítico Hostal de los Siete Suelos. «No tenemos constancia de la habitación donde se alojó», aclara Eduardo Quesada, quien agrega que Sorolla, que había alcanzado ya gran fama, fue tratado como eso, como una ‘celebrity’. El entonces director de la Alhambra, Modesto Cendoya, estuvo muy atento a las necesidades de Sorolla, que durante esa semana y pico se relacionó con notables de Granada como el duque San Pedro de Galatino.

Eduardo Quesada Dorador, profesor de la UGR experto en la vida y obra de Joaquín Sorolla.

Eduardo Quesada Dorador, profesor de la UGR experto en la vida y obra de Joaquín Sorolla.

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También pasó buenos ratos en la Taberna del Polinario, regentada por Antonio Barrios, un hecho relevante. En ese establecimiento, donde se reunía la intelectualidad de Granada, reconvertido ahora en el Museo Ángel Barrios, se ha colocado ‘Jardín de Lindaraja’. Es decir, un Sorolla retorna donde otrora estuvo Sorolla. Otra razón más para conocer este pequeño y precioso museo ubicado en la calle Real de la Alhambra dedicado al polifacético músico, compositor y escritor de Granada. Hay visitas guiadas sin coste los jueves.

Atracción especial

Pero volvamos al Mirador de Lindaraja en noviembre de 1909. Según Eduardo Quesada, Joaquín Sorolla sentía una atracción especial por el Jardín de Lindaraja, que inmortalizó desde cinco perspectivas. Es decir, hay cinco cuadros con este motivo. «Para Sorolla, Granada tenía una belleza bravía que no albergaban otras capitales como Sevilla, y así lo trasladaba en las cartas que enviaba a su esposa Clotilde García del Castillo, que no lo acompañó en esta ocasión», afirma el experto. Estaba ensimismado con Sierra Nevada y también con la Alhambra.

Detalle de la taza de la fuente del Jardín de Lindaraja.

Detalle de la taza de la fuente del Jardín de Lindaraja.

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En total, hay 47 obras sorollianas de tema granadino. Todos paisajes. Tan solo en dos de ellas salen personas, de una manera muy difuminada. Y únicamente una de ellas, una visión del Patio de los Arrayanes, fue acometida por encargo. Un encargo de Thomas Fortune Ryan, una magnate de Estados Unidos que quería poseer un ‘Cristóbal Colón’ –así se conocían las escenas de localizaciones donde en algún momento estuvo el descubridor de América, que fue recibido por los Reyes Católicos en el Salón de Embajadores–.

Arcos y balcón que aparecen en la obra de Sorolla.

Arcos y balcón que aparecen en la obra de Sorolla.

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‘El Jardín de Lindaraja’, que ya obra en poder de la Alhambra, se realizó en un día, del tirón. Lo hizo desde una posición ligeramente elevada, desde el Mirador de Lindaraja. Si comparamos con la actualidad, aún se conservan muchos elementos. Lógicamente las arcadas y las ventanas, pero también elementos naturales como un ciprés centenario. La fuente es una réplica de la que existió. El diseño de los parterres, delimitados por boj, también es parecido.

Arcos gemelos del Mirador de Lindaraja.

Arcos gemelos del Mirador de Lindaraja.

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Respecto a la hora en que Sorolla recreó ‘Jardín de Lindaraja’, Eduardo Quesada aboga por «pasadas las dos de la tarde», por la forma en la que el sol incide por la parte de la derecha. Cuando Sorolla lo terminó, Tomás Murillo lo llevó a una habitación de la Alhambra para terminar de secarlo y, posteriormente, introducirlo en una caja de madera a medida para facturación ferroviaria hasta Madrid. Dos años después se pudo ver en Chicago y San Luis.

Imagen del espacio desde el propio jardín.

Imagen del espacio desde el propio jardín.

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Este Sorolla, que mide 105 por 81 centímetros, nunca salió de los descendientes de la familia Sorolla García del Castillo. Hasta ahora, que ha pasado a titularidad de la Alhambra por 725.000 euros. ¿Cuáles son sus grandes singularidades? «Es un instante milagroso de claridad de visión, y que refleja ese axioma de que ‘en pintura se trata de saber terminar’», indica Eduardo Quesada. Nos enseña, igualmente, esa percepción radiante de la vida que tenía Sorolla. También la soledad y el intimismo, tan característico de las estampas de Sorolla en Granada, frente a esa eclosión de vitalidad que representan los niños al borde del reluciente Mediterráneo.

Sorolla, el Sorolla enamorado de Granada, retorna en todo su esplendor. Ahí, en un bello rincón de su Alhambra.

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