Durante estos últimos años hemos conocido varios casos de monos alcohólicos que han llegado a sembrar el pánico en distintos puntos del planeta. Uno de ellos fue Kalua, un primate que llegó a provocar la muerte de una persona y herir a otras 250 en el zoológico de Kanpur (India) en un brote de ira al no poder saciar su adicción al alcohol. ¿Y de dónde procede su pasión por el alcohol? En esta ocasión, porque fue criado por un ocultista que le aficionó a las bebidas espirituosas y también a alimentos no habituales en esta especie. Pero Kalua no es el primero, ni mucho menos el último, mono que ha acabado bajo los efectos del alcohol.

Según recoge un nuevo estudio desarrollado por biólogos de la Universidad de California en Berkeley (Estados Unidos), que ha sido publicado recientemente en la revista de divulgación científica Science Advances, los chimpancés consumen diariamente la dosis el equivalente a dos o tres cañas de cerveza a través de la fruta que forma parte de su alimentación habitual. Para llegar a esta conclusión, los investigadores analizaron más de 500 muestras de frutos de 20 especies vegetales. Después de averiguar que estos animales comen unos 4,5 kilos de fruta al día, y que esta tiene un contenido medio de etanol del 0,31% al 0,32%, el estudio resuelve que ingieren entre 13 y 15 gramos diarios de alcohol. Es decir, una ingesta comparable a dos o tres cañas de cerveza en un humano.

La hipótesis del mono borracho

Un tema sobre el que hemos hablado en Hora 25, donde la redactora jefa de Ciencia, Salud y Tecnología en El País, Patricia Fernández de Lis, ha analizado junto a Aimar Bretos una de las noticias más curiosas de la semana en el ámbito científico. ¿Qué hay detrás de esta tradición tan peculiar y por qué a los chimpancés les gusta tanto el alcohol? En declaraciones a la Cadena SER, la periodista nos ha explicado la hipótesis del mono borracho. Una teoría acuñada hace ya más de 20 años por el investigador Robert Dudley, quien curiosamente también participa en este segundo estudio.

Después de analizar el comportamiento de estos animales, Dudley llegó a la conclusión de que la afición de los seres humanos por el alcohol proviene de nuestros ancestros: «Esa idea plantea que la reacción humana por las bebidas alcohólicas podría tener raíces evolutivas. Es decir, que nuestros ancestros primates, al consumir estas frutas maduras fermentadas naturalmente, ya estaban expuestos al etanol». De esta manera, los primates, así como los seres humanos a posteriori, comenzaron a sentirse atraídos por este tipo de bebidas.

«Acaban emborrachándose y cambiando su comportamiento»

De ahí que estos animales consuman expresamente este tipo de frutas: «Les atraen las frutas más fermentadas por el olor y por el sabor. Es decir, que ellos van conscientemente hacia esas frutas más fermentadas. Los científicos no saben con certeza por qué actúan así. En el estudio mencionan que podría haber un componente olfativo. Por lo que el olor podría asociarse a un alimento energético que es valioso». Por lo tanto, los monos llegan a emborracharse e incluso a comportarse de una forma distinta: «Acaban emborrachándose y cambian su comportamiento, como cunado los humanos bebemos alcohol».

Sin embargo, los responsables de este estudio explican que nunca se ha observado en estos animales un comportamiento comparable al de un humano ebrio: «Un chimpancé se llena el estómago con fruta, así que la concentración es baja. La fermentación natural no es tan intensa como en un alcohol procesado de los que bebemos nosotros y no hay evidencia de efectos en estas conductas». Por lo tanto, los chimpancés no se emborrachan como los humanos y, probablemente, tampoco desarrollen resaca al día siguiente.