¿Es la impaciencia tras más de una década perdida en las tribulaciones del procés ? ¿O es la inevitable lentitud en la obtención de resultados después de un año de gobierno ante problemas enquistados? ¿O tal vez se trate de la inexorable polarización que envenena a casi todas las democracias? Sea cual sea la razón, el primer año de la presidencia de Salvador Illa al frente de la Generalitat se salda con un balance discreto. Casi un 40% de los consultados por Ipsos lo considera “un buen presidente para Catalunya”, pero casi un 50% rechaza que lo sea.

Detrás de esas cifras globales se esconden, sin embargo, las fisuras partidistas. La “pinza” que configuran, por un lado, el secesionismo radical y, por otro, la derecha y la ultraderecha españolista, con índices de aprobación que a duras penas alcanzan al 10% de sus respectivos seguidores, lastran la evaluación colectiva de Illa como presidente. De hecho, uno de cada cuatro votantes de Junts y casi la mitad de los de Esquerra le dan su aprobación. En cambio, el 90% de los votantes de Aliança, el 80% de los de la CUP y más del 70% de los electores del PP o Vox niegan que Illa sea un buen presidente.

A la fractura partidista se suma la generacional: mientras un 38% del conjunto de consultados evalúa positivamente a Illa, esa tasa cae por debajo del 30% entre los menores de 34 años y al 31% entre quienes cuentan con entre 35 y 54. Por el contrario, más de la mitad de aquellos que superan los 64 años aprueba al actual president. En este capítulo, no hay diferencias por género, pero sí algunas paradojas llamativas.

Promesas electorales: el 52% cree que cumple en defender la lengua, pero solo un 22% en el programa de vivienda

Por ejemplo, Illa obtiene sus mejores registros entre quienes exhiben menor nivel educativo, pero también entre quienes tienen un nivel de ingresos suficiente o que les permite vivir con comodidad (que suponen el 74% de la muestra estudiada por Ipsos). En cambio, el president cosecha los peores indicadores entre quienes tienen ingresos insuficientes.

La valoración empeora cuando se pregunta si Illa “comprende los problemas de la gente como usted” (solo el 36% cree que sí) o si será “capaz de unir a los catalanes” (un 34% responde afirmativamente). Quienes se sienten más incomprendidos son los menores de 34 años (únicamente el 27% de ellos cree que el president comprende sus problemas), mientras que la mitad de los mayores de 65 sí cree que el president entiende sus preocupaciones. Y por lo que respecta a la capacidad de unir al país, los más refractarios son, por un lado, la gran mayoría de los votantes independentistas y, por otro, los seguidores del PP y, sobre todo, de Vox.

Lee también

Paco Camas

La líder de Aliança Catalana, Sílvia Orriols

Finalmente, en lo relativo al cumplimiento de las promesas electorales, domina el escepticismo tras un año de acción de gobierno. Eso sí, hay dos capítulos en los que la convicción de que Illa está cumpliendo sus compromisos es mayoritaria o muy significativa: la defensa de la lengua catalana (52% frente al 36%) y la normalización de la vida política (41% frente al 47%). Por el contrario, en los ámbitos de la financiación singular, la mejora de los servicios públicos o el desarrollo de infraestructuras solo uno de cada cuatro consultados opina que Illa está cumpliendo sus promesas. De hecho, hasta un tercio de los votantes socialistas se muestra escéptico con respecto a la financiación singular.

El independentismo y la derecha españolista componen el grupo que más duda que Illa logre unir a los catalanes

Sin embargo, es en una de las propuestas estrella de Illa –la construcción de 50.000 nuevas viviendas protegidas– donde el escepticismo es mayor: solo un 22% de los consultados cree que el president cumple con esa promesa, frente a un 62% que opina que la está incumpliendo. Ahora bien, en este capítulo tan sensible para el voto de la gente más joven se produce otra paradoja: casi el 30% de quienes tienen menos de 34 años se muestra convencido de que Illa cumplirá su promesa, pero ese porcentaje cae diez puntos, hasta el 18%, en la franja comprendida entre los 35 y los 54 años.

Finalmente, una última paradoja: solo el 28% considera “buena” o “muy buena” la situación económica de Catalunya. El 48% la juzga “mala” o “muy mala”, y un 23%, “regular”. En cambio, un 75% ve “suficiente” su nivel de ingresos. Los votantes de Vox (un 37% de ellos) son los que en mayor medida declaran una situación personal de dificultad o casi de indigencia.