21 sep 2025 . Actualizado a las 05:00 h.
Apenas habíamos arrancado unas hojas del recién inaugurado calendario del 2025 (figuradamente la mayoría, aunque todavía quedamos algunos nostálgicos de los de papel), cuando, después de semanas de rumores, Nintendo anunciaba el lanzamiento al mercado de la Switch 2, la sucesora de la tercera consola más vendida de la historia: su hermana mayor, la Nintendo Switch. Llegó a las tiendas mediado el año. Y apenas unos días después de ese estreno largamente esperado por los millones de seguidores de los ingenios de la firma nipona, su consejero delegado, Shuntaro Furukawa (Tokio, 1972) había de pedir disculpas por la demora con la que el producto estaba llegando a las manos de esa legión de seguidores. El mea culpa lo entonó ante la junta de accionistas de la compañía. Allí admitió haber visto superadas sus expectativas por el aluvión de ventas —tras el primer fin de semana en los estantes ya no quedada ninguna consola en ninguna tienda del mundo—, y se comprometió a subsanar cuanto antes ese grave problema de oferta.
Y lo ha hecho. Además, el apetito sigue intacto. Las Switch 2 siguen vendiéndose como si fueran rosquillas y no hace falta ser adivino para intuir que serán uno de los regalos estrella de esta Navidad.
Así que, por si alguien lo dudada, y no eran pocos los que lo hacían antes de que la nueva criatura de la nipona viese la luz del mercado, Nintendo conserva su toque de Midas en cuestión de consolas. Tanto es así que la cotización de la compañía se pasea estos días por la zona de máximos históricos.
Todo un éxito en el haber de Furukawa a los mandos de la compañía, en la que desembarcó en 1994, nada más graduarse en Ciencias Políticas y Económicas por la Universidad de Waseda. Tenía entonces 24 años. Aunque no fue hasta el 2012 cuando accedió a su primer cargo directivo dentro de la empresa. A partir de ahí, el ascenso hasta lo más alto. Hasta que en el 2018 fue elegido para sustituir a Tatsumi Kimishima como primer ejecutivo de la firma, convirtiéndose en el sexto presidente en la historia de Nintendo. Kimishima, a su vez, fue el encargado de asir el timón tras la muerte en el 2015 de Satoru Iwata, el gran impulsor de la compañía, víctima de un cáncer a la temprana edad de 56 años.
Buena parte de esa escalada hasta la cumbre se la debe Furukawa al hecho de haber sido uno de los artífices del éxito de la primera Switch. Fue el que estuvo detrás de la campaña de márketing que le asfaltó el camino hacia el Olimpo de los gamers. Él mismo se declara así. Que para algo creció jugando con Super Mario Bros, con la Famicom. Y lo sigue haciendo con cada nuevo juego que incorporan sus criaturas. Horas le dedica este ejecutivo que se pasó diez años de su carrera en Alemania y que domina el inglés a la perfección, a los ingenios de la legendaria compañía (acumula 136 años de historia) que Hiroshi Yamauchi, bisnieto del fundador del negocio de naipes germen de la multinacional, supo transformar en un gigante de los videojuegos durante el medio siglo que estuvo al frente de la firma. Pero esa, es otra historia.