Jornada grande para el toreo aragonés. Aarón Palacio, diestro de Biota, se doctoró este domingo como matador de toros en el Coliseo romano de Nimes y lo hizo por la puerta grande: oreja en su primero y dos orejas en su segundo, triunfo que le abrió de par en par la Puerta de los Cónsules, una de las salidas a hombros más exigentes del circuito. Compartió cartel con dos figuras máximas, Roca Rey y Pablo Aguado, ante reses de Jandilla.

Una alternativa con aroma y firmeza

Palacio tomó la alternativa frente a un noble Jandilla que ofreció buen juego pese a su justa fortaleza. El aragonés dejó un toreo con aroma y riqueza, citando por ambos pitones y sosteniendo la faena con temple y limpieza. La firmeza a la hora de matar, rubricada con una certera estocada, fue clave para que el palco concediera la primera oreja de su carrera como matador. El trofeo, de ley, anticipó lo que llegaría después.

El éxtasis llegó con el segundo de su lote, un toro con más casta y transmisión. De salida, Palacio se fue a portagayola, gesto que encendió los tendidos y marcó el tono de una actuación de alta nota. El nuevo matador hilvanó series muy templadas con la derecha, expuso, mandó y firmó muletazos de trazo largo y ligazón, conectando desde pronto con un público entregado.

La rotundidad en los terrenos y el ajuste final con la espada le valieron dos orejas y la consagración definitiva: salida a hombros por la Puerta de los Cónsules. Un triunfo que devuelve a Aragón un torero de entidad tras demasiado tiempo de ausencia en los grandes escaparates.

La tarde tuvo también el sello clásico de Pablo Aguado, que cortó dos orejas al primero de su lote con un toreo de pureza andaluza. Desde el capote dejó una media docena de verónicas y una media de gran torería. Con la muleta, construyó una faena pausada y elegante ante un Jandilla noble, de las que quedan en la memoria en el sur de Francia. En su segundo, el sevillano bajó un punto el nivel: tandas con emoción pero menor continuidad, media estocada y ovación tras su gran obra anterior.

Roca Rey, ovaciones y el acero como muro

La cruz, relativa, fue para Roca Rey, que se quedó sin trofeos en la tarde del doctorado de Palacio. Su primer toro se lastimó de una mano y fue sustituido por un sobrero al que el peruano estuvo muy por encima, aunque con pocas opciones reales; ovación sin premio. En el segundo de su lote, un toro bravo, el limeño quiso replicar el nivel de Aguado y logró conectar con los tendidos con series de gran mérito, pero falló con la espada y el descabello. El astado de Jandilla, en una imagen poco frecuente, dio la vuelta al ruedo, mientras Roca Rey escuchaba ovación tras aviso.