Cada vez es más frecuente ver en el plató a jóvenes activistas de redes sociales que se han convertido en analistas de la realidad bajo una mirada partidista, más atacante que analítica, acompañada en ocasiones de gritos y discursos airados. En RTVE, la política ya … no solo se analiza, se teatraliza. Sarah Santaolalla es un ejemplo de este reparto político, que ha pasado, en breve tiempo, de ser un rostro desconocido a ocupar asientos en programas como ‘Malas lenguas’ o ‘Directo al grano’ y protagonizar estos momentos. Joven, combativa y sin filtros, no ha tenido reparo en convertirse en activista de determinadas causas ni en cruzar líneas rojas, como cuando llamó «idiotas» a los votantes del PP. «El problema de esta gente es que los datos no ayudan a su relato. Ayuda la mentira y ayuda un país desinformado de idiotas, que alguno todavía le creerá […] Hay que ser muy idiota o tener muy poca información para seguir creyéndote al Partido Popular o a Vox», afirmaba alterada esta colaboradora el pasado 26 de agosto en ‘Malas lenguas’, aunque podría haber sido ‘Directo al grano’ o ‘Mañaneros’. Ese alboroto, como otros, en redes le ha reportado tanto aplausos como abucheos, así como choques con otros colaboradores. Sin embargo, «la activista» convirtió su papel en víctima después de críticas y comentarios en redes sociales. Una víctima que, lejos de ser cuestionada por sus palabras, RTVE ha decidido blindar y defender. «Ni nos vamos a acostumbrar ni lo vamos a consentir», afirmaba el solemne comunicado que compartió el Consejo de Administración el jueves, pese a no contar con el apoyo unánime de quienes lo integran.
Los espectadores de RTVE son invitados cada tarde, además de ver un programa, a asistir a un ‘show político’ donde hay tertulia, sí, pero también insultos, reproches, ataques, víctimas, verdugos, héroes y villanos. Y sin pagar entrada. Insultos como el que lanzó Santaolalla son los mismos que le han caído encima como un jarro de agua fría. Y aquí es cuando RTVE ha entrado en escena para decir, ahora, que son «absolutamente inadmisibles».
La figura del colaborador y tertuliano en RTVE está de moda y parece haber encontrado el equilibrio entre el activismo y el espectáculo, entre otras cosas. Si antes primaba el análisis en el centro del discurso, hoy la balanza y el ‘casting’ que se ha de pasar para formar parte de este ‘show’ se inclina hacia una postura más visceral. Lo que antes requería reflexión ahora se resuelve con consignas, y lo que en algún momento fue debate serio se ha transformado en una suerte de performance donde lo importante no es tanto analizar, incluso opinar, como ser el altavoz de una causa. Es un perfil que parece dejar atrás la serenidad para abrazar la efervescencia de un activista comprometido, dispuesto a teñir cada intervención de un color ideológico claro. No hay problema en lanzar ataques, incluso con un tono despectivo. «Ahora todo se mezcla y parece que todo tiene que ser espectáculo. Todo tiene que ser llamativo, altisonante. Un modelo en donde prima lo espectacular, lo llamativo, incluso, te diría, lo cutre. Esa forma de llamar la atención, esa forma es la nueva forma de consumir, no información, sino comunicación», asegura Leopoldo Abad, catedrático de Derecho Constitucional, profesor de Derecho de la Información en la Universidad CEU San Pablo y autor de ‘El servicio público de televisión ante el siglo XXI’, quien afirma que la televisión ha heredado esta tendencia de las redes sociales.
«Tele-Pedro en acción»
«Hay días que son ‘Tele-Pedro’ en acción total». Así describen en los pasillos de Torrespaña sin tapujos el trabajo que realizan los programas de La 1. En ‘La Hora’, ‘Mañaneros’, ‘Directo al grano’ y ‘Malas Lenguas’ han entrevistado a un ministro distinto en cada formato. Todo esto en un solo día: el ministro de Consumo, Pablo Bustinduy; la ministra de Educación, Formación Profesional y Deportes, Pilar Alegría; el ministro de Transportes, Óscar Puente; y el ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública, Óscar López, respectivamente. Y más que preocuparse por los espectadores, el académico Abad pone el foco en los contribuyentes: «Me llama la atención que con mis impuestos se esté haciendo eso. Que mis impuestos están pagando esto como en su momento pagaron a Belén Esteban. Eso es lo que me parece una aberración. Creo que si alguien con sentido común se sentase y viera esto, se daría cuenta de que no es posible. No temo tanto por el espectador como por el contribuyente, que es al final el que está dando un dinero para que se haga un tipo de televisión que no aporta nada ni al conocimiento, ni a la reflexión, ni a la moderación, ni a la credibilidad, sino que está en otras cosas».
La reportera pregunta.
Bendodo responde.A partir de ahí, la reportera de Malas Lenguas se tira lo que queda de comparecencia interrumpiendo al resto de periodistas, colocándose en mitad del plano y echándose encima de Bendodo.
Malas Lenguas y mala educación. https://t.co/MOj8NkgXST pic.twitter.com/DDVqX2uvhv
— Chopenawer (@dchopenawer) August 22, 2025
«Estamos en un momento donde la famosa frase que siempre se ha dicho de ‘que la verdad no te estropee un buen titular’, podríamos ampliarla: ‘Que el rigor, la capacidad de análisis, la formación, no te tope un buen espectáculo’. En el mundo de la información y de la opinión, explicar las cosas bien requiere primero formación, luego tiempo, capacidad de análisis, una argumentación discursiva… que es todo lo contrario a esto. Se está sacrificando el rigor informativo por el espectáculo, al menos eso es lo que ha decidido Televisión Española», afirma Abad. Y esto es precisamente lo que le preocupa a los redactores de informativos de RTVE.
Fuentes consultadas por ABC aseguran que la praxis de estas productoras externas «perjudica» a la Corporación. «La gente se siente amenazada porque se rumorea que quieren bajar pluses y cambiar puestos. Por eso la gente no habla, pero sentimos que está todo muy teatralizado. Los titulares son de broma», aseguran. Sin embargo, Abad asume que la Corporación está lejos de preocuparse por la credibilidad. «RTVE ha apostado por un modelo de televisión muy ideologizado, pero llevándolo incluso al entretenimiento. Los telediarios, por supuesto, suelen ser muy tendenciosos siendo televisión española, y van a tender a hacer apología de lo que hace el Gobierno. Pero en el entretenimiento no debería. Están sustituyendo el rigor por otro tipo de programación. El rigor informativo, el prestigio, la credibilidad… no creo que sea un objetivo de la televisión española ahora mismo». Y los trabajadores de RTV recuerdan el ‘Día de la Independencia’. Así llaman a la jornada del pasado 10 de septiembre, donde intervino Oriol Junqueras, presidente de ERC; Míriam Nogueras, de Junts per Catalunya; y fue entrevistado Aitor Esteban Bravo, presidente del PNV, con Silvia Intxaurrondo en ‘La hora de La 1’.
De servicio público a «brazo político»
No es lo mismo consumir un informativo que un formato de entretenimiento. El hecho de «espectacularizar» la política no es otra cosa que, según el académico, «facilitar el mensaje». «Cuando ves un informativo estás asumiendo que lo que te están transmitiendo son hechos. Incluso puedes cambiar tu forma de asimilar la información. Está demostrado que cuando estás viendo un informativo lo asimilas de un modo diferente a cuando estás viendo un programa de entretenimiento, donde tu subconsciente lo tienes más relajado. No pones ningún tipo de proceso de análisis cuando ves entretenimiento. Pero al final los mensajes te llegan sin ningún tipo de parapeto, control, filtro por tu parte y son más fáciles de que vayan calando, sobre todo cuando llevan una carga política e intención», asegura el catedrático.
Ante la selección de este tipo de perfiles en las tertulias, donde defienden una bandera con más intención que la de analizar un asunto, el reporterismo agresivo y parcial y los temas de agenda, poco pueden hacer los trabajadores de RTVE. «Normalmente ponen al frente de un programa a un director también por parte de RTVE, pero es simbólico, no tiene la capacidad para hacer prácticamente nada», asegura un trabajador de la Corporación. Estas directrices, que según afirman varias fuentes de RTVE vienen directas desde arriba, convierten la cadena pública en «un brazo político». «Se asume siempre que la televisión pública dé un servicio público y ofrezca un servicio de calidad para todos, pero si lo que mayoritariamente estás haciendo con otros programas es ideologizar y adecuarlos todos en un mismo sentido, demuestras que la televisión pública sirve como un arma política más», indica Abad.
“Sarah Santaolalla”:
Porque Sarah Santaolalla, colaboradora de RTVE, ha llamado idiotas a los votantes de PP y VOX. pic.twitter.com/kGLj7LN7Yi
— Tendencias España 🇪🇸 (@tendenciasespa) August 27, 2025
Si una cadena está al servicio de un interés informativo, ¿tiene cabida esta forma de hacer política en otras televisiones públicas como la BBC? La respuesta es unánime. «En la BBC ya te digo que no. La BBC es otra cosa. Es cierto que la BBC también está tendiendo a buscar más el espectáculo, pero siempre manteniendo cierto rigor. En la CNN no entra una persona como estos perfiles ni de broma. Ni en la televisión francesa. Lo que está pasando en televisión española yo no veo que esté pasando en ninguna cadena pública», asegura con contundencia Abad. Así es el «gran show» al que asisten los espectadores que ven La 1 cada tarde en sus hogares. Una obra «guionizada», según aseguran fuentes de RTVE, con «diálogos latentes con Moncloa», donde hay una intención clara de que «cale el mensaje» a través del espectáculo. Y todo esto sin pagar entrada. Bueno sí, con tus impuestos.