Lorca

La plaza de toros de Lorca presentó una buena asistencia de público en el festejo taurino de su feria y fiestas, celebrado este domingo 21 de septiembre en el coso de Sutullena.

Se lidiaron astados de la reputada ganadería de Álvaro Núñez, de presentación ajustada a la categoría de la plaza y de juego desigual. Sin dudas, el mejor lote le correspondió en el sorteo al diestro lorquino Paco Ureña, ya que todos sus oponentes dieron buen juego y permitieron el lucimiento e incluso faenas vibrantes, mientras Juan Ortega tuvo que lidiar tres toros desclasados, deslucidos, mansurrones y faltos de trasmisión que sirvieron, no obstante, para dejar patente su disposición y entrega y para apuntar detalles del toreo caro que atesoran sus muñecas.

El ganadero Álvaro Núñez, en el callejón de la plaza lorquina.

El ganadero Álvaro Núñez, en el callejón de la plaza lorquina. / Ayuntamiento de Lorca

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El ganadero Álvaro Núñez, en el callejón de la plaza lorquina. / Ayuntamiento de Lorca

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A la vista del resultado y de la asistencia, que no se vio mermada por la caída del cartel (comunicada a primeros de la semana) del alicantino José María Manzanares, la controversia de los últimos días en las redes sociales sobre la conveniencia o no de incorporar a un tercer espada, ha quedado en agua de borrajas.

Ureña culmina una semana triunfal

El primero de la tarde, lidiado por Paco Ureña, de nombre Gavilán, con el nº 69, saltó al ruedo a los sones de la jota lorquina, una novedad introducida por la banda de música dirigida por Antonio Meca que amenizó el festejo. Se lo llevó el torero a los medios con siete vibrantes verónicas y una media. Con un solo y muy medido puyazo, quitó el diestro de La Escucha por chicuelinas para verificar la noble condición del astado.

El tercio de banderillas dejó excelentes pares asomándose al balcón. Tras brindar al público, Ureña inició el trasteo con estatuarios ayudados por alto, rematados con tres soberbios pases de pecho. A los sones de “El gato montés” siguió la faena con la mano diestra, con muletazos en redondo, bien plantado en la arena, barriendo el albero.

Paco Ureña, brindando al maestro Pepe Luis Vargas.

Paco Ureña, brindando al maestro Pepe Luis Vargas. / Ayuntamiento de Lorca

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Paco Ureña, brindando al maestro Pepe Luis Vargas. / Ayuntamiento de Lorca

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Por el pitón izquierdo el animal protestaba, pero el temple de Ureña consigue fijarlo en la muleta cuanto ya el toro había amagado con irse a tablas. La demostración del poderío del matador fue la serie, arrancada contra la voluntad del animal, otra vez con la mano diestra, engarzando el pase de las flores, con circulares invertidos y bernadinas, para

recetar acto seguido una estocada hasta la bola tras pinchazo hondo. Y así llego la primera oreja de la tarde.

Ortega, muy por encima de su lote

El segundo, primero del lote de Ortega, por nombre Rojito, nº 46, salió muy abanto y a duras penas embistió en el saludo capotero de verónica y media. Con un solo puyazo trasero se cambió el tercio y se dio paso a un vibrante tercio de banderillas, tres pares con mucha exposición dada la incierta y desconcertante embestida de la res.

Inició el diestro sevillano el trasteo por bajo, templando muy bien la sosa embestida en una voluntariosa faena que, por incomparecencia ganadera, quedó en chispazos de arte, pequeñas gotas de la cara esencia que derrama Juan Ortega cuando la ocasión es propicia. Y esta no lo fue.

Tras estocada, paseó un trofeo y dio la vuelta al ruedo mientras la banda hacia sonar el pasodoble Manolete. El tercero, segundo del lote de Paco Ureña, un precioso toro de capa colorada, por nombre Aseado, con el nº 61, permitió mucho más que una faena aseada. Con el capote lo recibió el diestro con una serie de siete verónicas y la rúbrica de una media verónica de cartel, mirando al tendido.

La presidencia concedió el cambio de tercio con un solo puyazo, y dadas las condiciones del animal, Ureña hizo un bellísimo quite por chicuelinas, rematas por una revolera seguida de una larga vibrante y ligada, certificando así la encastada y noble embestida de la res. La faena de muleta la inicia de rodillas, con pases muy ligados, rematando con un espectacular pase de pecho, ya en pie. Pese a que por el pitón izquierdo, el animal se defendía y protestaba, la poderosa muleta de Ureña, cuyo toreo al natural es uno de sus sellos más valorados por los aficionados, consiguió ligar una muy buena serie, con los pies atornillados a la arena. Y otra más, muy meritoria, por la izquierda.

Pero hubo más. De vuelta a la diestra, otra serie de mano muy baja, barriendo el albero, rematada con un cambio de manos y un pase de pecho clamorosos. Vino después un molinete rodillas en tierra, ayudados por bajo, encadenando tres, auténticas estampas de carteles de toros. Enrabietado, cerró la faena con una serie al natural con la derecha, tirando a la arena el estoque. En la suerte suprema, recetó una estocada algo caída y el premio fue de dos orejas, con una plaza enfervorecida.

La segunda parte tras el receso

Tras el receso para la tradicional merienda lorquina, el cuarto de la tarde, tampoco ayudó al triunfo de Juan Ortega. Sosegado, con el nº 10, fue el más desclasado y con las fuerzas más justas de todo el encierro. Pese a todo, el matador estuvo muy por encima de las condiciones del animal, intentando sacar agua de un pozo seco. Una estocada que hizo rodar al toro, fue el epílogo a una faena frustrante para un torero tan dispuesto y entregado como lo estuvo Ortega toda la tarde. Saludó desde el tercio.

El quinto, último del grandioso lote de Ureña, llevaba por nombre Campiñero, y estaba herrado con el nº 34. El recibo capotero no presagiaba buenas cosas, ya que rehuía el engaño, no mostraba fijeza alguna y, además, en el primer encuentro con el del castoreño salió en estampida al sentir el hierro.

Cuando ya el usía había cambiado el tercio, se fue al picador que guardaba la puerta, apuntando signos de mansedumbre, y ahí se enceló en el peto.

Tras un interesante tercio de banderillas, y a los sones del pasodoble Nerva, consiguió Ureña meter al toro en el canasto de su hipnótica muleta, llevándolo muy toreado, con grandísimo temple, enseñando a embestir a un animal que salía de los embroques con la cabeza por las nubes hasta que, a base de pases con la cadencia perfecta, de uno en uno, consiguió acoplarse a sus condiciones. Poca trasmisión y un comportamiento que a otros hubieran creado grandes dificultades, o directamente, les habría resultado un reto muy difícil de asumir, hicieron a Ureña tirar de amor propio (y, también hay que decirlo, de su gran preparación y el estado de gracia en que se encuentra) para poner la sal que le faltaba al animal. Toreo al natural con la mano derecha, mirando al tendido, otra serie de rodillas, dejaron a la res en suerte para recetarle un pinchazo, seguido de media estocada perpendicular y algo caída, suficiente para que rodara y para cortar otro apéndice.

Dio Ureña muestras de humanidad y empatía con su subalterno cuando el puntillero no acertaba a finiquitar al animal y los tendidos rugían. Ya se dirigía a los medios para recibir la ovación por su faena cuando desanduvo sus pasos y le dio un reconfortante abrazo que dice mucho de su calidad humana.

El último de la tarde, correspondiente a Juan Ortega, Guerrito, con el nº 27, salió corretón e impidió el mínimo lucimiento con el capote. Tras recibir un puyazo largo y un tercio de banderillas sin complicaciones, inicio Ortega su faena de muleta al hilo de las tablas, llevándolo a los medios con los toques precisos, muy inspirados y llenos de sabor. Protestaba el animal en cada muletazo, reponiendo y encerrando en su comportamiento un peligro sordo que los buenos aficionados supieron ver. Fue una faena con las plantas muy bien asentadas, sin descomponerse en ningún momento pese a la imposibilidad del lucimiento que Ortega ansiaba, y menos aún, de mostrar el toreo caro que atesora este diestro. Exponiéndose a una cornada en cada arreón del toro, no se arredró y dio muestras de vergüenza torera y de un gran momento. Finiquitó la tarde de estocada, recibiendo una oreja, lo que le permitió la salida a hombros acompañando a Ureña, quien se llevó el lote más propicio para el triunfo.

Juan Ortega corta la oreja del sexto de la tarde

Juan Ortega corta la oreja del sexto de la tarde / Ayuntamiento de Lorca

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Juan Ortega corta la oreja del sexto de la tarde / Ayuntamiento de Lorca

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Presidió el festejo, con criterio y acierto, Juan Coronel, asesorado por el matador de toros lorquino Pepín Jiménez.