Islandia tiene auroras boreales, fiordos imposibles y paisajes que parecen de otro planeta, pero también es el sitio donde hacer la compra de madrugada puede dejarte tieso. Eso es lo que parece que le ha pasado al tiktoker @peacky00 -más bien a su amigo Borja-, nada más aterrizar en Reikiavik y entrar a las dos de la madrugada en un supermercado. Hasta ahí, todo medianamente comprensible. El problema es cuando los dos aventureros se van a la caja (de autopago) para pagar por todo lo que han metido en la cesta.
“Acabo de llegar a Islandia y aquí, con (su amigo) Borja, que ha venido a por mí al aeropuerto. Estamos en un 24 horas, son las 2 de la mañana, y es como un Mercadona abierto todo el día. O sea, hay de todo, ¿vale?”, arranca Peacky, mientras se mueve entre estanterías, neveras y por pasillos llenos de multitud de productos. Su entusiasmo es casi infantil: “Me siento como en un Mercadona, pero a las 2 de la mañana. O sea, hay de todo. De todo lo que os imaginéis, que si parafarmacia… Hay de todo. Mirad, es enorme”, señala mientras graba su paseo por el establecimiento.
Pero claro, la emoción por entrar en un supermercado islandés a las dos de la madrugada se desinfla rápidamente en cuanto llega el momento de hablar de lo que verdaderamente importa: el precio de todos los productos que han metido en la cesta de la compra. “Eso sí, los precios, qué Borja?”, pregunta el recién llegado a Islandia. Y Borja, con la serenidad de quien ya sabe lo que hay, responde: “Muy caro, chavales. Yo voy a comprarme un par de cosillas”, comenta.
El experimento no tiene misterio: cuatro cosas de andar por casa. Nada de salmón salvaje ni caviar islandés. Aun así, el susto llega en forma de pantalla: “3000 ISK (coronas islandesas)… pues no sé la moneda de aquí», comenta Peacky, algo dubitativo. Se toma un segundo, hace cuentas y suelta la cifra definitiva: “Lo acabo de calcular y son 20 pavos esas cuatro cosas”, confiesa, ya con cara de desencajado.
Por si quedaban dudas, Borja lo recalca: “20 pavos, chavales. Menos 20 pavos”. La escena, grabada entre risas, tiene también ese punto generacional: para unos adolescentes, 20 euros de golpe en cuatro cosillas básicas es medio presupuesto de una noche. No es que en Islandia te arruines al pasar por caja, pero sí que te deja claro que la cartera va a sufrir un poco más de lo previsto.