Concluye la Feria de Guadalajara con un cartel interesante, que esta vez sí reúne variedad de estilos. Curiosamente, los tres diestros vienen de torear en la Feria de Nimes: Pablo Aguado y Tomás Rufo triunfaron allí, cortando orejas; menor fortuna tuvo Castella, que sufrió una fuerte voltereta. La incógnita son los toros de Zalduendo, los que fueron de Fernando Domecq , que pasaron luego a manos del empresario mejicano Bailleres y tienen ahora menor presencia en las Ferias.
Esta tarde, los de Zalduendo, justos de presentación, flojos en el caballo, han dado un juego muy variado: muy mansos, los dos primeros; excelente, el cuarto. Castella ha malogrado con la espada una buena faena a ese toro. Pablo Aguado no lo ha visto claro en ninguno de los suyos y ha fallado demasiado con el descabello. Con buena técnica, mucho temple y una gran espada, Tomás Rufo ha cortado una oreja a cada uno de sus toros y ha salido en hombros.
Parar algún tiempo le vino bien al francés Sebastián Castella, que volvió a los ruedos con más ilusión. (Cuando un diestro está atorado, ésta suele ser una buena receta). Mantiene su valor seco y su oficio, dentro de su estilo. Sus puntos flacos siguen siendo la excesiva duración de sus faenas y la espada.
El primero es un toro muy manso, con una clarísima querencia a toriles. (La querencia es esa misteriosa tendencia que empuja a un toro en una dirección y que Miguel Hernández utilizaba como metáfora de su amor). Al comienzo de la faena, Castella intenta torearlo en toriles, donde el toro quería estar: es lo adecuado, como siempre defendió Marcial Lalanda. Luego, pretende sacarlo de allí y no lo consigue: se equivoca. El toro era muy incómodo pero los mansos también tienen su lidia, que puede ser meritoria y hasta brillante. Castella desiste.
La suerte le compensa con el toro mejor, el cuarto, y lo aprovecha bien. El toro humilla, embiste con codicia. Sebastián logra buenos muletazos , largos y lentos. Con el toro ya apagado, alarga la faena sin necesidad, con el circular invertido y manoletinas. El toro está entregado pero pincha y pierde los trofeos. Un toro tan noble y al que ha toreado tan a gusto, tenía que haberlo matado bien.
Pablo Aguado representa ahora, junto con Juan Ortega, esa escuela sevillana que tanto ha gustado siempre en Madrid. Lleva una buena racha. He visto en vídeo la faena de su triunfo en Nimes. Tiene personalidad, naturalidad y una fragilidad que resulta muy atractiva, por estar en las antípodas de tantos pegapases. Le sigue faltando dominar más al toro, cuando presenta dificultades, y mejorar con la espada.
El segundo toro compite en mansedumbre con el primero. Huye, escarba, prueba, embiste desordenado. Pablo Aguado lo intenta, en series muy cortas, pero no consigue imponer su dominio. Y falla estrepitosamente con el descabello: varias veces, el toro no le deja ni intentarlo. Se queda al borde del tercer aviso.
El quinto, acapachado de pitones, es menos complicado pero tampoco logra Pablo lucirse con el capote, una de sus especialidades. En la muleta, el toro protesta mugiendo, se para, hay que llamarlo tres veces para que embista. No logra el diestro estar a gusto en ningún momento. Mata perpendicular y vuelve a fallar con el descabello. No ha sido su tarde.
Tomás Rufo, este domingo en GuadalajaraInstagram: @tomasrufotorer
No es un prejuicio localista recordar que Tomás Rufo es toledano, sigue esa línea taurina: la de Domingo Ortega (una de las cumbres de la Tauromaquia de todos los tiempos), Luis Miguel Dominguín, Pablo Lozano, Gregorio Sánchez… En resumen, el clasicismo, el dominio basado en el temple.
Mete bien en el capote Rufo al tercero, terciado, manejable. Saludan Revuelta y Fernando Sánchez, con los palos. Con el temple de la escuela toledana, Tomás conduce suavemente las embestidas, mimando al toro, a media altura, sin agobiarlo. Logra al final buenos naturales, mandando mucho, llevándolo lejos. Se adorna con mondeñinas (manoletinas de perfil, que puso de moda el original torero Mondeño). Agarra una gran estocada, entrando muy recto: ella sola ya valía la oreja y el trasteo, otra, pero el Presidente lo deja en una.
Recibe al último Rufo con una larga cambiada de rodillas. Se luce con una preciosa larga, de verdad muy larga, enroscándoselo a la cintura. Brinda a su mozo de espadas. El toro está justo de fuerza y raza pero es manejable. Desde el primer muletazo, sin preparativos, conduce con temple las embestidas, logra buenos naturales. Al final, en corto, baja mucho la mano, con acierto. Logra otra estocada rotunda; esta vez, desprendida: justa oreja y salida en hombros.
Rufo ha vuelto a mostrar sus grandes cualidades como muletero. Como a eso ha unido la cabeza clara y la espada certera, la imagen que deja ha sido muy buena. Hoy por hoy, es el representante de la gran escuela toledana. Espero con interés verlo en Las Ventas el 3 de octubre.
Tomás Rufo cruza la Puerta Grande «Iván Fandiño», del Coso de las CrucesX: @InfoTomasRufo
Acaba esta Feria de Guadalajara, en la que hemos visto faenas importantes; para mí, sobre todo, las de Borja Jiménez, Ginés Marín, Daniel Luque y Tomás Rufo. A eso hay que añadir la gran asistencia de público, todas las tardes; aquí, también, con la presencia de muchos jóvenes: el ministro Urtasun, con su campaña antitaurina, continúa triunfando clamorosamente…
POSTDATA: Lamento mucho la grave cornada que ha sufrido esta tarde en Las Ventas el diestro catalán Serafín Marín, al recibir por verónicas a su primer toro, de Monteviejo: una cornada de 30 centímetros en el muslo derecho, de pronóstico grave. Serafín actuó en las últimas corridas que se celebraron en la Plaza de Barcelona, antes de su cierre. La mañana de la última, lo entrevisté y me contó su esperanza de que volvieran los toros a esa Plaza. Aunque el Tribunal Constitucional anuló la prohibición del Parlamento catalán, no ha sido así, por el miedo que allí existe al ambiente antiespañol. En protesta contra la prohibición, Serafín toreó en Las Ventas con barretina. Ha sido también el último torero que indultó un toro en la Plaza de Barcelona. Por eso, es uno de los símbolos –no el único– de esa Cataluña amante de los toros y de España que sigue existiendo, aunque algunos se empeñen en negarlo.
El torero catalán Serafín Marín, con señera y barretina, en Madrid durante la Feria de San Isidro de 2010EFE
Marín, a hombros tras una de las últimas corridas de la Monumental de Barcelona, en septiembre de 2010. La pancarta posterior rezaba: «Libertad para nuestra cultura»EFE
FICHA
- Guadalajara. Coso de las Cruces. Feria de la Antigua. Domingo, 21 de septiembre. Buena entrada.
- Toros de Zalduendo, justos de presentación y de juego variado: muy mansos, los dos primeros; muy bueno, el cuarto.
- SEBASTIÁN CASTELLA, de tabaco y oro, estocada (silencio). En el cuarto, dos pinchazos y estocada trasera (aviso, palmas).
- PABLO AGUADO, de sangre de toro y oro, estocada y ocho descabellos (dos avisos, silencio). En el quinto, estocada corta perpendicular y cuatro descabellos (silencio).
- TOMÁS RUFO, de nazareno y oro, gran estocada y descabello (oreja y petición de la segunda). En el sexto, estocada desprendida (oreja y salida en hombros).