A comienzos del siglo XX, Santa Cruz de Tenerife vivió un pequeño “boom” de arquitectura doméstica distinguida al calor del puerto, el comercio atlántico y una burguesía que quería exhibir modernidad.

En torno al barrio de Los Hoteles y las nuevas avenidas surgieron casas y palacetes de líneas elegantes, con fachadas bien proporcionadas, miradores, rejerías y carpinterías que hoy reconocemos como señas de identidad.

Aquellos edificios marcaron la imagen urbana de una ciudad que despertaba al siglo nuevo. Muchas de esas piezas siguen en pie (algunas restauradas, otras esperando su oportunidad) y cuentan, a su manera, cómo Santa Cruz se hizo mayor sin perder su carácter.

En la esquina de la Plaza 25 de Julio con Viera y Clavijo, en la popular Plaza de los Patos, se alza el palacete Martí Dehesa, una pieza que está considerada por muchos expertos como la joya del modernismo canario.

Palacete Martí Dehesa, situado junto a la céntrica Plaza de los Patos, en Santa Cruz de Tenerife.

Palacete Martí Dehesa, situado junto a la céntrica Plaza de los Patos, en Santa Cruz de Tenerife. / ANDRÉS GUTIÉRREZ

Su historia

A comienzos de 1912, en pleno auge del barrio de Los Hoteles, Nicolás Martí Dehesa encargó al arquitecto vallisoletano Mariano Estanga y Arias-Girón la casa que estaba llamada a presidir la Plaza 25 de Julio.

El proyecto se registró ese invierno y quedó aprobado en primavera, y con él llegó un palacete moderno para una ciudad que empezaba a mirarse en Europa, con fachadas geométricas, una torre-mirador que asomaba sobre los jardines y un interior donde la artesanía hacía juego con la nueva sensibilidad del siglo.

Primero fue un hogar familiar, escenario de recepciones y vida doméstica hasta que, con el paso de las décadas, dio el salto a la esfera pública tras ser alquilada por el Gobierno de Canarias para que fuese la sede de la Presidencia del Gobierno de Canarias. Lo fue desde la década de los 80 hasta el año 2000.

Ya en el siglo XXI, tras la construcción de la nueva sede a los pies de la avenida Tres de Mayo, el edificio volvió a mutar, esta vez hacia el uso sanitario privado, como una clínica dental.

En venta

Durante el tiempo que la clínica operó en el inmueble, el palacete vivió un nuevo periodo de esplendor. Fue rehabilitado y tanto su interior como su fachada daban buena cuenta de su incalculable valor patrimonial.

Sin embargo, con la llegada del COVID se puso en venta tras haber enfermado su nuevo dueño, el médico que consiguió devolverle su aura modernista.

Interior del palacete Martí Dehesa

Interior del palacete Martí Dehesa / FACEBOOK – Clínica Furelos

En la actualidad lleva ya cinco años en el mercado, con un lacónico cartel de disponible en su parte exterior, que, junto al propio edificio, conforman una superficie cercana al millar de metros cuadrados.

El úlitmo precio de venta que trascendió estaba en el entorno de los tres millones y medio de euros, a la espera de un comprador que acometa la restauración de un palacete que desde hace tiempo acusa su falta de uso.

Arquitectura

Estanga diseñó una volumetría muy limpia rematada por una torre-mirador, alternando paños sobrios con focos de decoración modernista en rejerías, carpinterías y relieves.

Los estudios sobre el inmueble destacan la influencia de la Secesión vienesa (ecos de Olbrich y la Mathildenhöhe), visible en la geometría, la síntesis ornamental y ciertos remates.

En el interior se documentan mezclas de modernismo con el Segundo Imperio a modo de vidrieras, detalles de ebanistería y un escalera muy protagonista.

Su estado de «en venta» prolongada y su desgaste visible son, sobre todo, una oportunidad: la de devolver el palacete de Martí Dehesa al circuito de los edificios «vivos» y así poder explicar por qué sigue siendo el mayor y mejor exponente del modernismo canario.