«No puedo describir lo feliz que estoy y lo bien que se siente esto. Sabe incluso mejor que mi primer podio«. Su eufórico mensaje por la radio al bajar la bandera a cuadros, la zambullida entre sus mecánicos en el parque cerrado… Carlos Sainz no había ganado el Gran Premio de Azerbaiyán (ganado por Max Verstappen) pero lograba otro tipo de victoria. El tercer puesto de Sainz en Bakú implicaba mitad éxito deportivo, mitad reivindicación personal, ambas facetas en dura pugna.

«Este es un deporte de rachas, la vida es así, y si tenía que pasar por todo es por algo, porque iba a venir este podio, y al final prefiero que me hayan pasado esas catorce malas y conseguir el podio para Williams, lo que te demuestra que todo llega», reflexionaba al terminar.

¿El piloto fichado con vitola de estrella desde Ferrari que no terminaba de cuajar? Primer podio de Williams en la era de James Vowles. Incluso antes que Ferrari con Lewis Hamilton. A tal ironía, otra satisfacción simbólica: el madrileño es el segundo piloto de la historia, después de Alain Prost, en lograr un podio con los tres clásicos de la Fórmula 1: McLaren, Ferrari, y ahora Williams. Y además Sainz escribía el enésimo capítulo en su libro en la Fórmula 1: siempre que el destino le estruja, siempre se zafa a lo grande.

La rueda peligrosa

Sainz ya había forjado parte de su éxito con su magnífica actuación del sábado. Quedaba la difícil labor de recoger la siembra que tanto se agostaba los domingos. Salió con el neumático medio, frente al duro de Verstappen y Russell. Con tal estrategia, el segundo puesto no se hubiera escapado. Pero la prudencia aconsejaba el neumático más duro al salir por la zona sucia, porque posiciones perdidas en la primera curva costarían sangre recuperar después, como luego se confirmó para todos.

En la vuelta 28, el madrileño avisó a su equipo que vigilara a Russell para evitar que le asestara un undercut. Era la rueda peligrosa, como se confirmó. Los duros de Russell rendían al final de su relevo mejor que los medios de Sainz, con lo que el británico ganó margen suficiente para volver unas décimas por delante tras una parada espléndida de sus mecánicos. Con duros hasta el final, el Williams no tenía respuesta al Mercedes.

Sin embargo, la historia no había terminado. «Dejádmelo a mí», pidió Sainz a los suyos cuando le avisaban de la amenaza siempre latente de Kimi Antonelli. Iba de medio segundo arriba o abajo para impedir que el italiano le hiciera hombre muerto con el DRS en la eterna recta de Bakú. Sainz no falló. Entró gritando como loco en la meta. «Al final, a la que ha llegado la primera oportunidad de lograr un podio, lo hemos conseguido, le he dado a Williams ese primer podio por méritos propios, éramos el tercer coche más rápido en pista en muchas ocasiones y estoy muy feliz, muy contento, la verdad».

El unicornio en el casco

James Vowles estaba emocionado. «Carlos puso su confianza y fe en mí hace un año y ver lo que ha significado el podio para él y el equipo es la recompensa… Tengo ganas de llevarle el trofeo a las mil personas a la fábrica». Porque se trataba de algo más que un insólito podio: confirmaba a los accionistas de Williams la apuesta con el madrileño, su salario, así como la progresión creciente de la organización. El podio ha hecho la temporada de Williams. Para Sainz, lo mismo, pero a la inversa.

En la sala pre-podio, Verstappen y Russell bromeaban con esa pegatina de un unicornio infantil que Sainz llevaba en el casco. En un vídeo en las redes sociales, una niña le había pedido que llevara en el casco la pegatina del muñeco que tenía entre manos. Sainz accedió a la petición y quizás ya no se lo quite en 2025 como talismán.

Cuanto más aprieta la Fórmula 1

«Este sábado dije que un podio era mucho pedir, era soñar, pero soñar es gratis y algunos sueños siempre se cumplen, es lo que me ha enseñado la vida todos estos años», reflexionaba un Sainz aliviado por escapar de la sima. «Hemos tenido un año muy duro, de todos los pilotos que han cambiado de equipo creo, sinceramente, que he sido el que mejor se ha adaptado al coche, más rápido ha ido desde el principio de temporada, pero por alguna razón que todavía entiendo he tenido una racha de doce o catorce carreras en las que cada día nos pasaba algo diferente«, reflexionaba Sainz al terminar. «Ha sido muy duro también para mis ingenieros, para mí, a nivel mental, no sabíamos por qué si íbamos rápido y todo iba bien, no salían las cosas… Pero al final este deporte son rachas, la vida es así…».

«Ahora entiendo por qué pasó todo, porque el primer podio tenía que llegar así. Es la vida. A veces la vida te trae estos malos momentos para darte uno muy bueno«, declaraba debajo del podio. Cuando llegó a McLaren, los resultados inicialmente no salían por tantos incidentes, las dificultades para escapar de la órbita de Red Bull, el arranque de la primera y segunda temporadas en Ferrari… Como esa operación de apendicitis en su mejor momento de 2024, aún al rojo vivo la decisión de Ferrari de sustituirle por Hamilton, para ganar al Gran Premio siguiente en Australia…. Cuánto más aprieta la Fórmula 1 y la vida a Carlos Sainz, más se crece. Aunque la fortuna se haga de rogar.

«No puedo describir lo feliz que estoy y lo bien que se siente esto. Sabe incluso mejor que mi primer podio«. Su eufórico mensaje por la radio al bajar la bandera a cuadros, la zambullida entre sus mecánicos en el parque cerrado… Carlos Sainz no había ganado el Gran Premio de Azerbaiyán (ganado por Max Verstappen) pero lograba otro tipo de victoria. El tercer puesto de Sainz en Bakú implicaba mitad éxito deportivo, mitad reivindicación personal, ambas facetas en dura pugna.