Oskar Belategui

Martes, 23 de septiembre 2025, 11:34

Antonio Flores murió de pena quince días después de su madre. Fue el 30 de mayo de 1995, tenía 33 años y no pudo soportar el fallecimiento de Lola Flores, mito de España a cuya sombra creció un músico que solo editó cuatro discos en quince años de carrera. Su hija, la actriz Alba Flores, sostiene al final del documental presentado en el Festival de San Sebastián el informe de la autopsia en una escena durísima. Muerte accidental por parada cardiorrespiratoria. En la sangre, restos de opiáceos, cocaína, analgésicos, ansiolíticos y alcohol. Su mano estaba enyesada: se había roto la muñeca al golpear la pared cuando conoció la muerte de la Faraona, víctima del cáncer de mama.

‘Flores para Antonio’, programado fuera de concurso en la sección oficial, no es uno de esos documentales pagados por las discográficas a mayor gloria de un artista. En la silla de director encontramos a Elena Molina e Isaki Lacuesta, ganador de dos Goyas y dos Conchas de Oro, garantía de libertad creativa. Su conductora y productora es Alba Flores, que tenía ocho años cuando murió su padre. Tres décadas después explora su memoria con la ayuda de sus tías, Lolita y Rosario Flores, de su madre, Ana Villa, que siempre se ha mantenido en la sombra, y de artistas que le trataron, como Antonio Carmona, Ariel Rot y Joaquín Sabina.

Tráiler de ‘Flores para Antonio’.

‘Flores para Antonio’ se estrenará en cines el 28 de noviembre y llegará a Movistar Plus, su productora, a comienzos del próximo año. Su repercusión provocará sin duda que vuelva a escucharse la música de Antonio Flores, que luchó toda su vida contra las discográficas en busca del control pleno de su carrera. Solo en 1994, cuando editó ‘Cosas mías’, se sintió satisfecho del rumbo que adoptaba, pero un año después moriría. La película recuerda temas que permanecen grabados a fuego en la memoria sentimental de una generación: ‘No dudaría’, ‘No puedo enamorarme de ti’, ‘Cuerpo de mujer’, ‘Siete vidas’, ‘Una espina’ o su versión de ‘Pongamos que hablo de Madrid’, uno de sus mayores pelotazos compuesto por Sabina.

La película entrelaza grabaciones familiares en Super 8 y vídeo que permanecían inéditas hasta ahora, animaciones y collages, material de archivo televisivo del protagonista, con entrevistas y actuaciones, y el viaje de Alba Flores buceando en el pasado de su padre. Una catarsis que culminó en el concierto homenaje que se celebró en Vistalegre hace dos años, en el que la popular protagonista de ‘La casa de papel’ y ‘Vis a vis’ cantó ‘La estrella’, su debilidad del repertorio paterno. Reflexionó ante 8.000 almas: «Fue muy difícil perderle tan pronto, pero me sirvió para aprender que el amor no se puede medir en tiempo».

Alba no estuvo en el funeral y hasta muchos años después no pisó la tumba de Antonio, enterrado en La Almudena junto a su madre. El hijo de Lola Flores y Antonio González ‘El Pescaílla’ quedó bautizado como ‘El Lolillo’ nada más nacer. Creció en una familia rica y bohemia, que le puso una guitarra entre las manos cuando empezó a andar. Pero también experimentó que no le dejaran entrar a una piscina porque era un niño gitano. Sus amigos fueron rockeros y payos, y cuando empezó a hacerse famoso con ‘No dudaría’ era un hippy en peto vaquero. Como bien apunta Joaquín Sabina, «ser hijo de Lola Flores y ‘El Pescaílla’ tenía ventajas».

Alba Flores y su madre, Ana Villa, en la caseta de El Lerele donde murió Antonio Flores.

Alba Flores y su madre, Ana Villa, en la caseta de El Lerele donde murió Antonio Flores.

Es célebre la metedura de pata de Lola Flores en el programa de José María Iñigo, en el que se le escapó que su niño de 21 años iba a comer a casa mientras hacía la mili. Se montó tal escándalo que el autor de ‘Gran Vía’ sufrió después un servicio militar tan riguroso que, según él, había sido el periodo de su vida en el que más se había drogado. Quienes le trataron le recuerda como un buen tipo desprendido, que invertía en la música lo que ganaba. «Demasiado generoso, lo que luego no fueron con él», lamenta su hermana Lolita.

Antonio sufría una falta de autoestima que le llevaba a cuestionarse su valía como músico y compositor. Su otra hermana, Rosario, le debe su carrera gracias al éxito de ‘Mi gato’. En una preciosa escena del documental, el clan Flores ve ‘Colegas’, la película de Eloy de la Iglesia en la que Antonio actuó. Un hito del cine quinqui. ‘Flores para Antonio’ no oculta la relación con las drogas de su protagonista, incluidas sus últimas imágenes durante una rueda de prensa en Pamplona y el posterior concierto. El día que nació Alba, confiesa en una grabación, «tomé, ese día me volvió a coger la serpiente». Entró y salió mil veces de retiros y clínicas de desintoxicación. Mientras, a la pequeña Alba le decían en el colegio que su padre famoso era un drogadicto.

Alba Flores ha preguntado muy poco por su padre en todos estos años, como observa Lolita en el filme. El tema seguramente era tabú en la familia. Conmueven las imágenes en las que improvisa blues de cría junto a él a la guitarra, y también verla ahora, a sus 38 años, en la caseta de madera en la que murió Antonio en la piscina de El Lerele, el chalet familiar de La Moraleja. «¿Crees que a mi padre le dolía el mundo?», pregunta Alba.

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