Para ‘comprobar’ la verdadera y dura naturaleza de aquellas caravanas de osados que circulaban por la California del mediados del siglo XIX estimulados por la fiebre del oro, la editorial Planeta ha embarcado a una treintena de periodistas en esas tartanas que dan tumbos sin tregua por un monte madrileño que bien podría ser el Far West de sol a sol, de mina en mina. Sin querer compararnos con aquellos héroes del lejano oeste que buscaban la prosperidad a riesgo de sus vidas, el simbólico rfecorrido informativo ha servido para varias cosas: la primera, certificar que una carreta es un lugar inhóspito, incluso, para las películas y que ni por todo el oro del mundo, uno desearía ese destino de rancho y vaqueros. Y dos y más importante: que la nueva novela de la escritora Luz Gabás, Corazón de oro, consigue abrir el apetito literario y humano hacia esos años poco explorados que, sin embargo, a ella le han servido de inspiración para construir su sexta novela, la primera después de conquistar el premio Planeta con Lejos de Luisiana, en 2022.

Gabás (Monzón, Huesca, 1968) ejercita su músculo investigador para adentrar al lector en la California de 1849 a través de un baile de nombres que comparten ese hilo del que viene tirando la escritora desde que publicó la exitosísima Palmeras en la nieve: la historia, en un cruce con otras culturas lejanas geográficas y temporalmente y con su Huesca natal. De un pueblo en el Pirinero aragonés, Pasolobino, parte un joven que carga con un terrible suceso, hacia la California de las oportunidades. Detrás deja la nostalgia de su tierra y el amor, una constante en la obra de Gabás que articula sus argumentos y mueve a sus personajes, entre la épica y el dolor. El periplo del protagonista no es solo una escapatoria, es además una lucha contra la injusticia. Porque, como sugiere su autora, si este libro contiene un elemento propio, ese es la bondad. Pero no hay que confundirse. Esta novela no es un western, como podría parecer, aunque rebosa influencia cinéfila del género. Lorién (Lorenzo en fabla aragonesa, de pronunciación similar al Laurent inglés) no es un héroe sucio y violento que tiene el revólver siempre a punto. Es un hombre bueno que persigue un sueño. Luz Gabás, para quien su yacimiento de oro es su familia, no utiliza- dice- joyas de esta aleación. Prefiere los amuletos y admite que esta novela, que brilla como el precioso metal, tiene mucho de ella.

Pensé si mi protagonista tiene que ser de algún sitio, pues va a ser de mi casa. Que es El Valle de Benasque.

Nunca el eje literario Huesca-EEUU fue tan productivo.  Dice que necesita que sus personajes estén anclados en un lugar del que partan y al que vuelvan, su tierra. ¿Esto es ya marca de la casa?

¿Por qué no? Es algo que conozco. Me gusta mucho la historia de mi territorio, me gusta descubrir cosas nuevas. Recuerdo cuando leí con avidez un libro de Carlos Tarazona, Borregueros. Él nos lleva a mediados del siglo XX, los pastores de la provincia de Huesca que viajaron hasta ranchos, algunos de ellos en California. Él me dijo, ‘allí tienes una novela’. Yo quería que fuese una novela diferente, que fuese el comienzo precisamente en 1849, que es la época del cambio, de mucho cambio. Es la California que conocemos ahora. Es el momento de transición: del mundo español, mexicano y californiano, el californio, al estadounidense. Que en ese momento ya hubiera españoles y que hubiera gente, cercanos geográficamente, como muchos vascos, y que fueran a las minas de oro, es que me parecía fascinante. Y que luego trabajaran en ranchos, me pareció más fascinante todavía. Y pensé: si mi protagonista tiene que ser de algún sitio, pues va a ser de mi casa. Que es El Valle de Benasque.

La amplísima documentación que ha estudiado, como se refleja en el final de la novela, pone de relieve que hay más gente de lo que uno imagina escribiendo de un asunto poco conocido. ¿Cree que su libro merece estar a partir de ahora en esa selecta bibliografía, como un foco de formación?

No puedo evitar que haya una parte de mí docente. Me gusta tanto como lectora como escritora, tener la sensación cuando termino un libro: quiero que además de emocionarme, me haya permitido aprender algo. ¿Qué he aprendido de esta novela? Algo tengo que haber aprendido. Sobre la documentación, pensé qué puede saber un español de 20 años sobre California. Me leí absolutamente todos los periódicos (afortunadamente ahora en Internet lo tienes todo), donde aparece esa palabra, California. Desde 1773 hasta 1865. Mi hermana Mar me ha ayudado mucho. Vi lo que se transmitía de esa zona vía Nueva York, vía Londres, vía Madrid… Había cosas, como pasa ahora, que luego las cotejas y dices, esto no era así, era un bulo. Pero eran bulos fantásticos, descubres otros mundos. A mí me da pena que se pierda tanta información, tan buena, tan estupenda. Se olvida porque cada generación tiene sus propios discursos y no te da tiempo a llevar una mochila con todo el conocimiento que atesoras. De ahí la nota de autora del final, que espero sirva para completar la historia.

No es la segunda parte de ‘Lejos de Luisiana’, pero hay una continuidad en el razonamiento de esta: ya sabemos qué pasó en California, pero yo quería saber más

¿Se puede considerar que es una segunda parte de Lejos de Luisiana, cuyo argumento sucede unas décadas antes que esta y que cierra una época?

En realidad, no tiene nada que ver. La parte de Luisiana me sirvió para ubicar bien el contexto histórico. Esa parte ya la tengo hecha. Luisiana acaba en 1803 y esta sucede 40 años después, cuando ya entran los estadounidenses y cruzan el Misisipi. No es una segunda parte pero hay una continuidad en el razonamiento: ya sabemos qué pasó y conocemos la parte de Nuevo México. ¿Quiénes llegaron a California? Yo había vivido allí y tenía un vínculo. Pero no aprendí todo y quería saber más. Por eso, este libro.

¿Esa etapa de su vida es lo que la llevó a estudiar Filología y luego dedicarse a la docencia, antes de convertirse en escritora de éxito?

En realidad, lo que yo quise estudiar fue Periodismo. Siempre quise ser periodista. Mi familia lo puede corroborar. Y no hice Periodismo porque no había facultad en Zaragoza. Quizás haya algo de que un escritor entretiene, pero también trata de informar, como un periodista. Siempre me gustaba escribir, preguntar. Un periodista es alguien curioso y yo era curiosa.

¿Ha realizado este viaje que detalla en el libro?

California me la conozco entera, pero este viaje no lo he hecho. Es muy largo. Tuve que elegir un recorrido de los varios posibles. Yo, para describir estos lugares, he usado la guía de Lansford W. Hastings, de 1845.

Me entristece pensar que una frase tan obvia haya que repetirla: todos tenemos nuestra parte de culpa en la polarización

Enamorada como se aprecia de EE UU, ¿se imagina ahora vivir en un país como el que está perfilando el actual presidente, Donald Trump?

Esta pregunta me encanta, es muy oportuna. Hace poco dije en una entrevista: ‘los ciudadanos somos mejores que los políticos’. En realidad tenía que haber dicho que los ciudadanos son mejores que los dirigentes. Conozco gente de California maravillosa. Y variada, donde cada uno vota a quien quiere. Hay que conocer el país para comprender lo que sucede. Yo no soy de juzgar desde fuera. Me planteas un tema, pues quiero tener toda la información para tomar una decisión. No nos podemos guiar por impulsos y que se machaque mucho una información. A mí no me gusta lo que se está viendo ahora en EE UU, pero no me gusta lo que estoy viendo en medio mundo. No es un problema solo de un sitio, es un problema global. Me refiero al mundo occidental. ¿Podría vivir allí? Sí, porque hay gente maravillosa. A pesar de los dirigentes. En todos los sitios. No descubro nada nuevo y me entristece pensar que una frase tan obvia haya que repetirla: todos tenemos nuestra parte de culpa en la polarización. Todos. No es unos contra otros, es ‘hablemos, lleguemos a acuerdos’. 

En mi pueblo sacamos pancartas en la Vuelta para protestar contra una empresa de baterías de litio que se quiere instalar allí

Tiene por delante una gira larga. ¿Le apetece o preferiría la tranquilidad de su casa en la montaña pirenaica?

He estado meses encerrada y ahora es el momento, en el otoño. Cuando escribo participo en congresos y no estoy siempre encerrada. Está bien algo de socialización también. Pero me gusta vivir donde vivo, en la montaña. Ahora estamos peleando para que no sitúen una empresa de baterías de litio allí. El valle, Anciles, no es el sitio. Pero nos estamos manifestando para que no pase.

¿También utilizaron la Vuelta ciclista, que pasaba por allí, para protestar?

Pues sí, sacamos las pancartas después de pasar los ciclistas. Para que se nos viera. De forma pacífica. Hay que controlar la violencia cotidiana, que es la que depende de uno mismo.

Yo imagino todas mis novelas en películas pero no las escribo pensando en que lo sean

¿Le motiva la idea de que Corazón de oro tenga una película, dado que la influencia cinéfila en el libro está muy presente?

Yo me imagino todas mis novelas en películas, todas. Pero los productores dicen que no pienso cosas sencillas, como que las cosas pasen en una calle de Madrid. Si ha de ser, será. Yo no las escribo pensando en que sean películas. Esta sería fácil de rodar, viendo el entorno en el que estamos (se refiere al día de la entrevista, en un monte rodeadas de carretas, de vacas y de rocas). No es algo que me preocupe. Es ilusionante si sucede. Ahora, en España, salen muy buenos guiones de novelas.