La violencia de género no suele comenzar por el maltrato físico y la bofetada, antes de llegar a ese extremo existen una serie de acciones previas, muchas veces, no tan violentas y difíciles de identificar. Todos esos pequeños indicios son lo que hoy comúnmente se conocen como ‘red flags‘ (bandera roja) y van desde situaciones ahora tan extendidas como el ‘ghosting‘ -la desaparición repentina y sin explicaciones de una persona de la vida de otra, cortando toda comunicación y contacto- o el ‘love bombing’ -manipulación al inicio de la relación donde se abruma a alguien con amor, atención y regalos para crear dependencia y control-, hasta el miedo, la violencia psicológica y la aceptación de conductas inapropiadas. Todas las señales están recogidas en ‘Red Flags‘, el nuevo libro de Carla Vall i Duran, abogada penalista y criminóloga experta en derechos humanos y prevención de violencias machistas, que ayuda a detectar situaciones de abuso y tomar conciencia sobre la forma en la que nos amamos.
«La columna vertebral del libro es todo aquello que no sabemos ver. La penúltima relación que tuve fue con un narcisista. Yo pensaba que me estaba volviendo loca, pero en realidad lo que me estaba pasando era eso y no lo veía», explica Vall. «¿Cuántas veces pensamos que nos estamos volviendo locas por nuestra autoestima dañada o porque socialmente es mucho más fácil pensar eso que no que la culpa la tiene el otro? Cuesta darse cuenta de la magnitud que tiene eso en nuestras vidas», cuestiona la abogada, que, entre otros casos, llevó la defensa de Jenni Hermoso tras el beso no consentido de Rubiales.
Violencia adaptativa
El libro reconoce como señales previas algunas conductas cada vez más extendidas en las redes sociales, a través de vídeos de Tiktok y pódcasts, y que van más allá de la violencia física, como el ‘body count‘ -el número de parejas sexuales que una persona ha tenido, que a menudo se utiliza para juzgar el valor de las mujeres- o el fenómeno de las ‘tradwives‘ -aquellas mujeres que siguen los roles de género tradicionales, enfocándose en las tareas del hogar y la crianza de sus hijos-. «Cada una de nosotras es hija de su generación, es decir, que las cosas que nos han explicado las mujeres mayores ya no nos sirven y tenemos que renovarnos constantemente para que la forma en la que toleramos o no algunas cosas vaya cambiando también«, explica Vall.
Carla Vall i Duran, abogada experta en violencia de género presenta su nuevo libro ‘Red Flags’ / RICARD CUGAT / EPC
«Si yo digo que la violencia es que te den un puñetazo en el ojo y vayas con gafas de sol al trabajo, -añade la abogada- eso a la gente le suena como de los años 90. Pero si explico que hay adolescentes que tienen que dormir toda la noche con el móvil encendido para que sus parejas estén convencidas de que están en casa y no con nadie más, es otro nivel de control a través de la tecnología. La violencia es adaptativa y, por tanto, las cosas que conocíamos se tienen que ir sumando a las que todavía no sabemos«.
En TikTok, según Vall, «chavales, que son profundamente idiotas, analizan de manera terriblemente ignorante la realidad, pero los sentimientos que transmiten y lo que provocan emocionalmente es terriblemente real». La abogada explica que esa provocación «hace que los hombres se sientan acosados, se sientan inferiores y sientan que están en riesgo de ser denunciandos falsamente«. Un miedo real que les lleva a estar «a la defensiva» constantemente respecto al feminismo y, por tanto, tener «reacciones todavía más violentas«. Estos procesos de radicalización de la manosfera hacen que los hombres odien a las mujeres. «Esos vídeos les prometen convertirse en hombres de valor, pero las chicas no los ven así y los siguen ignorando. Eso genera un riesgo potencial porque si hay una emoción que toleran muy mal los hombres es la frustración«, manifiesta la criminóloga.
Más políticas públicas
«Las políticas públicas se nos quedan cortas a la hora de abordar esto. Tendría sentido que hubiera una inteligencia artificial que fuera una amiga ‘online’ de todas las mujeres jóvenes víctimas de estas conductas de internet, que les hicieran un acompañamiento o una detección de situaciones de violencia«, denuncia la experta en violencias machistas. El Informe Juventud en España 2024 confirmó que las chicas jóvenes son cada vez más feministas y de izquierdas, mientras que los hombres más machistas y de izquierdas. «Las mujeres más mayores nos preguntamos qué hacer con las más jóvenes. Pero yo creo que no les hace falta una tutela, les hace falta su espacio y hará falta que nosotras llevemos este relevo al máximo para que ellas lo cojan, porque ellas ya se están dando cuenta».
Carla Vall i Duran, abogada experta en violencia de género presenta su nuevo libro ‘Red Flags’ / RICARD CUGAT / EPC
Otro estudio del Instituto Nacional de Estadística (INE) apunta a que las mujeres estudian cada vez más mientras que los hombres están abandonando más los estudios y, además, las mujeres están empezando a apostar por carreras que ofrecen sueldos más altos, saliendo de los roles tradicionales. Eso supone que, ahora mismo, estén apareciendo las primeras generaciones de mujeres que cobran más que sus homólogos masculinos. «Eso es problemático porque ya no necesitas una pareja para mantenerte y tienes la opción de no estar con nadie. Volvemos a esa idea de la frustración y la pregunta es qué harán ellos con eso», analiza la abogada.
Vall recuerda que «el mundo no avanza, gira». «Tenemos mucha esperanza en que pasarán los años como si fueran solo hojas en el calendario y, milagrosamente, habremos avanzando tanto que todo esto quedará atrás. Pero tenemos que pensar que, mientras nosotras hacemos todo esto, hay fuerzas reaccionarias que están abogando justamente por lo contrario y de una manera mucho más feroz y desacomplejada que nosotras». En ese sentido, la extrema derecha, asegura, «tiene clarísimo que tiene que cortar cabezas de todos estos cambios lo antes posible. Mientras, nosotras parece que estamos ahí pidiendo por favor que nos dejen avanzar«.
La violencia institucional
En su libro, Vall asegura que cada vez no hay más casos de violencia de género, sino que cada vez hay más mujeres que denuncian, aunque todavía muchas no lo hacen. «Las emociones sociales que reciben las víctimas que denuncian y su entorno son muy duras. No es solo el proceso, sino también lo que pasa tu entorno», analiza la abogada. Los procesos más duros y dolorosos, que no han culminado con una condena, han minado a algunas mujeres, que han dejado de confiar en la justicia para ayudarlas. No obstante, Vall recuerda que hay otros que han terminado de una manera importante: «En Catalunya, por ejemplo, ha habido el Me Too del periodismo con el caso de Saül Gordillo, que ha hecho que, precisamente una mujer joven sea la que ha roto con este silencio histórico de lo que sufrís las mujeres en las redacciones». «Si las más jóvenes confían todavía en denunciar es porque algo estamos haciendo bien y algunas cosas estamos presionando para que cambien«, expresa la abogada, esperanzada.
Carla Vall i Duran, abogada experta en violencia de género presenta su nuevo libro ‘Red Flags’ / RICARD CUGAT / EPC
«Los jueces, la fiscalía, la policía y la abogacía son profesiones muy heterogéneas. Es decir, no son un bloque. Es necesario empujar para que sean un servicio público, para que sean un espacio donde te traten bien«, reivindica Vall. «Yo creo que, efectivamente, la violencia institucional existe, pero tenemos que hacer alguna cosa para que la releven. Pedir lo contrario es renunciar a un derecho de ciudadanía», añade. «Yo confío porque como abogada no me queda otra. El día que deje de creer en esto haré otra cosa. Vivo dentro del cuerpo de la bestia, estoy luchando y es mi campo de batalla. Si pensara que no se puede hacer nada es que no habría obtenido ninguna condena, pero no es así», manifiesta.
Con el paso de los años, Vall ha notado cambios en las mujeres que acuden a su despacho. «Las chicas más jóvenes pueden usar mucho más la palabra violación. En cambio, las mayores, siguen usando eufemismos porque es una palabra tan fuerte que no quieren decir que han sido víctimas«, explica. Con el tiempo y los nuevos relatos de mujeres agredidas y maltratadas, la sociedad va comprendiendo mejor sus historias. «Si escucho un testimonio de una mujer que tiene lagunas, que su relato va hacia delante y hacia atrás, y que un día de repente dice que se acuerda de cosas nuevas, una persona que no está entrenada en escuchar podrá decir que se lo está inventando todo. En cambio, una persona con conocimiento en la materia sabe que el trauma produce precisamente que digas cosas distintas, las desordenes, tengas confusión sobre alguna parte del relato o que algo tan sencillo como un olor te desbloquee un recuerdo nuevo», concluye.
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