Gran Teatre del Liceu
Janácek: LA ZORRITA ASTUTA
Título inaugural de la temporada
Elena Tsallagova, Peter Mattei, Paula Murrihy, Anaïs Masllorens, David Alegret, Alejandro López, Milan Perišic, José Manuel Montero, Sara Bañeras, Mireia Pintó, Roger Padullés, Mercedes Gancedo. Orquestra Simfònica del Gran Teatre del Liceu. Coro Infantil de l’Orfeó Català (Directora: Glòria Coma). Coro del Gran Teatre del Liceu (Director: Pablo Assante). Dirección musical: Josep Pons. Dirección de escena: Barrie Kosky. 23 de septiembre de 2025
En primer lugar cabe destacar la valiente propuesta del Gran Teatre del Liceu por apostar por la muy bella y desconocida ópera La zorrita astuta (ver previa en este enlace) de Leos Janácek, estrenada en Brno en 1924 con libreto del propio compositor, basado en unas tiras de cómic de Rudolf Tešnohlídek aparecidas en un diario local. La ópera se centra en una visión filosófica del ciclo de vida de los animales del bosque y de una serie de habitantes de un pequeño pueblo aislado, como el Guardabosques, el Maestro de escuela y el Sacerdote. Ambos mundos se interrelacionan con la vida del compositor checo –cuando la escribió, ya un sesentón que aparece representado por el Guardabosques– y su amor no correspondido hacia una joven casada a la que escribió cientos de cartas de amor, Kamila Stösslová, que aparece en la ópera desdoblada en la Zorrita protagonista y en la joven Terynka, de la que están prendados los tres personajes masculinos.
La zorrita astuta solamente se había presentado en una ocasión en el Liceu, en una producción –cantada en inglés– de la Opera North (2001), por lo que éstas funciones inaugurales de la temporada suponen el estreno barcelonés en su versión original. La dirección artística del coliseo ha apostado por una coproducción con la Bayerische Staatsoper de Múnich firmada por el prestigioso director de escena australiano Barrie Kosky (ver entrevista en este enlace), uno de los registas más apreciados de la actualidad, pero que en esta producción, de gran sabor germánico, apuesta más por la transgresión y por un espíritu cabaretero de cierto carácter cómico que no acaba de funcionar ante un público poco avezado con este título. Especialmente incomprensible resulta el hecho de que Kosky evita dar visibilidad a la idea de Janácek de presentar en escena a pequeños animales como ranas, libélulas, tejones o mosquitos, cada uno dibujado en la partitura con sus particulares temas musicales que ilustran sus cortas frases, lo que crea una atmósfera verdaderamente exquisita de la naturaleza. Por el contrario, se apuesta por una escenografía oscura y algo tenebrosa, con el vestuario de los humanos en negro y una serie de telones colgantes plateados y brillantes que representan el bosque, solución, eso sí, que ofrece una gran versatilidad, con multitud de cambios a vista dando vivacidad a las escenas gracias también a una fantástica iluminación llena de brillos y contrastes. No destaca, por muy colorido que sea, el vestuario que debería caracterizar a los animales del bosque, en este caso, intérpretes del Coro Infantil del Orfeó Català, quienes ofrecieron una buena actuación actoral y canora, opción que impide que el público pueda admirar parte de la belleza de la de la trama de esta excelente obra animalista y filosófica del compositor checo, ayudando a su comprensión.
En medio de la oscuridad general, destacaron las pocas escenas más coloristas, como la del amarillo chillón de las gallinas que se zampa la revolucionaria Zorrita astuta, o la gran escena de amor de la pareja protagonista, primero azulada y posteriormente rojiza. Por su parte, la dirección de actores fue bastante estática, con los personajes la mayoría del tiempo en fosos y solo visibles parcialmente. El director de escena incluye un par de escenas mudas fuera del libreto original, como el entierro previo al comienzo de la obra, con repiques de campana que llaman a muerto que parece representar el funeral de la protagonista y del propio compositor, o el deambular de un polluelo recién nacido –que todavía no acaba de salir del cascarón– que busca a sus progenitores entre las gallinas descuartizadas por la Zorrita, ambas escenas quizás demasiado largas.
Desde el punto de vista musical, Josep Pons ofreció una lectura apasionada y brillante de la partitura, tapando ocasionalmente a algunos de los numerosos intérpretes, pero aprovechando los pasajes más detallistas en los que las diferentes secciones e instrumentos reproducen los temas de los diferentes animales y el estado de ánimo de los protagonistas, así como los silencios, para ofrecer toda la riqueza tímbrica de esta sorprendente partitura. Para la ocasión el Liceu ha apostado por un elenco de especialistas en algunos personajes como la cautivadora y exquisita Zorrita de la soprano rusa Elena Tsallagova, con un acertado alegato revolucionario o una bien conseguida escena de amor junto a la elegante y musical mezzosoprano irlandesa Paula Murrihy, de gran conjunción entre ambas intérpretes. Una pareja ideal, bien secundada por el resto de animales y muy especialmente por el Guardabosques del elegante y conmovedor barítono sueco Peter Mattei, el destacado cazador Harasta del joven barítono serbio Milan Perišic, el cuidado Maestro de Escuela del tenor David Alegret, el Sacerdote y Tejón del interesante bajo mexicano Alejandro López y el Perro de la mezzosoprano Mireia Pintó. Correcto el Coro del Gran Teatre del Liceu, que en esta obra no tiene demasiado protagonismo.
La ópera de Janácek, con una partitura llena de grandes momentos musicales y rica en detalles coloristas y melódicos, con una trama de diversas lecturas superpuestas y ya de por sí compleja, se vio dificultada en su comprensión al humanizar a los animales y apostar por un estilo cabaretero del que nacían ciertos momentos cómicos, pero que llevaban a una relectura poco acorde con la trama original. * Fernando SANS RIVIÈRE, director de ÓPERA ACTUAL