Casas pequeñas: un estudio de 32 m2 lleno de trucos para optimizar el espacio (y bailar en el salón)
Durante mucho tiempo, Chun Wai Chan, bailarín principal del Ballet de Nueva York, se había acostumbrado al modo de vida de la mayoría de los jóvenes en la ciudad: escasez de espacio y compañeros de piso. Pero cuando hace tres años se encontró con un estudio de 32 m2 en el Upper West Side, se le presentó la oportunidad perfecta para vivir por su cuenta, estar más cerca del trabajo y tener más de amplitud. Sin embargo, gracias a una acumulación de muebles aleatorios, el apartamento parecía diminuto. «Sabía que necesitaba ayuda», dice Chan.
Así llegó el diseñador Josh Greene a su vida, que inmediatamente aceptó el reto de transformar el estudio e inspirar el diseño de casas pequeñas: «Todo tiene que ser deliberado», dice. Lo primero fue entender cómo quería Chan que funcionara su hogar. Tenía que ser un lugar donde el bailarín pudiera descansar y recuperarse entre ensayos y actuaciones. También tenía que estar ordenada y aprovechar al máximo cada metro cuadrado, porque el bailarín hace estiramientos o enseña a sus alumnos a través de videoconferencia en su tiempo libre.
Chun Wai Chan se sienta en un sofá Teagan de terciopelo verde de West Elm, donde suele descansar después de ensayar.
Greene optó por tonos tierra cálidos en el salón para crear un ambiente relajante que ayudara a su cliente a descansar y recuperarse entre actuación y actuación.
Una coreografía de colores y materiales
Para Chan, el proceso de trabajar con un diseñador era desconocido y desalentador. «Yo le explicaba todo lo que no entendía con metáforas de danza», dice Greene, quien le instó a confiar en el equipo. El diseño resultante se centró en separar los espacios por colores («Esto hace que parezca más grande», explica Greene), utilizando en cada sección una cálida gama de tonos tierra para ayudar a relajarse. La cocina, iluminada por una ventana, está decorada con armarios de color verde musgo y un salpicadero de mármol. La habitación principal continúa con acentos verdes a través de una alfombra geométrica y un sofá de terciopelo de West Elm. La cama, sobre la que cuelgan varia obras de arte, luce tonos amarillos apagados, creando una acogedora viñeta.
Lo que más le llamó la atención a Chan fue la habilidad de Greene para mezclar materiales, colores y texturas. “Al principio, pensé que si elegía todo en madera, funcionaría”, explica. Luego, Chan vio la profundidad que creaba la combinación de diferentes estilos y materiales. «Cambió toda la energía del espacio».