A veces algunas decisiones no solo cambian las vidas de una persona en concreto, también lo hacen respecto a las comunidades en las que se toman. Cuando una joven brasileña, cosmopolita, excelente lectora y con grandes inclinaciones culturales, chica de familia bien, hija de diplomático, desembarcó en Barcelona en plena dictadura ignoraba lo crucial que iba a ser esa decisión en su vida pero sobre todo que una Barcelona y una España todavía sumida en el enclaustramiento franquista iba a estar en deuda con ella. Era Beatriz de Moura y bajo su impulso, de una vitalidad legendaria, iba a crear Tusquets editores, uno de los sellos fundamentales -junto a Anagrama y Lumen– para atravesar ese paso del desierto que nos llevó de la represión reaccionaria a la modernidad.
De Moura, hoy alejada del día a día de la edición, a sus 86 años, es una de las cariátides que sostuvo el templo de la edición en el tardofranquismo. / EPC
De Moura, hoy alejada del día a día de la edición, a sus 86 años, es una de las cariátides que sostuvo el templo de la edición en el tardofranquismo junto a figuras como Esther Tusquets, que fue su cuñada; Rosa Regàs y en las tareas de gestionar los derechos de los autores, Carmen Balcells. La biografía ‘Una curiosidad sin barreras. Beatriz de Moura y los libros que nos volvieron modernos’ (Tusquets) de Carlota Álvarez Maylín -a la que se le puede añadir el libro de Juan Cruz ‘Secreto y pasión de la literatura’, que repasa en el mismo sello a buena parte de los autores que se gestaron o se dieron a conocer en él- cartografía una vida marcada por la intensidad, las ganas de comprender el propio tiempo y un cierto hedonismo existencial. “Ella llegó a España -recuerda la biógrafa, que ha podido acceder al archivo y documentación que la editora dejó en la Biblioteca Nacional de España- con un bagaje cultural que prácticamente nadie tiene en ese momento, porque no se había formado como lectora en la dictadura. Además, se podría decir que había heredado esa faceta diplomática familiar para negociar lo que se puede publicar, abriendo vías como, por ejemplo, editar clásicos del pensamiento anarquista en la colección Acracia”.
Beatriz de Moura con Oscar Tusquets y Salvador Dalí. / EPC
Políglota y rebelde
Criada en varias lenguas, obligada por la profesión paterna que la llevó desde su Río de Janeiro natal hasta Bolivia, Ecuador, Argelia, El Vaticano, Chile para recalar en 1956 en Barcelona, donde la familia se empeña en torcer la voluntad de Beatriz instándola a un destino más convencional de madre y esposa. Nada más lejos de sus intenciones: se va a estudiar a Ginebra y regresa definitivamente a Barcelona en 1962 -esa es la decisión que lo marcará todo- para integrarse en la incipiente bohemia chic de la ciudad que culminará en esa gran hermandad de la nocturnidad y la curiosidad que fue la Gauche Divine y sus localizaciones setenteras más popular, Bocaccio y, en verano, Cadaqués.
Para llegar hasta ahí, rompe con su familia, trabaja como traductora, y se casa con el arquitecto Oscar Tusquets, “sin ceremonia ni familiares”. Junto a este se zambullirá profundamente en el oficio de la edición en la editorial Lumen que dirigen su marido y la hermana de este, Esther Tusquets. El choque entre las cuñadas, dos personalidades muy fuertes, dos abejas reinas en una colmena, provoca que el padre de los Tusquets ofrezca dinero a la joven pareja para fundar el sello que llevará el apellido del marido. “Se ha mencionado que el conflicto entre Esther Tusquets y Beatriz obedecía a los celos [Beatriz era muy atractiva y su cuñada, no tanto], algo que no se hubiera dicho en el caso de dos editores hombres. Sencillamente, eran dos mujeres que peleaban por dejar su impronta”, precisa la biógrafa.
Rueda de prensa de los editores propietarios de la distribuidora Enlace tras en agosto de 1974 tras un atentado de los Grupos de Acción Sindicalista de extrema derecha contras sus almacenes. En la imagen, Rafael Soriano, Carlos Barral, Jorge Herralde, Beatriz de Moura, Alfonso Carlos Comín, Josep Maria Castellet y Esther Tusquets. / EPC
El matrimonio De Moura-Tusquets se romperá pero perdurará “como una gran amistad, una lealtad personal” a lo largo del tiempo. Hasta el punto de que tras la ruptura, el arquitecto y su nueva pareja y la editora junto al cineasta Gonzalo Herralde -hermano de Jorge, fundador de Anagrama- llegaron a compartir piso en total armonía. Sin embargo, la relación más importante tanto en lo personal como en lo profesional fue la que vinculó más tarde a Beatriz con Antonio López Lamadrid, su socio y pareja, que fue sin duda el que puso cordura en la parte más empresarial en la que ella no descollaba especialmente, porque lo suyo era seguir su gusto literario. Gracias a su carisma, De Moura, luchando denodadamente con la censura oficial, había conseguido dos títulos para su catálogo que actuaron como flotador en la frágil Tusquets de los inicios: ‘Relato de un náufrago’, de Gabriel García Márquez, y el ensayo de Mario Vargas Llosa, `Historia secreta de una novela’. De hecho, la editora actuó muchas veces como puente entre la emergente literatura latinoamericana del momento y el panorama editorial español.
Los editores Juan cerezo y Beatriz de Moura, retratados en 2019. / maitecruz / Delegaciones
Y la nave va
Fue gracias a López Lamadrid que Tusquets se consolidó como un potente sello, aunque en la actualidad se cobije bajo el paraguas del grupo Planeta. La deuda lectora histórica con la editora es enorme: descubrirnos a Milan Kundera, Marguerite Duras, John Irving junto a Jorge Semprún, Almudena Grandes, Javier Cercas y Fernando Aramburu. Entre sus grandes hallazgos, De Moura impulsó una mítica colección erótica como La sonrisa vertical comandada por Luis García Berlanga, junto a los libros de ciencia de Metatemas, la colección ‘Tiempo de Memoria’ tan apreciada por Antonio López o los volúmenes dorados de poesía.
Pero también acuñó una leyenda que va más allá de la edición, la de la mujer liberada y rebelde. La «diosa cariocacatalana», como la llamó Carlos Fuentes, estuvo en la avanzadilla de las minifaldas -eran los 60- que funcionaban como declaración de intenciones.“Nuevo ingrediente de la moda feminista” como escribió el arquitecto Oriol Bohigas evocando los atrevidos ‘outfits’ de la editora, famosa por darlo todo en los podios de las discotecas de Platja d’Aro. ¿De Moura, feminista? Ella nunca se consideró como tal, pero para Álvarez Maylín es innegable que su aproximación a la editora que rompió barreras y peleó por hacerse un lugar en un panorama editorial copado por los hombres debía tener esa perspectiva de género. Sí, De Moura feminista.
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