El Sevilla enfoca su reconstrucción consciente de que no hay tiempo que perder con la competición a la vuelta de la esquina. La tarea, como se esperaba, no está resultando fácil, con el club inmerso en un delicado contexto económico y cargando aún a … duras penas la pesada mochila de las malas decisiones deportivas que se han tomado en los últimos años. El Sevilla ha cambiado de entrenador y de director deportivo, pero hasta la fecha, poco o casi nada se ha podido reestructurar un plantel al borde de la saturación en cuanto a excedentes y que colapsa el control económico para los de Nervión. Es cierto que Antonio Cordón apuntó a la segunda quincena de agosto para articular la mayoría de los movimientos de su planificación, lo que no esquiva unas urgencias palmarias o el hecho de que para poder inscribir a los fichajes de verano y de enero en las primeras jornadas de LaLiga hay que cuadrar antes salidas y alguna venta sustancial.
A la espere de que la mano de Cordón comience a dar sus frutos (el único fichaje que ha realizado, Suazo, convence), el temido lastre salarial y de elevadas amortizaciones de jugadores que no cuentan sigue maniatando un ejercicio más al club hispalense. Cordón no ha sacado aún a nadie con contrato en vigor. Ésa debe ser su prioridad. Tan solo enfilaron la puerta de salida aquellos jugadores que quedaron libres en junio (Suso y Álvaro García Pascual) y los que terminaron sus cesiones. El nivel de la plantilla, que apenas ha variado, ya hizo saltar todas las alarmas en el curso pasado en el que el Sevilla terminó el campeonato liguero en el puesto 17º de la tabla con un solo punto de margen sobre las posiciones de descenso a Segunda división.
La patronal de Tebas apremia a los de Nervión para que sigan reduciendo costes en pos de contrarrestar su más que excedido límite salarial, el peor del fútbol profesional en España. Pese a que el club ha logrado recortar en casi cien millones de euros su gasto salarial en los dos últimos años, la matriz del problema sigue estando muy presente con ese grupo de jugadores que no cuentan pero que sí horadan de manera crítica la capacidad de maniobra deportiva y financiera del Sevilla. La entidad cerró la última campaña asumiendo un coste de plantilla de 109 millones de euros. Sin embargo, esa cifra jamás compitió sobre el campo. Ni de lejos. El propio club cuantificó en unos 50 millones de euros el gasto consumido por futbolistas en nómina que no jugaban o que se encontraban cedidos y el Sevilla tenía que hacer frente a gran parte de sus salarios. Es decir, casi la mitad del coste de plantilla está inutilizado. Una cifra que, dos meses después, se mantiene en los mismos dígitos, millón arriba, millón abajo.
«El coste con el que hemos competido está más cerca de los equipos de media tabla o de media tabla hacia abajo que de los equipos de arriba», reconoció hace apenas mes y medio el presidente, José María del Nido Carrasco. Esa losa con la que tuvo lidiar Víctor Orta sigue ahí, prácticamente inalterable. En la práctica, el Sevilla se vio luchando sobre el césped con un volumen económico aprovechado de unos 60 millones de euros, similar o cercano a los límites impuestos por LaLiga a Mallorca, Osasuna, Alavés, Rayo Vallecano, Getafe o incluso el descendido Valladolid. En definitiva, los nervionenses pelearon con las mismas armas que estos equipos pero pagando el doble. Antonio Cordón tiene la misión de evitar que este escenario siga repitiéndose y esquilmando las cuentas del club sin réditos deportivos, a la par que el extremeño debe continuar con el plan de reestructuración que inició su antecesor en el cargo y que prevé reducir el coste de la plantilla esta temporada hasta llevarlo a los 80 millones al menos.
Por nombres propios, la pareja Nianzou-Marcao, que llegó para sustituir a Koundé y Diego Carlos, acarrea un coste anual para el Sevilla de 21 millones de euros. El central francés, casi siempre fuera del equipo por sus persistentes problemas físicos, tiene todavía dos años más de contrato y su salario más amortización asciende a la friolera de 13 millones por temporada. Este verano se ha vuelto a lesionar. Sacarlo del Sevilla es misión imposible. Algo similar ocurre con Marcao, con contrato igualmente hasta 2027, aunque en su caso Almeyda intenta buscarle encaje o aprovecharlo de alguna manera. El defensor ha ido rechazando cada propuesta que le ha llegado, priorizando su estancia en el Sánchez-Pizjuán. Supone un gasto anual de casi ocho millones para las arcas nervionenses, un lujo inasumible por este Sevilla acuciado por el límite. El entrenador intenta que su inversión, al menos, no se vaya íntegra por el sumidero como en años anteriores.
Es lo que ocurre con el resto de descartes a los que Cordón debe encontrar acomodo como sea. A Januzaj le queda un año a razón de 5,5 millones brutos, una losa tremenda por un futbolista que no cuenta para Almeyda ni para ninguno de los anteriores técnicos que ha tenido en Nervión. Busca la carta de libertad, pero sin perdonar gran parte de la ficha, lo que complica cualquier acuerdo por ahora. Igual de gravoso resulta mantener en plantilla a Rafa Mir, con un buen salario y una amortización aparejada de tres millones anuales, y a Joan Jordán, también con sueldo de la era ‘Champions’ y que para más inri ha tenido que pasar por el quirófano y no tiene salida en el mercado. Luego está el caso de Kelechi Iheanacho, con emolumentos brutos de 3,5 millones en el año de contrato que le resta. Jugó el último amistoso, pero saldrá si llega oferta. Además, en diciembre finaliza la cesión un Fede Gattoni que apenas juega en River Plate con un salario cercano al millón de euros.