Gema Maldonado Cantero
Si preguntáramos a cualquier ciudadano de a pie qué acontecimientos recuerdan del año 2004, más allá de los ocurridos en su vida personal, probablemente recordarán el fatídico atentado del 11 de marzo en Madrid o el tsunami que asoló varios países en el Índico. Es más que previsible que nadie nombrara las cuatro letras con las que los oncólogos conocen las alteraciones que se identificaron ese año en tumores de pulmón y que cambiaron para siempre el abordaje de la enfermedad en un grupo de pacientes: las mutaciones de EGFR (receptor del factor de crecimiento epidérmico).
«Recuerdo perfectamente la emoción que supuso», cuenta la Dra. Lola Isla, jefa de Oncología Médica en el Hospital Lozano Blesa de Zaragoza y presidenta de la Asociación para la Investigación del Cáncer de Pulmón en Mujeres (Icapem), «nunca habíamos visto estos resultados en cáncer de pulmón y fue la primera vez que podíamos seleccionar mediante perfil genómico a los pacientes. Lo sentí como el principio de una nueva era».
Hace 20 años de la identificación de las mutaciones de EGFR en cáncer de pulmón, un hito que la Dra. Isla recuerda con emoción: «Lo sentí como el principio de una nueva era»
Seleccionar a los pacientes en función del «apellido» de su tumor en el cáncer más diagnosticado en el mundo y con el mayor número de fallecimientos, implicaba poder ofrecerles terapias dirigidas a inhibir la proteína EGFR que hacía crecer el tumor en estos pacientes y ver en ellos «respuestas espectaculares», seña el Dr. Javier de Castro, jefe de sección en el Servicio de Oncología del Hospital La Paz de Madrid y vicepresidente de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).
Ambos especialistas recordaban este jueves en Madrid aquel hallazgo en una jornada sobre los 20 años desde la identificación de este biomarcador organizada por AstraZeneca con motivo del Día Mundial de la Investigación contra el Cáncer. Conocer estas mutaciones y hacerles frente con las terapias dirigidas que se han ido desarrollando «mejora el pronóstico hasta el triple que no hacerlo», ha apuntado la Dra. Isla.
De ahí la importancia de las determinaciones genómicas para hallar estos y otros biomarcadores en tumores de pulmón, que ha sido punta de lanza en la medicina de precisión. En las últimas dos décadas se han descubierto otros biomarcadores como ALK, ROS1, BRAF, RET, MET o NTRK. Entre el 40 y el 45% de pacientes con tumores de pulmón tiene alguna alteración genética para la que hay disponible tratamiento dirigido.
Las mutaciones de EGFR están presentes en el 15% de pacientes con cáncer de pulmón no microcítico
Las mutaciones de EGFR están presentes en el 15% de pacientes con cáncer de pulmón no microcítico (CPNM), una tipología de tumor bajo la que se clasifica el 80% de los diagnósticos de cáncer de pulmón. Uno de estos diagnósticos es el que recibió hace cuatro años Leles Martín, vicepresidenta de la Asociación Española de Afectados de Cáncer de Pulmón (AEACaP), que lamenta que llegue a la población tan poca información sobre la importancia de los biomarcadores y los tratamientos disponibles actualmente, ya que aún «asociamos este cáncer a la muerte». Ella misma recuerda que pensó aquel día de noviembre, cuando supo que tenía cáncer de pulmón, que no viviría más que unos meses. «Si la población supiese que existe todo esto, a lo mejor el diagnóstico no era tan tsunami como lo es ahora», señala.
España fue un país «pionero» en realizar las determinaciones genómicas para las mutaciones de EGFR, así como para utilizar los fármacos que les hacen frente, según recuerda la Dra. Isla. En un primer momento, iniciaron los estudios con pacientes con la enfermedad avanzada, pero dos décadas después, estas mutaciones se identifican en todos los estadios de la enfermedad.
Leles Martínez, paciente: «Si la población supiese que existe todo esto, a lo mejor el diagnóstico no era tan tsunami como lo es ahora»
«En tumores en fase inicial con afectación local estamos hablando de aumentar la curación, con lo cual su identificación es clave para ponerles el tratamiento», apunta el Dr. De Castro. Sin embargo, ha recordado que en torno al 60% de los casos se diagnostican en estadios más avanzados, para los que las posibilidades de curación caen, aunque también han mejorado considerablemente su pronóstico con las terapias dirigidas. «Hablamos de pacientes que en 2010 tenían un pronóstico de meses de vida y han pasado 15 años y siguen adelante», señala el vicepresidente de SEOM.
El estudio genómico de estos y otros biomarcadores forman parte de la cartera básica del Sistema Nacional de Salud, por lo que cualquier paciente debe poder tener acceso a un diagnóstico con todos los «apellidos» disponibles de su tumor. La realidad es que «en algunos centros no es tan accesible y los tiempos son muy variables», advierte la Dra. Lola Lozano, jefa de Anatomía Patológica de la Clínica Universidad de Navarra y presidenta de la Sociedad Española de Anatomía Patológica (SEAP).
El vicepresidente de SEOM destaca que el estudio de mutaciones EGFR «es clave» en cualquier fase del cáncer de pulmón: «En tumores en fase inicial con afectación local estamos hablando de aumentar la curación»
La paciente y vicepresidenta de la AEACaP lamentaba que a dos pacientes que pasaron por la asociación este mismo año no les ofrecieron en un primer momento el estudio genómico de sus tumores de pulmón en un centro de la sanidad privada. Pero los oncólogos han destacado la mejora en la accesibilidad que ha registrado el SNS de salud en su conjunto en los últimos años. «La determinación genómica está financiada, el paciente lo puede exigir y tiene derecho a que, si su hospital no la hace, la tiene que hacer otro centro», ha apuntado la Dra. Isla.
Aún queda mucho por hacer en la investigación del cáncer de pulmón, donde «es muy importante reforzar la investigación básica y encontrar las dianas terapéuticas», ha destacado Ana Peiró, directora médica de Oncología de AstraZenca, además de diseñar fármacos específicos para esas dianas e «intentar acelerar todo el proceso que, a veces, puede ser lento».
También queda el reto de la detección precoz, con un programa de cribado que aún no está disponible en España. Pero los expertos ven un futuro esperanzador en las próximas dos décadas, en el que el ansiado diagnóstico precoz puede que venga por «un cribado molecular con determinaciones en muestras de sangre», apunta la Dra. Isla. Donde los algoritmos de inteligencia artificial ayuden a «identificar con mayor precisión y rapidez los patrones y alteraciones genéticos y morfológicas de las muestras que tomemos», opina la Dra. Lozano. Y donde la mejor identificación del perfil molecular de esos tumores permita «perfeccionar la personalización del tratamiento, incluso con planes terapéuticos dinámicos», considera el Dr. De Castro.