Barcelona»Trabajé allí [en Facebook] durante siete años y, si tuviera que resumirlos en una sola frase, diría que empezó siendo una farsa esperanzadora y acabó en una tragedia llena de oscuridad y arrepentimiento. Yo era una de las personas que asesoraban a la cúpula de la empresa, Mark Zuckerberg y Sheryl Sandberg, mientras planetas pensaban como planeta, mientras pensaban. desesperanzada como se plegaban ante regímenes autoritarios como China y engañaban a la opinión pública como si nada. les había otorgado y comportado ese poder.»

Así comienza Sarah Wynn-Williams su relato, explicando sus años trabajando como directora de políticas públicas de Facebook (ahora Meta) entre 2011 y 2017 en el libro Los irresponsables: Una historia real de poder, codicia y falso idealismo (Península, 2025). Un libro que también tiene polémica propia, porque el fundador y consejero delegado de Meta, Mark Zuckerberg, intentó impedir su publicación. De hecho, a Wynn-Williams no se le puede entrevistar para hablar del libro ni de su etapa en Facebook. Cuando se publicó en Estados Unidos, en marzo de este año, enseguida se posicionó como uno de los más vendidos en Amazon, y Meta logró una orden provisional de un tribunal de arbitraje que impide a la autora promocionar su libro. De hecho, según publicó The Guardian esta semana, Sarah Wynn-Williams se enfrenta a una multa de 50.000 dólares cada vez que incumpla el orden que le prohíbe criticar a Meta.

Wynn-Williams es una exdiplomática neozelandesa que entró a trabajar en Meta fruto del idealismo, que le llevó a pensar que, en los años incipientes de la red social, «Facebook podía cambiar el mundo». A lo largo de más de 450 páginas, ya través de varios capítulos —algunos con cierto tono humorístico, otros terriblemente crudos, tanto en lo que se refiere a su vida personal como a la profesional—, la exdirectiva repasa cómo la cúpula de Meta pasó de no tener ningún tipo de interés en mezclarse con la clase de EE.UU.; a ser cómplice –de forma inconsciente– de genocidios en Myanmar por su pasividad a la hora de retirar fake news y discursos de odio contra los rohingyes, y en aliarse con el gobierno chino de Xi Jinping para, a cambio de cederle todos los datos de los usuarios chinos, poder operar en el país, entre otros ejemplos.

Todas las situaciones que explica la exdirectiva en el libro han sido documentadas, investigadas o juzgadas, como el escándalo de la manipulación electoral de Facebook y Cambridge Analitica que salió a la luz en el 2018, dos años después de la victoria de Trump. En el libro, Wynn-Williams explica al dedillo cómo se fue orquestando toda la estrategia de lo que se llegó a bautizar como «las elecciones de Facebook»: «Personal de Facebook se integró en el equipo de campaña de Trump en San Antonio durante meses, junto con programadores, redactores publicitarios, compradores de espacios en medios, ingenieros de redes. Parscale, dirigió la operación junto al personal adscrito a Facebook, y básicamente se inventó una nueva forma de hacer una campaña política para llegar a la Casa Blanca a base de publicaciones basura […] Boz, el responsable del equipo publicitario, la llamó «la mejor campaña digital que hubiera visto nunca por parte de ningún anunciante, y punto».

A medida que fueron pasando los años, Wynn-Williams se fue desilusionando. Por lo que explica en el libro, el ambiente dentro de la empresa también empezó a corromperse. También explica el acoso que recibió durante su baja de maternidad cuando sufrió un choque amniótico y estuvo a punto de morir. Describe también un día en el que una chica se puso a convulsionar en medio de la oficina y el resto de trabajadores no la miraron. Explica varios casos de acoso sexual y laboral por parte de varias figuras de poder dentro de la empresa –hombres y mujeres– y, de hecho, en su caso particular, pedir una investigación interna por acoso por parte de su superior directo, Joel Kaplan, es el que termina con su despido, a pesar de tener pruebas y testigos.

«Pienso a todas horas sobre cómo veía yo la empresa antes de incorporarme. En las posibilidades, en la promesa de conectar a todas las personas del planeta. En lo seguro que Facebook cambiaría el mundo hacia mejor. muy sentidas sobre cómo la plataforma les había cambiado la vida […] Parecía prometedor e inmenso; incluso me obsesiona lo peor que tiene. que necesitan: acceso directo a lo que está diciendo la gente en todos los extractos de la sociedad», termina la exdirectiva.