El matador sevillano Manuel Escribano y la modelo Laura Sánchez nos transportan a una tarde en Sevilla que ninguno olvida, porque marca la primera vez que ella le ve torear. ¡Y vaya estreno! Escribano solo dura tres capotazos antes de que el toro lo coja y le propine una cornada. Laura recuerda ese momento de pánico: ve cómo se lo llevan a la enfermería, su glucosa empieza a pitar enloquecida y descubrirá con horror que no tiene forma de contactar con su novio, por haber sido demasiado reservada.
Ese día ella se plantea si de verdad es capaz de «vivir esta vida», junto a alguien con una profesión tan dramática. Las reflexiones por las que discurre son impactantes.
Tan impactante o más es lo que ocurría mientras tanto en la enfermería. Escribano quería seguir toreando a pesar de la cornada, a pesar de que la herida requería operar. ¿Piensas que pidió anestesia? Frío, frío.