En recuerdo de una hazaña imborrable, Abraham Olano (Anoeta, 55 años) viaja la próxima semana a Colombia. Treinta años después de convertirse en el primer ciclista español campeón del mundo, regresa a Duitama, a la colina del Cogollo que seleccionó aquel Mundial que era una … mano entre Induráin y Pantani y que ganó él, vuelve a las calles de la hermosa ciudad del Boyacá, a la avenida donde rodó hacia la victoria con la rueda pinchada y hoy está repleta de tiendas de neumáticos. Allí lo van a homenajear en un acto organizado por el exciclista Abelardo Rondón. Olano vivió su profesión bajo el efecto Induráin. Fue su relevo, que no su heredero, y construyó una hoja de servicios estimable. Este fin de semana se disputa otro Mundial, en Ruanda, con Pogacar y Evenepoel favoritos y pocas esperanzas españolas, salvo que Ayuso diga lo contrario. Antes de la cita Olano habla con ABC.
—¿No había vuelto a Duitama? ¿Cómo recuerda aquella carrera?
—No, no he vuelto. Nos llamaron en el aniversario 25, pero por el Covid no se pudo hacer. La carrera fue un sufrimiento al principio, iba muy pesado. Me costaba muchísimo por la altitud. Venía de la Vuelta y la primera semana no noté los 2.500 metros. Llovía, hizo un día de perros y me fui encontrando mejor. Así llegamos a la penúltima vuelta, recuerdo el pinchazo de Miguel, yo me quedo en fuera de juego, a la expectativa de si él entraba o no, no teníamos ni pinganillo ni nada. Y justo cuando arrancó Konyshev, yo salí a por él, Miguel venía medio enfadado, porque la gente atacó cuando él había tenido un percance. Italia tenía dos o tres corredores, Suiza también. Y me dije, «o me quedo yo a tirar y a bloquear los ataques o arranco y son los demás que tienen que llevar a Miguel a rueda, y así se le pone a él el mundial en bandeja».
—¿Y cómo recuerda ese paseo final con la rueda pinchada?
— Pues era casi casi santiguarse y confiar en el mecánico, Alejandro Torralbo. Hice 1 km 800 m. con la rueda pinchada. Había una chicane justo en la última curva junto al cementerio, y de ahí salí en la llanta. Se desinfló la rueda de golpe y era prácticamente todo recto. A mitad de camino había un paso a nivel cortado, y lo único que pensaba es a ver si pasaba por allí. Venía el trío perseguidor muy pegado, Pantani, Gianetti y Miguel, y pensé ‘si puedo llegar, llego, pero si no, viene detrás Miguel sin tirar y ganará él’. Intenté poner el máximo peso en la rueda delantera y volcado para adelante, y como se ve al entrar en meta solo levanto solo un brazo.
—¿De verdad Induráin nunca se enfadó con usted por ganar ese Mundial?
—No, no. A ver, seguro que le hubiera gustado ganar a él. Cuando llega segundo a meta su gesto es de satisfacción. Me imagino que luego hablando con Eusebio y con Echávarri, no les haría gracia que ganase yo, que era de un equipo rival, el Mapei de Rominger, e iba a llevar el maillot arcoíris. Y no Miguel con el Banesto.
—¿Y ahora a qué se dedica?
—He estado unos años vinculado a la escuela ciclista del Oria, también fui seleccionador de Gabón, y sigo como director técnico de la Federación Guipuzcoana apoyando al ciclismo de base.
—¿Cómo fue la experiencia de Gabón?
—Se pusieron en contacto con la Fundación Contador. Un país africano quería trabajar en el ciclismo y buscaba un técnico. Me informé si era un país conflictivo, si había alguna guerra y vi que el país estaba en calma y dije, pues adelante, una experiencia más. Estaba allí Camacho como técnico de fútbol. Había muchos chavales con talento para la bici, pero eso hay que trabajarlo desde la base. Pero cuando no hay cultura de ciclismo es complicado. Viví un año allí, luego otros dos mitad y mitad, tratando de motivar a los chavales, pero no es entrenar un mes y ya. El ciclismo necesita tiempo.
—¿Cómo fue el contraste entre Gabón y el ciclismo en Europa?
—Los chavales allí estaban deseando que les llevaras algún material para poder andar en bici y realizar el deporte que les gustaba. No es como aquí, que tienen de todo y quieren la última novedad para motivarse.
—¿El ciclismo se ha vuelto pijo?
—Sí. Tanto el sufrimiento como la constancia parece que no están valoradas. Queremos todo ya, las cosas rápido y eso por desgracia no es asumible en el deporte. El ciclismo es trabajo y sacrificio. Y la sociedad está falta de eso.
—¿Se refiere a la sociedad europea o al ciclismo?
—Sí, sí, no solo el deporte. Se quiere todo ya, el dinero fácil, la juventud parece que no quiere trabajar en nada, sino ser influencers. Estos viven bien, tienen un dineral, todos venden mucha imagen… Pero luego también están los trastazos en la vida que se pega mucha gente. Parece que viven impresionantemente bien por encima del resto y sin embargo, cuando se salen de esa influencia o de manipular las redes sociales, pues desaparecen. Ya se han visto desgracias de mucha gente que parecía endiosada.
—¿Pasa esto en el ciclismo?
—Pasa en el ciclismo también. Parece que te fichan más por la influencia que generas en las redes sociales que por dar a los pedales.
—¿Se llega a ese extremo?
—Sí. Yo creo que en todo el deporte. Se buscan personas muy seguidas por la afición y son objetos de mercado. Se busca generar influencia en muchos productos, en este caso de la bici.
—Le veo contundente, más que cuando era ciclista.
—Igual el tiempo te da un poco de seguridad sobre lo que estás viendo y lo que creías que venía. En el ciclismo de hoy se valora menos el esfuerzo y el sacrificio y más todo lo superficial.
—¿No le gusta el ciclismo que ve?
—A mí me encanta el ciclismo de Pogacar, Evenepoel, Van der Poel… El espectáculo de atacar a 80 o 50 kms de meta, eso nos gusta a todos. Las épocas son distintas, hoy los esfuerzos están controlados con los datos. Antes era por sensaciones. Yo estoy disfrutando del ciclismo que vemos, aunque son cinco corredores los que generan esa ilusión. Hay otro ramillete que está un escalón por debajo.
—Se retiró muy pronto, 33 años.
—Tuve un año complicado en 2001. No acababa un entrenamiento en condiciones y yo siempre he dicho si entreno, rindo. Y decidí dejarlo. También tenía en mente lo que le pasó a Miguel, cuando se bajó de la Vuelta antes de subir los Lagos. Hubo críticas de periodistas. Y yo pensé joder, si es Indurain que nos ha dado de comer a todos, a los medios, a los ciclistas nuevos, que nos han puesto el ciclismo a un nivel altísimo. Entonces, el día que yo me retire, los palos van a ser mucho más grandes.
— Su vida está marcada por Induráin.
—Sí, a ver, la mía y la de todos los que han venido detrás. Siempre se han hecho comparaciones, al mismo Contador, a todos. No es malo que te comparen, significa que estás ahí. Luego cada uno hace lo que puede.
—Pero a usted le coincide en el tiempo. Llegó a Banesto justo detrás.
—Yo pensaba que Miguel todavía iba a seguir un año más. Él tenía que renovar por Banesto y yo firmé antes de ir a la Vuelta. Miguel se retira en esa Vuelta y a partir de ahí se rompe su relación con Banesto. Mi intención era que Miguel siguiera como jefe de filas para el Tour y yo para la Vuelta o el Giro. Y de repente tuve que asumir todo el mando. Se me puso la losa de ser el relevo de Miguel, pero claro yo no era él.
—¿Le pesó eso mientras corría?
—No, no, no, ni antes ni ahora. Ya he dicho que estoy muy agradecido por haber pasado después de Miguel y haber pedaleado con él.
—¿Cómo es su relación?
—Seguimos bastante en contacto con algunos eventos que hacemos y hablamos bastante a menudo por whastapp.
—¿Usted nunca tuvo alma de estrella?
—Nadie nace siendo estrella. A base de trabajo y de sacrificio, se suben más arriba o no tanto. Siempre tuve la cabeza clara, si hay trabajo hay rendimiento. Si no, nada. Había otros corredores que igual con menos entrenamiento, podían sacar rendimiento a su cuerpo, pero no era mi caso. A veces me obsesioné con eso.
—¿En mirar la báscula?
—Pues sí. Fue mi hándicap y sigue siéndolo. Hoy en día pues parece más fácil con los dietistas, cada uno sabe su alimentación y lo único que hay que hacer es cumplir con lo que te dicen. En nuestra época no era así. Cada uno se tenía que cuidar, como suelo decir, dejar algo en el plato para no pasarte.
—Fue pionero en un asunto. Su pareja fue su mánager.
—Sí, y me suena que se tomó mal en algunos ámbitos porque no estaban habituados a negociar con mujeres.
—¿Machismo?
—Todo el mundo del deporte era entre comillas machista. Los ciclos van cambiando y ahora se ve bastante a menudo. Y me alegro que una de las pioneras fuera mi mujer.
—Con el tiempo, ¿acierto o error?
—Error no, en absoluto, un acierto completamente. Hay muchos managers que mueven corredores porque tienen un interés para sacar porcentaje para ellos. Y no por sacar beneficio al palmarés o al trabajo del corredor. Tener de manager a tu pareja significa que el rendimiento que se le saque al corredor es por el bien del corredor, no solamente por el bien del manager por recaudar dinero.
—¿Y si la negociación se tensa, no es mejor tener un profesional que alguien a quien se quiere?
. Si las cosas en la pareja están claras, no tiene por qué fallar. Hay que tener claro si le das importancia a tu carrera deportiva o solo al dinero. Para mí fue mejor que negociase mi mujer.
—Tienen familia numerosa.
—Sí, dos chavales y una chica. Es mucho más difícil ser padre que ciclista. No hay ningún libro de instrucciones sobre cómo actuar. A veces quieres ser amigo de tus hijos, y no puede ser. Alguien tiene que mandar. No me ha salido mal.
—España vive uno de sus peores momentos. Pocos ciclistas ganan.
—Estamos pasando una racha, la misma que todos los países que han sido tendencia, Francia, Italia, Colombia. Y deberíamos hacer una reflexión de por qué pasa esto. Estamos adelantando el crecimiento de los ciclistas, de los cadetes, los juveniles, cuando todavía no son atletas. Están sin desarrollar. La técnica en el ciclismo sirve, pero lo que te hace estar delante es el esfuerzo. Igual nos estamos cargando muchísimos jóvenes para sacar uno o dos ciclistas, cuando si le dejas madurar igual podríamos haber tenido más.
—¿Hay muchas prisas?
—Exactamente eso. Y el deporte no se construye con prisas, sino con trabajo y sacrificio. A algunos les puede venir bien, porque maduran más rápido que otros, pero hay otros que no evolucionan así. Es el caso de Pello Bilbao. Si a Pello no le hubiéramos dejado macerar, nos hubiéramos cargado a un ciclista que mira su palmarés.
—¿Despunta un Ayuso, pero entre medias se quedan un montón?
—Exacto, hay muchísimos chavales jóvenes que nos los estamos cargando. Por la prisa. En juveniles nunca un corredor español anduvo muy bien, salvo Morras. Ni Indurain, ni Olano, ni nadie ha triunfado en esas categorías, pero mira luego los corredores que han sido. Los ciclistas se tienen que hacer cuando sean profesionales. Antes se tienen que hacer atletas. Evenepoel era futbolista, Vingegaard venía de trabajar en una conservera, de mover peso. Roglic viene del salto de esquí. Eran atletas. Tienen una base de atleta. El ciclismo lo único que hace es desgaste físico. Y estos no están desgastados físicamente.
—¿Y hoy se fichan watios?
—Claro. Si tienes potencia, te ficho. Si no tienes potencia, bueno, ya veremos. No te piden rendimiento en una competición, te veo como corres. No, no. Dame números, si me das números, te ficho. Luego entrenar y tal ya te afinará y te dará rendimiento de fondo. ¿Y qué pasa con los chavales jóvenes? Que no nos dan watios, porque ya están flacos. Ya vienen con la dieta cuidada, con lo otro y dices, ‘cuando pases a profesionales, ¿en qué me vas a mejorar?’.
—Interpreto que duda de Juan Ayuso.
—No sé si desconfío, pero veo muy complicado que siga mejorando. Él ya está en el ciclismo mundial. Otra cosa es que siga avanzando.
—¿Ha crecido demasiado temprano y no tiene margen de mejora?
—Más o menos, sí. ¿Cuántos años lleva viviendo en Andorra? Arriba del todo. Muchos. Casi desde juveniles. Es diferente al caso de Héctor Álvarez, al que veo que tiene progresión.
—¿Qué opina de las protestas a favor de Palestina y contra Israel en la Vuelta?
—La decisión de retirar a Israel es muy complicada porque no corresponde a una persona. Respaldo las protestas, están bien hechas. Pero cortar la carrera no me parece bien, ni poner en riesgo a los ciclistas. Lo que pasó en Bilbao no me gustó nada. Puedes hacer una manifestación, pero sin poner en riesgo a la gente que está practicando ese deporte. Ahora, suspender una carrera para dar importancia a lo que se está reivindicando porque los políticos no están actuando correctamente es complicado. Israel debe dejar de provocar guerras para que haya paz. Pero a los deportistas no se les puede negar que practiquen un deporte porque es de no sé qué país. ¿Qué culpa tienen ellos?
—En su época el ciclismo quedó muy manchado por los casos de dopaje. ¿Cómo cree que está el tema ahora?
—El ciclismo es deporte de alto rendimiento y siempre se va a ir al límite. En lo que esté autorizado, pues se irá al límite y ahora irán al límite también, me imagino. Ahora se autorizan las cámaras hipobáricas y antes no. Ahora se va a altitud y el hematocrito ya no es importante, sino cómo se ha conseguido esa oxigenación. Los métodos van avanzando y siempre estarán al límite. ¿Qué es positivo y qué no es positivo? Para eso está el reglamento de la UCI y hay que aplicarlo. Pasa en todos los deportes, algunos medicamentos dan positivo en uno y en otros no, las sanciones cambian según el deporte.