El otoño llega con una invitación a hacer de nuestro hogar un refugio cálido y agradable. Es momento de generar el ambiente para preparar el hábitat que nos va a acoger. En la nueva estación, los textiles se vuelven protagonistas materializados en elementos como cojines que ganan nueva vida con tonos terracota, mostaza y verde oliva, mientras que las mantas de lana invitan a quedarse más tiempo en el sofá. Un toque de naturaleza—ramitas secas, hojas prensadas o una pequeña calabaza decorativa—añade textura sin sobrecargar los espacios.

En la preparación de la casa cuidar es clave cuidar la temperatura y la calidad del aire. Un filtrado ligero y ventilaciones breves ayudan a mantener el ambiente fresco sin perder la comodidad térmica. Carlos Rubio, director de Insenia, la Escuela de Decoración y Diseño de Interiores en Madrid, nos comparte sus consejos para preparar nuestra vivienda y dejar que respire otoño sin perder carácter:

“En otoño es normal sentir un pequeño vértigo. Venimos de un verano de sal y playa y, de repente, toca otra vez la vuelta al cole, recibos y tardes que se acortan. Pero esta temporada también trae regalos: el primer abrigo que apetece, el aire fresquito en la cara y esa necesidad tan humana de refugiarse… siempre que la casa sea, de verdad, un refugio.

Aconsejo empezar por planificar con calma. Si la vivienda es grande -o simplemente fresquita-, hay que decidir en qué estancias vas a estar y calentar solo esas. La habitación de invitados que no va a pisar nadie en semanas, u otras como buhardillas o sótanos que no vayamos a usar hay que prepararlas para el invierno y dejar persianas, ventanas, cortinas, puertas y radiador cerrados, porque esos espacios no necesitan calor. Si se pasa mucho tiempo en el salón, hay que poner refuerzo ahí, con elementos que van desde chimeneas eléctricas de vapor de agua con efecto llama y calor real con resistencia y ventilador, hasta estufas de butano o queroseno. En estos casos, la prudencia es clave, los aparatos deben estar lejos de textiles, nunca sin vigilancia, hay que ventilar cuando proceda y, si hay combustión, poner un detector de monóxido. La seguridad primero; el style, dos pasos detrás.

Basílica Hispanoamericana de la Merced en Madrid

Noticia relacionada

En 1950 fue una de las iglesias más problemáticas de Madrid, ahora es un hito del brutalismo: “La obra acabó con la amistad de los arquitectos»

Revisa la calefacción

Poner la casa a punto implica purgar radiadores para aprovechar toda su capacidad.

Jordi Canosa /Proyecto de Pia Capdevila con estilismo de Mar Gausachs
balcon otono

Noticia relacionada

Lourdes Treviño, arquitecta, sobre preparar el balcón para otoño: «A mis clientes les digo que antes de comprar nada se sienten en el balcón en distintos momentos del día»

No todas las habitaciones piden la misma temperatura. Un salón confortable se mueve en 20–22 °C (si eres friolero, 22–24 °C); el dormitorio agradece 3 o 4 grados menos (17–19 °C) para dormir mejor. Si tu sistema de climatización no te permite regular por zonas, montar esa independencia suele ser caro. Para paliarlo, hay elementos como válvulas termostáticas, puertas cerradas y un poco de disciplina. También es muy importante planificar las horas de calefacción. Enciende un poquito antes de llegar a casa y apaga un poquito antes de salir; así, durante las horas en las que no estás no gastas en calentar habitaciones vacías.

Acto seguido va la pequeña ingeniería doméstica del otoño. Ventila en cruz diez minutos por la mañana y cierra después. Mantén la humedad entre el 40% y el 60% para que el cuerpo esté a gusto. Usa deshumidificador si vives en una zona muy húmeda y un humidificador básico en los dormitorios si vives en una zona muy seca o si tu climatización reseca el ambiente. Purga radiadores, revisa caldera o estufa de pellets y no tapes radiadores con cortinas ni muebles: quedan monísimos, pero calientan menos.

Estancias con chimenea

Antes de que llegue otoño, revisa la caldera y el tiro de la chimenea

Amador Toril / Proyecto: Alberto Torres

Una vez que la casa está caliente, no dejes que el calor se escape: pon burletes adhesivos en hojas de ventana que cierran mal, cepillos en puertas de entrada, repasa las cajas de persiana y sella si hay rendijas. En suelos fríos, una base de fieltro bajo las alfombras mejora el confort térmico y el acústico.

Carolina Amoros Partchwork Arquitectura Interiorismo

Noticia relacionada

Carolina Amorós, arquitecta: «Este otoño-invierno aparece una tendencia nostálgica con estampados de la infancia y piezas antiguas»

En la decoración

El otoño pide textura, peso ligero y ese punto táctil que te ancla al sofá. Los textiles son el verdadero abrigo de los interiores. Hazlos tus aliados y sube el gramaje en cojines y mantas (lino más grueso, algodones cepillados, lanas y mezclas suaves); añade una alfombra generosa que recoja sofá y mesa de centro y, en los pasillos, pon un runner con base de fieltro para amortiguar pisadas y primeras horas frías. No hablamos de retapizar el sofá ni de dejarse media nómina: hablamos de fondo de armario. Saca esas fundas más gruesas para los cojines, la manta a cuadros que te abraza en la peli y esa alfombra que guardas bajo la cama. Recoloca, airea, cepilla… y listo. Ese pequeño gesto obra milagros.

Textiles que abrigan

De cara al otoño, el interiorista recomienda subir el gramaje en cojines y mantas y añadir una alfombra generosa que recoja el sofá y la mesa de centro.

Jordi Canosa /Proyecto de Pia Capdevila con estilismo de Mar Gausachs

La luz manda en cómo nos sentimos. En otoño nos sienta mejor una iluminación amable y envolvente. Aprovecha para instalar bombillas regulables, tanto en intensidad como en temperatura de color (las inteligentes te hacen la vida fácil). Baja la luz al anochecer y ponla cálida cuando quieras con la aplicación del móvil. Organiza por capas: una general regulable que no deslumbre, puntos cálidos bien colocados. Ayúdate de una lámpara de pie que abrace el sofá, una de sobremesa en la estantería y una luz bajita para que la noche entre suave. Velas, pon pocas y buenas, siempre con base: la cera no debe conquistar la mesa.

¿Pensando en pintar ahora? El otoño no es el mejor momento, sobre todo si viene húmedo: la pintura tarda más en secar y la ventilación es peor. Lo ideal es a finales de primavera o verano. Aun así, si necesitas cambiar, pinta solo una pared y remata el resto con gesto textil: dos fundas de cojín con trama, una manta nueva, una cerámica bonita en la mesa baja y una rama verde en un jarrón. Si das color, mejor en tierras suaves con subtono grisáceo (greige). Y en paredes de roce continuo, como pasillos estrechos en el frente pegado a la cama, un vinílico lavable o un zócalo lacado a media altura protege y viste.

Las cortinas no solo visten, bajan la reverberación y ayudan a retener el calor. Si las carpinterías están desnudas, unos visillos de lino mezclado con caídas con cuerpo cambian la acústica y la temperatura percibida del salón. De noche, baja las persianas y súbelas por la mañana, que tienen un coste mínimo y un efecto claro.

El dormitorio pide sosiego amable. Pon un edredón nórdico de 220–300 g/m², sábanas de percal o franela y una manta a los pies como remate. Cambia la lámpara de la mesilla de noche por una con pantalla y regulador. Y aprovecha para girar el colchón y ponerlo en posición invierno: tu espalda te lo agradecerá.

En el dormitorio

Acondiciona esta estancia con textiles que abriguen y aporten confort.

Jordi Canosa /Proyecto de Pia Capdevila con estilismo de Mar Gausachs

En cuanto a las terrazas, patios y jardines, en otoño también se puede hacer vida fuera. Ten a mano mantas de exterior, cojines outdoor desenfundables y una mesa lista para un café al mediodía. Revisa drenajes, barre hojas, protege maderas con aceite y añade luz cálida con guirnaldas o balizas para alargar el atardecer. No te olvides de las plantas, que también sienten el cambio: si tienes macetas en el balcón que en otoño e invierno pueden helarse, así que pásalas dentro, cerca de la ventana y lejos de radiadores. Con riego más moderado y buena luz, viven un otoño feliz y la casa respira verde y vida.

Al final se trata de domesticar el otoño: planificar el calor donde realmente estás, cerrar rendijas, cambiar el humor con la iluminación y sacar del armario las texturas abriguen. Solo hace falta un poco de técnica y un mucho de cariño para que la casa te reciba con buena cara y sin hinchar las factura. Con ese equilibrio, el frío se queda en la calle, la vida se concentra en los metros que importan y tú eliges el único ritual urgente: sofá preparado, manta a mano, luz amable, libro o peli, chocolate caliente o café. Si a media tarde se cuela un rayo de sol, mejor aún: recordatorio de que fuera refresca… y dentro se está de cine”.