(Maialen ANDRES | FOKU)

Las expectativas eran altas. No nos vamos a engañar. El cine vasco ha gozado de un gran escaparate en la recién concluida 73ª edición de Zinemaldia. 38 películas en total, cuatro de ellas en Sección Oficial. Koldo Almandoz entraba fuera de competición con la serie ‘‘Zeru ahoak’’ y Asier Altuna hacía lo propio con ‘‘Karmele’’, una película inspirada en la novela del ondarroarra Kirmen Uribe ‘‘Elkarrekin esnatzeko ordua’’, que narra la trepidante historia real de Karmele Urresti y Txomin Letamendi. Bien. Pero también había opciones en la competición. Los Moriarti siempre prometen y, aunque el palmarés final ‘‘solo’’ premió la labor de Jose Ramon Soroiz, han elaborado la que seguramente es la propuesta más atrevida que han realizado hasta ahora con ‘‘Maspalomas’’. Alauda Ruiz de Azúa asomaba con su tercera apuesta, ‘‘Los domingos’’, que llegaba tras ‘‘Cinco lobitos’’ y ‘‘Querer’’. Y pasó algo inusual entre las quinielas de Zinemaldia, también hay que decirlo. Normalmente la crítica suele estar dividida entre varias opciones en cuanto a la ganadora de la Concha de Oro pero, en esta ocasión, Ruiz de Azúa encabezaba todas las apuestas (incluida la elaborada por nuestre especialiste en cine, Mariona Borrull) y no hubo lugar a dudas.

YA ES CONOCIDO QUE LA DE BARAKALDO

se ha llevado el ‘‘premio gordo’’ del certamen, pero es necesario ahondar en los ‘‘preliminares’’ para entender un poco más esta pequeña revolución que vive el cine vasco.

Jaione Camborda ya se hizo con el mayor galardón del certamen donostiarra en 2023 con ‘‘O corno’’, un premio que también llegó tras un camino colectivo bien trillado. Fueron los propios Moriarti quienes en el año 2010 presentaron ‘‘80 egunean’’ en el Festival de Cine y Derechos Humanos de Donostia (por entonces encabezado por el actual director de Zinemaldia, José Luis Rebordinos). La temática era atrevida. Una relación sentimental entre dos mujeres de avanzada edad. Pero no fue solo eso lo que les diferenció. El equipo trajo una nueva estética al cine vasco, una nueva manera de hacer cine que subía un escalón a lo realizado anteriormente.

QUÉ DECIR DE «LOREAK», LA PRIMERA PELÍCULA EN EUSKARA QUE COMPITIÓ EN SECCIÓN OFICIAL

La narrativa y la búsqueda de una belleza en diferentes capas dentro de la misma película consagraron a los Moriarti a otra escala (solo hay que ver el recorrido que han realizado en los últimos años). Pero quizá lo más meritorio del cine que se hace en nuestro territorio es que no excluye a sus propios recursos, y que no espera a que nuevas generaciones florezcan para poder dar el salto ante el mundo. Es el caso de Nagore Aranburu, que en la presente edición ha participado en los cuatro proyectos vascos que han estado presentes en Sección Oficial. Poco se habla de la épica de una actriz que dio sus primeros pasos en ‘‘Jaun eta Jabe’’ hace treinta años junto al propio Soroiz. Y lo hace, además, con registros muy distintos y con una solvencia digna de cualquier intérprete internacional. Fue la propia actriz quien recordó, durante la rueda de prensa de ‘‘Maspalomas’’, el dulce reencuentro que ha tenido con el actor de Legorreta.

Aparte de los premios recibidos, sería deseable que el mercado del cine estatal e internacional abriese puertas a la producción vasca y garantizase un recorrido estable en las salas de cine, que serán las que ahora reciban estas películas para el público general.

Con todo ello queda claro que ese camino del que muchas veces se habla, ha sido recorrido una y otra vez, pero con perspectivas diferentes. La labor de ciertas personas ha valido, en algunas ocasiones, para abrir vías alternativas a nuevos talentos como Alauda Ruiz de Azúa o Irati Gorostidi, y, en otras, para seguir confiando en nuestros propios recursos, pero esta vez sobre una alfombra roja bien visible ante el mundo. Nada es casualidad, y mucho menos cuando el trabajo realizado se remonta a generaciones anteriores.