Natural de Daniel Luque a Olvidado, el quinto toro de Garcigrande al que le cortó una oreja en La Maestranza.

Natural de Daniel Luque a Olvidado, el quinto toro de Garcigrande al que le cortó una oreja en La Maestranza. ARJONA (PAGÉS)

Luque cortó una oreja en La Maestranza a un Garcigrande que encrespó los ánimos y terminó rendido al misterio de una poderosa y dulce muleta del torero de Gerena que se llevó la tarde de calle y pudo ampliar su sabroso botín si no se cruza un absurdo descabello en el segundo


Javier Lorenzo

Sábado, 27 de septiembre 2025, 21:51

  • 27/09/25
    Lleno de «no hay billetes», en tarde entoldada y de agradable temperatura.

  • GANADERÍA
    6 toros de Garcigrande, bien presentados y de buenas hechuras. Deslucido el flojo 1º; emotivo y profundo el 2º; vibrante y temperamental el 3º; noble el 4º; sin celo el noble 5º, y manejable el 6º.

  • TOROS

  • ALEJANDRO TALAVANTE (Verde oliva y oro)
    Gran estocada (silencio); y estocada trasera y tendido (silencio).

  • DANIEL LUQUE (azul marino y oro)
    Estocada y dos descabellos (ovación con saludos tras aviso); y estocada casi entera y tendida (oreja).

  • BORJA JIMÉNEZ (Tabaco y plata)
    Estocada (vuelta al ruedo tras petición); estocada (ovación de despedida).

Ni Talavante ni Borja Jiménez tienen el misterio de Luque. Ni tampoco la capacidad de su prodigiosa muleta, ni ellos dos y casi ninguno del escalafón. Solo él pudo sacarse de la chistera una faena como la que se inventó con el quinto y solo él es capaz de revertir una faena y sobre todo convencer a quien ya lo daba todo por perdido. Una sorpresa para todos. Incluso Olvidado, ese quinto de Garcigrande, que tampoco confiaba en sí mismo. Descastado y sin celo, de principio a fin, trató de dárselo Luque a base de un pulso exquisito, un aplomo rotundo y un convencimiento llamativo. Cuando la gente ya había desconectado lo metió en la muleta pasado el ecuador de la faena. Luque le dio la vuelta a todo a base de fe. Fue la serie del misterio, en la que el toro embistió noble, al paso y al ralentí, humillado y entregado, entre las caricias de Luque, que se lo pasó prieto, que lo toreó con dulzura, que usó la pañosa con mimo y con la maravillosa suavidad imperceptible de unos vuelos que obraron el milagro. Porfió después al natural con el tesoro encontrado para disfrutarlo porque solo él confió. Arrancó la música e incluso la mandó parar para exprimir aquel chupito que resultó una delicia. Lo terminó paladeando y La Maestranza degustando.

No fue el oasis de la vulgaridad de la tarde porque al bravo segundo lo cuajó de fábula también. Aquello fue un tratado de ciencia, técnica y conocimiento de Luque para navegar con un Brioso que, por encima de todo, tuvo eso: brío y seria personalidad en su cambiante comportamiento con un pitón derecho que lo enseñó muy pronto (antes de coger la muleta) y lo mantuvo; y un izquierdo que pareció mucho en los remates pero que no se confirmó cuando se metió en profundidad con él. Todo tuvo mérito y vibración. Se atravesó un descabello y aquello fue como un cortocircuito para una faena que mereció más que una ovación.

Para cortocircuito el de Borja Jiménez con el tercero, un Arrocero geniudo y temperamental con el que empezó de manera meritoria, comprometida y explosiva pero aquello tuvo efecto gaseosa porque el torero en vez de meter el toro en la muleta y reducirle la velocidad se contagió de esa rapidez del temperamento de la casta que le costó dominar. Aunque lo matara con determinación. Con el sexto la tarde ya estaba vencida y rendida; y ya tenía un claro protagonista en una partida en la que Talavante no jugó, ni entró siquiera en escena en toda la tarde. En sus filas actuó Javier Ambel, en el que pocos repararon que volvía al escenario en el que recibió una de las cornadas más graves de la temporada hace poco más de cuatro meses que le ha tenido parado hasta hace bien poco. Repitió el mismo vestido, un lirio y azabache, brilló con la capa primero pero Borracho ñ, después, no fue el toro más fácil para despejar los fantasmas del miedo. Ese toro se aburrió de Talavante, con Arrocero no pudo Borja, Brioso fue el toro de nota del encierro y la gran sorpresa fue ese Olvidado con el que Luque dejó media docena de naturales de los que quedan para siempre.

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