María Jesús Montero lo ha sido todo en el PSOE andaluz: desde consejera de Salud durante nueve años (2004-2013) hasta máxima responsable de la Hacienda autonómica (2013-2018). En Madrid no la descubrieron hasta que Pedro Sánchez la incorporó a su … Gobierno en junio de 2018 y la ministra de Hacienda empezó a subir escalones de dos en dos: vicepresidenta primera del Gobierno, vicesecretaria general del PSOE, líder de la federación andaluza y candidata a la Presidencia de la Junta.
De casi todas las batallas políticas que ha librado en 23 años con los focos apuntando hacia su persona, ha salido más o menos airosa con su particular manual de resistencia. Sin embargo, esta habilidad no es ni de lejos lo mejor que la doctora Montero (se licenció en Medicina) sabe hacer. Donde no tiene igual es dejando frases para la historia que lo mismo sirven para escapar de un aprieto, para ridiculizar a un dirigente del PP, para aleccionar sobre los presupuestos o para levantar la moral alicaída de los socialistas que no terminan de ver la hora de recuperar la Junta de Andalucía perdida en las elecciones de 2018.
«Ese bicharraco que es PSOE andaluz»
«Con ese bicharraco que es el PSOE de Andalucía, cuando está bravío, unido, se lo cree, lo pelea, militante por militante, simpatizante por simpatizante, somos imbatibles», proclamó Montero en el Comité Director celebrado el pasado 20 de septiembre. La palabra elegida para definir la portentosa maquinaria que ha sido el PSOE andaluz no habría desentonado entre parroquianos en la barra de un bar, pero sonó chocante escucharla en una intervención retransmitida a los medios de comunicación en un órgano interno.
Todo vale con tal de contagiar su entusiasmo a la tropa. Para tamaña tarea no necesita seguidores sino creyentes que profesen la fe de que su candidata puede obrar la gesta de recuperar la Junta de Andalucía después de que su antecesor, Juan Espadas, firmara el peor resultado de la historia para el PSOE en los pasados comicios de 2022. Despertar a ese «bicharraco» es la última de las ocurrencias que ha regalado la ministra criada en Triana que, como se dice en Andalucía, suele estar sembrada.
«Chiqui… Son 1.200 millones. Eso es poco»
«Pasarse en un presupuesto es fácil. Lo he dicho siempre, chiqui… Son 1.200 millones. Eso es poco. Eso se quita o pone en una parte del presupuesto». ¿Qué son 1.200 millones? Una minucia en el océano de las cuentas del Estado. Así se lo dio a entender Montero a una periodista en el Congreso el 18 de octubre de 2018, casi recién aterrizada en el Ministerio de Hacienda. Bruselas había reclamado al Gobierno de Sánchez que aclarase algunos ingresos poco fiables. La ministra quitó importancia a un posible ajuste del cinturón impuesto por Europa como sería elevar el déficit del 1,3% al 1,8%. A vuela pluma supondrían unos 1.200 millones. Nada que no pueda arreglarse quitando de aquí y poniendo allá. Poca cosa, aunque daría para construir seis hospitales de tamaño medio.
La frase, convertida en carne de meme, se la recordó en diciembre de 2020 el entonces portavoz del PP, Javier Maroto, durante un debate en el Senado acerca de los presupuestos. La ministra se lo tomó como una burla a su acento sevillano. «En Andalucía expresiones como ‘chiqui’, ‘miarma’, ‘cariño’, ‘niño’, ‘chiquillo’, se utilizan todos los días por todos los ciudadanos; por tanto, cuando usted critica de mí la utilización de estas expresiones frecuentes en Andalucía, está criticando el habla de Andalucía», lo reconvino.
«Nos ponemos la bata de cola si queremos»
El «acento andaluz», un filón que exprime cada vez que puede, funciona como una sinécdoque conspirativa de la derecha reaccionaria. Cualquier ataque hacia una palabra suya representa un escarnio al conjunto de los andaluces. A veces sucede que la pelota se la dejan botando.
Tras el sonado tropiezo de la ministra el pasado marzo, que había cuestionado a los jueces que absolvieron al futbolista Dani Alves por agresión sexual, la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, desempolvó los estereotipos más rancios del folclore: «La que se fue a Sevilla, y va a perder su silla, se puso el otro día una camiseta de faralaes y se vino arriba con la bata de cola». Montero le dio la réplica emulando a Lola Flores: «[Los andaluces] nos vestimos de faralaes si nos queremos vestir de faralaes, y nos ponemos bata de cola si queremos ponernos bata de cola». Fue pronunciar esta frase en el Congreso del PSOE de Córdoba y algún que otro delegado se imaginó a su dirigente culebreando con la bata de cola por el escenario.
«Feijóo es el señor ‘Mopongo’»
María Jesús Montero reúne una colección de motes para caricaturizar a sus adversarios. En un festival del humor político no igualaría a otro sevillano ilustre, el exvicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra, pero le pone ganas e ingenio. Durante un mitin de su partido en Mérida el 1 de septiembre de 2022, la ministra se lanzó a la comedia: «[Alberto Núñez] Feijóo es el señor ‘Mopongo’, y no es que venga de África, es que es ‘ponga usted una propuesta, que yo me opongo. Da igual lo que usted diga, yo, ‘mopongo’».
Más despectiva sonó su mofa sobre el aspecto físico de Miguel Tellado. Durante una convención del PSOE en A Coruña, la vicesecretaria general se refirió al portavoz parlamentario del PP como «este hombre que habéis mandado para Madrid, el de las gafas». Para no confundirlo con su líder Feijóo, que por cierto ya no lleva lentes, precisó que, «bueno, los dos tienen gafas, el que tiene menos pelo, Miguel Tellado».
«¡No, coño, las mujeres son listas!»
El aludido le contestó en X con retranca gallega: «Para referirse a mí, la número dos de Pedro Sánchez incide en que soy calvo y llevo gafas. ¿Qué pasaría si se me ocurriera describir a una diputada del PSOE por su aspecto físico? Por su peinado, su vestimenta…». A quien se le ocurriera tal cosa es probable que le colgaran la etiqueta de machista, pero Montero es una feminista convencidísima.
Sus palabras en un reciente acto con mujeres en Alcorcón (Madrid) dan fe de ello: «Muchas veces, además de ser trabajadoras, somos listas. Tenemos neuronas, talento, capacidad y queremos mandar. Parecería que el único atributo al que tenemos que dar las gracias por que se nos reconozca es que es muy trabajadora, es que se toma muy en serio los temas. No, coño, [las mujeres] son listas».
«Si recaudas por Ricola, solo puedes gastarlo en Juanolas»
Pedagogía es una palabra que nunca falta en el vocabulario de Montero. La practica cada vez que puede, aunque no siempre le funciona. No le sirvió para convencer a su compañera y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz (Sumar), de que a partir de 2025 debían tributar los trabajadores que cobran el Salario Mínimo Interprofesional.
En una comparecencia con periodistas en octubre de 2022, a la ministra le salió la profesora que lleva dentro. Con caramelos Ricola y pastillas Juanola, la ministra intentó explicarles que lo que se recaude con el impuesto de solidaridad de las grandes fortunas será destinado exclusivamente a financiar medidas para mitigar la crisis provocada por la guerra en Ucrania: «Cuando afectas un impuesto, dices: si recaudas por este producto —exhibió una cajita de Ricola—, solo puedes gastarlo en Juanolas. No te lo puedes gastar en nada más. Si las Juanolas no están, ahora tienes los recursos y no tienes dónde gastarlos, y como no tienes dónde gastarlos te descuadra ingresos y gastos». Más transparente que el agua.
«Lo que dice el acuerdo es lo que dice el acuerdo»
Hay asuntos espinosos para el Gobierno progresista en los que le conviene no ser tan divulgativo. Uno de ellos es el acuerdo firmado entre los socialistas catalanes y ERC que permitió a Salvador Illa ser investido presidente de la Generalitat. El documento contiene una cláusula que establece una «financiación singular» para Cataluña parecida a la de País Vasco y Navarra, es decir, que la Generalitat recaude todos los impuestos y después haga dos transferencias (sin cuantificar) al Estado. Es un trato preferente difícil de digerir para el resto de barones regionales, sean del PP o del PSOE, y para la propia Montero, quien pocos meses antes había renegado categóricamente de un concierto o cupo fiscal catalán.
El PP le pidió explicaciones sobre el polémico pacto catalán en el Senado y la andaluza usó un trabalenguas para no llamar a las cosas por su nombre: «Lo que dice el acuerdo es lo que dice el acuerdo, no lo que cada uno creamos que dice el acuerdo. Y lo que no dice el acuerdo es lo que no dice». ¿Ha quedado claro? Todo un homenaje de la ministra a Groucho Marx en aquella escena hilarante de ‘Una noche en la ópera’: «La parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte».
Amnistía, financiación singular, traspaso de las competencias sobre inmigración, foto en Waterloo con Carles Puigdemont (Junts) y todo lo que haga falta… si de ello depende la permanencia de Pedro Sánchez en La Moncloa. Puestos a dar, como diría Groucho: «¡Y también dos huevos duros!».