Los salones fríos sin apenas nada más allá de los muebles en tonos grisáceos, blancos o de madera clara que han desatado en ocasiones todo tipo de bromas por sus comparaciones con clínicas sanitarias o museos, han pasado a la historia. Así lo adelantan los interioristas que apuntan a una tendencia maximalista que ya comenzó en este 2025 y que acabará por consolidarse en la temporada otoño/iniverno.
Las claves del maximalismo están en los colores, las texturas y llenar las casas de objetos de decoración como cuadros, plantas o estanterías que se adapten a las distintas tendencias, como el conocido maximalismo mediterráneo, que apuesta por la cerámica colorida y llamativa entre otros muchos elementos.
Esto corresponde, tal y como apunta a El HuffPost Lourdes Treviño, arquitecta y directora de Freehand Arquitectura, a «un deseo de expresividad dentro del hogar» después de años de tendencia a la «neutralidad». «Los espacios vuelven a llenarse de vida, color y contrastes», apunta y recuerda que «el minimalismo, en su versión más fría, ha perdido protagonismo».
Con ella coincide Javier de la Cruz, arquitecto y director del estudio de arquitectura DmasC, quien recuerda que el maximalismo no se da en su versión caótica y tendente al horror vacui de combinar todo tipo de objetos y colores con el fin de llenar las habitaciones, sino que «hablamos de un maximalismo maduro y estructurado, que se apoya en el contraste de materiales, la riqueza cromática y la superposición de elementos bien pensados».
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Vista de una habitación maximalista en tonos azules.Getty Images
Para aplicarlo, Treviño señala que es una «oportunidad para jugar con texturas, capas y piezas con historia que hacen que cada estancia tenga carácter». «Vemos que la gente busca rodearse de elementos que les emocionen: una butaca con un tapizado atrevido, un cuadro que capture la atención o una lámpara escultórica que se convierta en conversación», explica la arquitecta, que recuerda que el minimalismo sigue teniendo cierta influencia en el equilibro y orden de las estancias.
«Líneas puras, espacios ordenados y funcionales que sirven como lienzo para desplegar la parte más expresiva y emocional de la decoración. En realidad, no se trata de elegir entre uno u otro estilo, sino de combinarlos de forma inteligente», recalca.
De la Cruz recuerda que entre las tendencias de decoración presentes ha detectado un «interés creciente por introducir maderas oscuras con acabados visibles, mármoles con vetas marcadas y tejidos densos como bouclé o terciopelo que aportan calidez». Pero también hay cambios en los colores ya que apunta que «la paleta cromática se enriquece con tonos intensos —burdeos, verde esmeralda, terracotas— que generan atmósferas sofisticadas y acogedoras para los meses fríos».
A diferencia de la uniformidad que transmitía el estilo minimalista, ambos especialistas recuerdan que el maximalismo busca dar personalidad a las estancias y que «cada rincón hable de quien lo habita».
«Materiales naturales, objetos artesanales y colores intensos conviven con piezas contemporáneas y un trasfondo minimalista que aporta orden. El resultado son casas vivas, acogedoras y únicas, que reflejan la personalidad de quienes las disfrutan», sentencia Treviño.
Para De la Cruz la palabra clave es «autenticidad»: «No se trata de responder a una moda pasajera, sino de proyectar un estilo de vida: hogares que transmitan carácter y bienestar a partes iguales».
«En este sentido, el maximalismo contemporáneo no significa saturar, sino añadir capas de significado a través de materiales nobles, piezas singulares y combinaciones que refuercen la identidad del espacio. Esta fusión entre estructura minimalista y riqueza expresiva es, sin duda, lo que definirá los interiores de esta temporada», añade.