Lucas Haurie
29/09/2025
Robin John del Castillo Clanchy podría tratarse del nombre de un actor de serie B o un afamado DJ de la Ibiza desbordante del verano, pero es un sevillano que se proclamó campeón del mundo de la selección española de balonmano playa. En Túnez vivió a finales del pasado mes de junio sus días de gloria en una emergente carrera con destino desconocido por las excelsas condiciones que atesora este espigado y rubicundo jugador. Su padre fue portero en balonmano, así que Robin era una presencia habitual en cada encuentro de su gran ídolo. Con once años se inició en pista, pronto demostró sus dotes para la defensa y el lanzamiento. Tres años más tarde, en lugar de descansar, empezó a participar en la arena durante el verano. En uno de sus primeros torneos quedó tercero de España.
Este nuevo talento andaluz le debe mucho a su entrenador Fonsi, que en secundaria advirtió más virtudes de las evidentes, vio un potencial que ha ido explotando con las temporadas. Hizo hincapié en cualidades que fueron brotando. Sus padres no pusieron ninguna pega. Siempre han estado al servicio de su vástago, para acompañarle por España o por el extranjero, con el dispendio que eso suponía para la economía familiar. “Ellos me han apoyado siempre en todo momento, me han llevado a los partidos, han hecho esfuerzos para pagarme todo lo que necesitaba y es por eso que todo lo que consiga siempre se lo voy a agradecer a ellos”, confiesa.
Brasil y Hungría completaron el podio del Mundial juvenil. España y Alemania se jugaron la gran final en Mamaia Beach, en la ciudad tunecina de Hammamet. Los germanos fueron los únicos que habían logrado derrotar a los hispanos de la arena en la fase previa en un partido igualadísimo. El combinado del que forma parte Robin John se tomó cumplida revancha al imponerse por 2-0 (16-8 en el primer set y 15-12 en el definitivo). El sevillano no lo pasó bien al inicio de la concentración estival, ya que fue perdiendo compañeros por descarte, con los que había coincidido desde niño. El sacrificio, los malos ratos, se compensaron con el entorchado. “Al principio, no me lo creía, pero con los días lo vas asimilando. Empecé a correr en busca de mis padres y me fundí en un abrazo con ellos”, comenta.
Ya prepara la temporada con su club, el BM Proin Sevilla. Sus miras son ascender con el equipo de Primera Nacional o dar el salto al División de Honor Plata. Esto será en pista. En la arena le aguardan nuevos desafíos y hay uno grabado a sangre; participar en unos Juegos Olímpicos y, puestos a pedir, colgarse una medalla con sus correspondientes laureles en la cabeza.