El Baskonia se dispone a arrancar este martes la Euroliga ante el Olympiacos con una nómina de trece jugadores. Dadas las dimensiones actuales que se … manejan en la competición, el azulgrana es un vehículo ‘mini’ para circular por las rutas más exigentes del baloncesto continental. En la parrilla de salida se empareja con estructuras baloncestísticas gigantescas, capaces de aglutinar hasta 16 jugadores, como es el caso del Panathinaikos. Lo temible es que no se detectan piezas para hacer bulto en la plantilla que dirige Ergin Ataman. El del Panathinaikos no es un caso aislado. El Fenerbahce, vigente campeón, dispone de 16 baloncestistas útiles, sin contar sus jóvenes valores otomanos. En el Estrella Roja de Belgrado, la superpoblación se eleva hasta 18 jugadores. Ettore Messina también manejará una plantilla 16 actores.
Son las medidas que marcan tendencia en una Euroliga que esta temporada elevará su número de participantes a veinte equipos. Puede haber debate sobre el nivel otros tiempos en comparación con el presente, pero nadie discute que la máxima competición continental es una descomunal prueba de resistencia en la que el talento y la calidad van de la mano con la buena administración de esfuerzos. La fase regular se amplía a 38 jornadas, con hasta diez semanas con dos partidos. Se mantiene el formato del play in para repartir los dos últimos escalones de los cruces de cuartos que configurarán el cuadro de honor para la Final Four, que se celebrará en Atenas del 22 al 24 de mayo. El vencedor final podría llegar a jugar un máximo de 47 partidos.
Crecimiento
Los planes de expansión del torneo fijan un nuevo límite de 24 equipos en un futuro
La dureza del trazado continental y la obligación de armonizarla con el calendario de las ligas domésticas deparan plantillas kilométricas. Esta temporada se prevé el inicio de la aplicación del sistema de control de gasto aprobado el pasado año por los propietarios del torneo, pero no parece haber contención económica alguna entre los poderosos de siempre. Además, los nuevos ‘invitados’ presagian un recrudecimiento de las hostilidades. Desembarca el Valencia Basket, esta vez con propósito de continuidad y con una plantilla armada hasta los dientes.
Llega el Hapoel Tel Aviv como vencedor de la pasada Eurocup y con un fichaje con los que pretende marcar territorio. En su retorno a Europa. Vasilije Micic se ha decantado por el ‘otro’ equipo de la megaurbe hebrea. Desde Oriente irrumpe el Dubai Basketball tras un año de ‘rodaje’ en la Liga Adríática. La Euroliga abre de par en par la puerta al capital emiratí. La alianza va más allá de contratos de patrocinio o eventos como la Final Four pasada que se celebró en Abu Dabi y coronó al Fenerbahce. Ahora, se le concede un asiento competitivo al proyecto de Dubái, recién construido y sin trayectoria en la élite. El Baskonia necesitó varios lustros para echar raíces firmes en la exclusiva nobleza europea. Dubái ha accedido a primera línea en sólo dos años. ¿La diferencia? El dinero.


Dubái es el síntoma claro de hacia dónde gira la brújula de una Euroliga ahora amenazada por los planes de la NBA para desembarcar en Europa de la mano de la FIBA. De momento, todo apunta a que no hay un plan inminente ni sólido pero tampoco parece tener prisa la mejor liga del mundo para extender sus dominios. Mientras, la competición de la que el Baskonia es propietario busca vías de financiación y nuevos socios en Oriente para garantizar la cohesión.
La batalla ‘diplomática’ va en paralelo con un crecimiento deportivo imparable. Este curso serán veinte equipos, pero hace semanas que Ettore Messina anunció que el plan es elevar el número de participantes a 24. Algún día concluirá la guerra de Ucrania y volverán los clubes rusos, con el CSKA a la cabeza y también con la condición de dueño de una parte del entramado societario de la Euroliga. La expansión, más o menos sostenida, no termina en la veintena.
La sombra de Gaza
Mientras, el drama de Gaza y el clamor internacional contra Israel sobrevuelan la competición. La posible expulsión de los equipos hebreos es un tema que ya trata la UEFA y que en cualquier momento puede saltar a la mesa del principal torneo continental. Sobre todo, si otros deportes u organismos internacionales se decantan por vetar a los israelíes. No será la Euroliga la que tire la primera piedra contra un histórico como el Maccabi, también integrante del grupo de clubes propietarios.
Dentro de un mercado condicionado por la escasez de jugadores, los clubes de la Euroliga tratan de retener la calidad o nutrirse de lo bueno conocido. Entre los quince primeros jugadores en el ranking de valoración de la pasada temporada, se confirma esta tendencia. TJ Shorts cierra un curso de ensueño en París para subirse a la locomotora de Ataman en el Panathinaikos mientras Theo Maledon aparca el Asvel para buscar cotas más ambiciosas en el Real Madrid.
Reto
La exigencia de un calendario saturado depara plantillas kilométricas
El baloncesto actual es de los anotadores exteriores y Carsen Edwards deja Múnich para enrolarse en el Virtus Bolonia de Dusko Ivanovic, que deja marchar a Tornike Shengelia, el fichaje de mayor impacto del Barcelona.ikola Mirotic se despide de Milán para poner su fino estilismo al servicio del As Mónaco, que se desprende de Jordan Loyd, que pone rumbo al Anadolu Efes. El equipo turco también ha rebuscado en el mercado interno para llevarse a Isaia Cordinier de Bolonia y a Nick Weiler-Babb de Múnich con Igor Kokoskov como nuevo jefe del banquillo.
En el Pireo, el Olympiacos se consuela de una nueva lesión de Keenan Evans y compra al Partizan a Frank Ntilikina y se agarra al liderazgo de Vezenkov tras apuntalar una plantilla continuista con Tyson Ward, Kostas Antetokounmpo y elexbaskonista Donta Hall. En Belgrado el derbi eterno entre el Partizan y el Estrella Roja prosigue a golpe de inversiones millonarias, especialmente en el conjunto rojiblanco, que recluta a Chima Moneke, Semi Ojeleye y nueve jugadores nuevos más. La máxima expresión de itinerancia laboral en la Euroliga.