Ha publicado alguna de sus imágenes en la revista Times y ha sido finalista del prestigioso concurso internacional World Press Photo. También había ‘colado’ una fotografía en la edición digital de la revista National Geographic (un niño pequeño pescando en el lago Inle, en Myanmar), pero ahora, por primera vez, ha dado el salto al papel y una de sus imágenes se podrá ver en el interior de la edición de octubre.

Su autor es Míchel Pedrero Rubio, un placentino que hace diez años se internó en el mundo de la fotografía etnográfica y antropológica aprovechando su trabajo como líder de expediciones.

Tribu de Etiopía

En uno de sus viajes, que realizó en julio de 2024 al Valle del Omo, en Etiopía, fotografió a un hombre de la tribu Karo, «una comunidad conocida por el arte corporal y las prácticas simbólicas». Esa es la imagen que National Geographic ha seleccionado para la revista física, dentro de las numerosas que recibe cada mes.

Míchel explica que esa tribu en particular destaca porque «se pintan mucho, como forma de defensa o para asustar a los malos espíritus. Es una tribu muy estética y el retrato quedó muy bonito».

Míchel Pedrero, de Plasencia, ojea el número del National Geofraphic en la que aparece.

Míchel Pedrero, de Plasencia, ojea el número del National Geofraphic en la que aparece. / TONI GUDIEL

Documentación visual

El hecho de que haya sido elegido por la revista supone para este placentino, sobre todo, una proyección internacional. «Estoy muy contento de este reconocimiento porque resalta la importancia visual en la documentación y la apreciación de nuestro mundo y refuerza mi compromiso de seguir documentando».

Es su vida, junto con los viajes que guía. Por eso, ya tiene planificados los próximos. «Ahora en noviembre voy a Camboya y, después, vuelvo a África, a Sudán del Sur y así cierro el año. El próximo volveré a Latinoamérica, que llevo muchos años sin ir y ahí fue donde empezó todo. Estaré en Bolivia, al Amazonas, Ecuador, Paraguay, Argentina… Estaré dos o tres meses y, luego, a Siberia, al Ártico».

Viajero por el mundo

Míchel tiene claro que «el mundo, viajar, es el libro más enriquecedor que hay», pero sus viajes no se quedan solo en la fachada de los países a los que va.

«Son viajes para conectar, con la gente, con la cultura, con la naturaleza, con todo. Me encanta porque aprendo. Al final es una forma de aprender, de compartir con personas que no tienen nada que ver contigo, ni en raza, ni en cultura, ni en religión, pero al final hay muchas cosas que nos unen».

Mientras prepara sus próximas expediciones, ha cambiado su ‘base de operaciones’ de Tarifa a Plasencia porque, como confiesa, «al final, la tierra tira».

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