No hay ninguna vergüenza en admitir que a veces seguimos las series por ver si sus protagonistas acaban liados o no. Especialmente en las comedias, el romance es otro componente que tira mucho del carro. Sitcoms míticas como ‘Friends’ tienen entre algunos de sus momentos más memorables aquellos en los que dos de sus protagonistas finalmente se lanzan.

El problema está cuando esta química es para los espectadores el único hilo de conductor que les hace seguir enganchados. En 1987, la mítica ‘Luz de luna’, protagonizada por Bruce Willis y Cybill Shepherd, sufrió exactamente de esto. El tira y afloja entre los protagonistas era tan bueno que cuando llegó el momento de juntarlos supuso un climax colectivo de los espectadores, seguido de una inmediata pérdida de interés en el resto de la serie reflejada en un notorio bajón de audiencia.

Newgirl

Para bien o para mal, ‘Luz de luna’ sirvió para acuñar el término televisivo conocido como «Moonlighting Curse» (La maldición de Luz de luna), también llamado «Moonlighting Syndrome» o «Moonlighting Disease». La serie resolvió la tensión sexual de ambos a finales de la tercera temporada, y tras ello solo duró dos temporadas más, una de las cuales trató de contrarrestarlo con los personajes pasando mucho tiempo separados.

En la mayoría de los casos, esta «maldición» es proporcional a la intensidad de la química original. Se ha puesto también de ejemplo claro de esto una sitcom reciente como ‘New Girl’, serie que aunque ha ganado popularidad con el tiempo, en su día le costó despuntar en audiencia, especialmente después de que Jess y Nick, la pareja con la que los espectadores más conectaban, acabaran juntos relativamente pronto. Para intentar paliarlo siguieron la estrategia de series clásicas como ‘Friends’, separándolos y volviendo a juntarlos más adelante en un intento de recuperar la tensión.


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La otra estrategia es la seguir adelante con el nuevo status quo sin mirar hacia atrás, y a veces es la que más funciona. ‘The Office’ sobrevivió en audiencia cuando Jim y Pam al fin estuvieron juntos, y no fue hasta más adelante, cuando Michael Scott dejó la serie, que pegó el bajón. En muchos sentidos parece algo inevitable. Es difícil predecir cuánto va a conectar la audiencia con una relación ficticia, y desde luego cualquier solución es mejor a la alternativa de alargar la tensión hasta el infinito.

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