Con la llegada de los auriculares inalámbricos se cumplió el sueño de muchos: nos despedimos de los cables enredados –¿de verdad que no había un … gnomo que los embarullaba cuando no mirábamos’?– y comenzamos a practicar deporte al son de la música con una mayor libertad de movimiento. Aunque los modelos provistos con Bluetooth llevaban tiempo en el mercado, no fue hasta diciembre de 2016, con el lanzamiento de los AirPods de Apple, cuando estos ‘gadgets’ se popularizaron. 

De la noche a la mañana, los fabricantes de ‘smartphones’ abandonaron el tradicional conector ‘jack’ para vendernos sus propios auriculares sin cable. La excusa fue que, al suprimir este puerto, los móviles ganaban en estanqueidad –se limitaba la entrada de polvo, agua o líquidos– y veían reducido su grosor, lo que derivaba en un diseño más atractivo. En la práctica, los usuarios terminaron pagando de más por hacerse con unos auriculares que hasta entonces venían incluidos en la caja.

De inicio, las bondades de lo inalámbrico convencieron a todos. Especialmente, por unos estuches de almacenamiento que permiten cargar los auriculares mientras no los estamos usando. Además, no tardaron en llegar los modelos con cancelación activa de ruido, que mitigan el sonido de ambiente cuando necesitamos algo de paz o concentración. 

Es en este contexto de aceptación generalizada cuando los integrantes de la llamada Generación Z –aquellos nacidos entre mediados de los 90 y comienzos de los 2010– han decidido rescatar los auriculares de toda la vida. Algo extraño, si consideramos que para usarlos en sus móviles necesitan adquirir adaptadores específicos. ¿A qué se debe este guiño nostálgico? 

El auge de lo ‘vintage’ tiene mucho que ver. Igual que los vinilos y las cámaras de carrete (o instantáneas) han resucitado, usar auriculares con cable vuelve a entenderse como algo ‘cool’; una reivindicación de lo analógico frente a lo digital o hiperconectado. No son pocos los influencers, cantantes o celebridades que de un tiempo a esta parte presumen de utilizar este tipo de auriculares en las publicaciones de sus redes sociales, lo que a su vez ha tenido un importante efecto llamada entre sus seguidores incondicionales. 

Pero volver al cable también tiene un sentido práctico: quienes vayan al gimnasio habrán lidiado alguna vez con las interferencias que se producen al concentrarse de un gran número de dispositivos inalámbricos en funcionamiento. ¡Nada fastidia más que que la música se entrecorte a mitad de serie! Solventarlo es tan fácil como conectar físicamente los auriculares al ‘smartphone’, algo que también mejora considerablemente la calidad del audio.

Además, pese a que los cascos ‘wireless’ de alta gama ofrecen un sonido excepcional, los entendidos siguen prefiriendo la limpieza de las soluciones por cable. Sin ir más lejos, modelos como los AirPod Max requieren de un cable USB-C para reproducir audio ‘lossless’ o sin pérdida, un formato que preserva todos los datos de la grabación original para una escucha lo más fidedigna posible.

Más baratos y duraderos

Por otra parte, aunque los auriculares inalámbricos cuentan con baterías cada vez más capaces (muchos aguantan hasta una semana de uso moderado), la ‘Gen Z’ añora aquellos años de enchufar y disfrutar de la música sin pararse a pensar en la autonomía restante. ¿Cuántas veces no has ido a ponerte los auriculares para descubrir, con fastidio, que necesitas cargarlos?

Por supuesto, también está el asunto de la degradación: como todo aparato con batería, esta va perdiendo capacidad de carga hasta que no queda más remedio que reemplazarla en el servicio técnico. Algo que rara vez sale barato: las grandes marcas pueden cobrarnos hasta la mitad del valor de los auriculares por la reparación de uno de ellos (izquierdo o derecho). 

En este punto, parece lógico optar por unos auriculares con cable de 20 euros frente a los 150 de media que cuestan los que se conectan vía Bluetooth. Además, los primeros duran más y no generan tantos residuos electrónicos, lo que encaja con el sentimiento de respeto medioambiental de las nuevas generaciones. 

En redes sociales como TikTok también encontramos hashtags como #wiredheadphones o #wiredisbetter, etiquetas que engloban millones de visualizaciones y que muestran tanto ‘outfits’ combinados con auriculares retro como razones de peso por las cuales hacerse con unos. La más convincente es que, al estar conectados por un cable a nuestro dispositivo, resultan más difíciles de perder en el día a día. Por algo son comunes los casos de AirPods (y similares) que terminan extraviándose en el metro o el parque mientras vamos a la carrera para no dejar escapar el siguiente convoy o batir nuestra mejor marca. 

Si decides sumarte a la moda de los auriculares con cable, recuerda en cualquier caso que existen infinidad de características a las que atender: rango de frecuencia, sensibilidad, aislamiento, perfil sonoro, peso e incluso la propia calidad del cable. No, no todos son como esos de usar y tirar que nos regalan al montar en tren…