¿Cómo habría vivido Silvio si hubiera llegado a los 80, en esta época? «Lo habría hecho con la misma distancia que vivió la otra», responde Pive Amador (Sevilla, 1950), mánager, batería, autor, padre y hermano pequeño a la vez, fiel escudero, leal amigo (dice que le dio el último cigarro antes de morir) y gran admirador de la filosofía del músico, fallecido en el Virgen del Rocío el 1 de octubre de 2001 con apenas 56 años, víctima «de sí mismo», como recuerda Amador se escribió en la crónica de su multitudinario entierro.

Todo el que conoció y rozó a Fernández Melgarejo (La Roda de Andalucía, 1945) se llevó «un magnífico recuerdo de él». Por su forma de actuar y, sobre todo, de ser. Inclasificable e irrepetible. «Con su categoría filosófica y su bondad no habrá otro igual», dice el también coautor (junto a Alfredo Valenzuela) del libro ‘Vengo buscando pelea’, una especie de biografía de un pionero del rock andaluz que no quiso salir de su tierra para expandir su fama. No perseguía el éxito, pero lo tuvo, en buena parte por su talento indefinible, pero empujado sobre todo por el trabajo de quienes le rodeaban, especialmente el de Pive. «Era un vago, pero las dos o tres canciones que escribió estaban muy bien, a las que yo hacía solía añadirle algo, era muy fácil trabajar con él».

-Un buen compañero.

«Muy bien elegida la palabra, a él le gustaba mucho la etimología y siempre recordaba que compañero significaba ‘compartir el pan’». Su figura era heterodoxa, su fe canónica. «Decía que Cristo era la mejor costumbre. Tenía un respeto profundo por la figura de Cristo», recuerda Amador sobre la voz de ‘Rezaré’ o ‘La Pura Concepción’. Pero el sevillano no se encomendaba a la Virgen cuando salía a cantar, sino al Espíritu Santo, consciente de que más que contar tenía que transmitir. Aunque Silvio, excesivo y descomunal, no se transfiguraba sobre el escenario, sino que éste era una prolongación de su forma de ser en la calle: travieso, impredecible, divertido, salvaje, único.

Silvio, detrás de la barra de un bar

Silvio, detrás de la barra de un bar

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«Era una mezcla del blanco Presley y el negro Ray Charles. También admiraba la música italiana y a Antonio Molina, era gran fan suyo. Además, como medio gitano, tenía un fondo flamenco», apunta el que fuera batería de algunos de los grupos de Silvio. También fue Pive su descubridor como cantante. Él se autodefine como su «batutería». Recuerda que lo conoció a mediados de los 70, cuando el de La Roda volvió a Sevilla tras romper su matrimonio con una rica inglesa. Se habían casado dos años atrás en la iglesia del Cachorro, en Triana. Más bien lo abandonó ella, cansada de la mala vida que llevaba su pareja. «Volvió arruinado y amargado porque sabía que no iba a volver a ver a su hijo», explica.

Pive Amador en una foto de archivo

Pive Amador en una foto de archivo

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Por entonces Silvio estaba fuera de la música, pero se presentaba en los ensayos de los grupos de los que Amador ya era mánager. «Era un batería bastante reconocido en Sevilla, sus solos eran legendarios en los años 60, pero yo observé que además cantaba muy bien. Pasados dos o tres años, él estaba con el grupo Luzbel y yo empecé a representarlos, pero con la condición de que él pasara de batería a cantante. Tiempo después, teníamos que actuar en Madrid y al batería se le partió un brazo. Y Silvio me la devolvió y me dijo que tocara yo.

Me dijo: «Tú me hiciste cantante y ahora te hago yo batería». Ese binomio (después con Silvio y Sacramento) hizo mucha carretera durante una década, pero cuenta Pive que dejó ese apartado debido a la decadencia física de su amigo. Siguió siendo su productor y su bastón. En dos décadas, la de los 80 y la de los 90, Silvio grabó cinco discos. Pero hacía poco por promocionarlos. «Una vez le preguntaron: ‘¿Tú vendes discos?’ Y él dijo: ‘No, yo los grabo’», dice Amador sobre un artista al que siempre compara con Carlos Gardel: «Como dicen del argentino, Silvio canta cada vez mejor».

En vida envejeció prematuramente, fruto de su adicción al alcohol y al tabaco -Ducados-, pero su herencia musical y el recuerdo de su persona se mantienen intactas. Este miércoles, la Sala Malandar acoge un homenaje en forma de concierto, con Pájaro como maestro de ceremonias y las entradas agotadas. Actuarán además El Canijo de Jerez, Chencho Fernández & Álvaro Suite, Kiko Veneno, Miguelito García (DMBK), Pepe Begines, Raúl Rodríguez y Tridi Puñema.

Entrega de la Medalla de Sevilla a título póstumo

Entrega de la Medalla de Sevilla a título póstumo

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«Como Juan Ramón Jiménez, Silvio se dirigía a la inmensa minoría», subraya Pive Amador, que acude también a Séneca para describir la idiosincrasia del mito sevillano (medalla al Mérito Rockero en 1993 y de la Ciudad, ya a título póstumo, hace una década): «Hay que ser respetuoso con las costumbres». Se refiere a una de las numerosas píldoras que el cantante dejó en sus entrevistas sobre sus canciones a la Virgen. «El locutor le dijo que era muy mariano. Y él respondió: ‘Soy mariano porque nací en Sevilla. Si hubiera nacido en Rusia sería ruso’».

Silvio Fernández Melgarejo, de niño

Silvio Fernández Melgarejo, de niño

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Era sevillano y sevillista, aunque se ganó a la otra mitad de la ciudad con su tema al Betis, otra de las canciones que le han garantizado la perpetuidad. «Tenía la habilidad para unir contrarios. La Macarena y la trianera, el Sevilla y el Betis, pero también en la política. En los años 80, si cantaba en un mitin de la entonces AP empezaba diciendo viva Carrillo y si lo hacía para el Partido Comunista gritaba viva la Falange. Y todos se reían», rememora. Otro ejemplo de la equidistancia a la que se aludía al principio de este reportaje, y que el propio Silvio definía gráficamente: «Vivo con los gemelos invertidos».

Y sobrevivió sólo 56 años porque en el ejercicio máximo de su libertad, fue esclavo del vaso. «Era como Charlie Parker, al que una vez le preguntaron: ‘¿Usted por qué toca tan bien borracho?’ Y él respondió: ‘Porque ensayo borracho’». Su perenne estado líquido no fue más, según su querido compañero, que «una forma de consuelo desesperado».

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Silvio y su rezaré

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Por culpa de una amargura que, sin embargo, nunca mostró. «Como decía Cole Porter (otro músico irreverente de vida desenfrenada), caballeros no venden penas». Fueron varias desgracias las causantes de la tristeza de Silvio. Hijo natural del redactor jefe de ABC de Sevilla Antonio de los Santos con su secretaria, nunca adoptó el apellido de su padre, sino el de su progenitora, Eva Fernández, de origen gitano. Esa falta de anclaje familiar le acompañó durante su juventud y cuando creó la suya propia, también saltó por los aires. «El no poder ver a más a su hijo le marcó especialmente y también el suicidio de su hermana menor, Eva. Todo eso le hundió y le hicieron creer que no tenía esperanza en el futuro», prosigue Amador, quien ante todo quiere remarcar el carácter extrovertido y alegre del cantante. «Nunca lo vi triste o malhumorado, lo vi en estado de resaca, pero jamás le vi contando penas».

Un joven Silvio en plena actuación

Un joven Silvio en plena actuación

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-Tragarse todo eso solo debe de ser durísimo.

-«Él había tomado esa solución porque además pensaba que el mundo se dividía en católicos y protestantes. Los protestantes eran los que protestaban y a él no le gustaba protestar».

-¿Alguna vez, sus más cercanos, intentaron reconducir su vida?

-«Solamente hubo una época en la que dejó de beber, pero duró poco. Una vez le preguntó el Loco de la Colina: ‘Si sabes esto (sobre lo perjudicial del alcohol), ¿por qué no lo cambias?’ Y dijo: ‘Porque no lo quiero estropear’. De modo que ante esa contundencia y esa filosofía no se podía rebatir».

Vuelve a insistir Pive Amador en la categoría humana del músico, del que dice se habría adaptado a estos tiempos de polarización porque «nunca hizo nada censurable». «Por supuesto que seguiría haciendo comentarios curiosos. Ya en los 80, cuando le preguntaban por la política él decía que era algo que estaba muy enredado. Utilizaba una metáfora muy concreta, pero no se ponía hablar bien de uno y mal de otro. Esa genialidad personal y filosófica me enamoró definitivamente de Silvio», apunta.

El talismán de Curro Romero

Su masa de seguidores es de Andalucía, pero recuerda el productor que Silvio fue un «artista de artistas». Una fuente en la que no sólo beben grupos de aquí, sino un ídolo para grandes figuras de la música nacional. Miguel Ríos, Enrique Bunbury o Luz Casal, por ejemplo. También para creadores de otras disciplinas, como Curro Romero. El nombre del Faraón de Camas florece al preguntarle a Amador si habrá otro Silvio. «No, hombre, otro Silvio, no, igual que no habrá otro Curro Romero».

Curro Romero con Silvio

Curro Romero con Silvio

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Ambos compartieron grandes ratos de charla en el bar. «Es curioso porque Curro lo tocaba mucho, lo abrazaba. Una vez le pregunté a Silvio si sabía el por qué y me dijo: ‘Pues mira, él para mí es un ídolo, pero yo creo que soy para él un talismán porque no me deja de tocar’».

Pájaro: «Silvio era un ‘elvis presley’ de otro planeta

Andrés Pájaro en una foto de archivo

Andrés Pájaro en una foto de archivo

R. Ruz

Andrés Herrera ‘Pájaro’ (Sevilla, 1963), conoció a Silvio Rodríguez Melgarejo, ‘Silvio’ cuando tenía 16 años y su admiración por el músico se hizo realidad cuando éste al cabo de los años le pidió que fuera su guitarrista. Ahora está inmerso en los ensayos del homenaje a Silvio, «reunir a tantos amigos, al Canijo de Jerez, Kiko, Begines…, es fantástico y toda la gente que va a venir. Juntarnos todos y recordar a Silvio que hace 80 años que nació, a mi esto…, bueno en mi repertorio llevo canciones de Silvio que hemos versionado nosotros, pero tocar su repertorio es una maravilla. Estamos como estrenando zapatos nuevos».

Sigue leyendo la entrevista aquí.

Paco Bech: «Había muchas leyendas urbanas sobre Silvio y mi documental ayudó a aclararlas»

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El director Paco Bech realizó en 2007 un documental sobre Silvio

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El director y guionista sevillano Paco Bech es una voz muy autorizada dentro del universo que rodea a Silvio Fernández Melgarejo. No en vano, estrenó en 2007 ‘A la diestra del cielo’, un documental que sigue siendo de referencia obligatoria entre los seguidores del mítico cantante sevillano. Este dice que «conocí a Silvio desde que tenía unos 13 o 14 años. Era un gran fan de suyo e iba a todos los conciertos. Me resultaba fascinante por lo diferente que era y por la facilidad con la que rompía reglas». Sigue leyendo la entrevista aquí.