“Pido perdón a mis compañeros porque he perdido un balón”, dijo Dani Parejo, cruzado de brazos, “pero somos humanos y alguna vez fallamos”. El capitán del Villarreal hizo acto de contrición al cabo de un duelo trepidante en La Cerámica. Un partido que comenzó controlando el Villarreal hasta que un error de Parejo, que le entregó la pelota a Conceiçao, puso en bandeja el 1-2 y obligó a sus compañeros a intentar la remontada por la vía heroica. Logró el empate Renato Veiga de cabeza, a la salida de un córner en el minuto 90, tras un largo asedio que premió la contumacia del equipo de Marcelino. Después de un gran esfuerzo, el Villarreal atrapó su primer punto en esta Champions.
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Arnau Tenas, Rafa Marín, Santiago Mouriño, Renato Veiga, Alfonso Pedraza (Sergi Cardona, min. 75), Dani Parejo (Tani Oluwaseyi, min. 63), Santi Comesaña, Pape Gueye, Georges Mikautadze (Ilias Akhomach, min. 75), Nicolas Pépé y Tajon Buchanan (Alberto Moleiro, min. 63)
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Mattia Perin, Pierre Kalulu, Federico Gatti, Lloyd Kelly, Weston McKennie, Juan Cabal (João Mário, min. 15), Andrea Cambiaso (Daniele Rugani, min. 78), Manuel Locatelli, Jonathan David (Dusan Vlahovic, min. 85), Kenan Yildiz (Vasilije Adzic, min. 79) y Teun Koopmeiners (Francisco Conceição, min. 45)
Goles
1-0 min. 17: Georges Mikautadze. 1-1 min. 48: Federico Gatti. 1-2 min. 55: Francisco Conceição. 2-2 min. 89: Renato Veiga
Arbitro István Kovács
Tarjetas amarillas
Juan Cabal (min. 5), Andrea Cambiaso (min. 76), Ilias Chakkour (min. 84), Francisco Conceição (min. 95)
La Juventus, modelo secular de clase, sobriedad, continencia, orden y templanza, ha derivado en un conjunto de jugadores agitados, demasiado inseguros tras una década de confusión institucional como para no dejarse intimidar por la puesta en escena de La Cerámica. La calma, el saber estar, la convicción en la tarea y en la misión, correspondieron al Villarreal en la entrada a un partido que el pueblo acogió con la emoción de las fiestas equinocciales. El equipo castellonense se encontró en su elemento en el regreso de la Champions, y, sobre todo, desde que Tudor envió a sus hombres a presionar más arriba de lo que acostumbran. Cada minuto del equipo italiano, instalado en su dudoso bloque medio, era un minuto consagrado a la felicidad de Parejo y su cuadrilla de corredores ávidos de atacar la espalda de Gatti.
Con Comesaña entre líneas para apoyar los ataques vertiginosos de Pépé en acciones rápidas y sencillas, los defensas y los pivotes de la Juventus comenzaron a angustiarse. Sentían que cualquier paso en falso provocaría un contragolpe destructivo del Villarreal. Fue exactamente lo que sucedió cuando Parejo se asoció con Comesaña, que se instaló entre los centrales solo para bajar al mediocampo en un desmarque fulgurante que volvió a habilitar a Parejo, esta vez con el horizonte despejado. Con Kelly fuera de zona en persecución de Comesaña, el mediocampista madrileño encontró libre a Mikautadze, listo y veloz para marcarle el pase a Parejo. El georgiano se plantó en el área metido entre los centrales, y con la ayuda de Pépé, atento para asociarse, abrió el marcador.
El 1-0 inflamó al púbico, reafirmó la confianza de los jugadores locales, y provocó un estado de revuelta en los visitantes. La desesperación de verse derrotados añadió a Yildiz y sus compañeros el punto de convicción que necesitaban para salir del estupor. Donde antes predominaban las faltas tácticas y las interrupciones, comenzaron a sucederse las intercepciones limpias y las transiciones. El descontrol fue patente. Pedraza aprovechó un desajuste defensivo para poner a prueba a Perin, que no pudo blocar el trallazo. El balón pegó en el palo.
El Villarreal pudo matar el partido en la primera mitad. No lo hizo. Tudor quitó a Koopmeiners y cuando la Juve salió del vestuario lo hizo con la dinamita que le proporcionó Chico Conceiçao. El extremo comenzó por desbordar a Pedraza por la derecha y su asistencia a David en el segundo palo no se convirtió en el empate porque el estadounidense, solo en el segundo palo, remató con el pie equivocado. Subida a la ola de Conceiçao, la Juventus se instaló en el área del gol norte y comenzó a facturar.
Gatti, con una chilena inverosímil, remató el saque de banda que peinó Kelly. Fue el 1-1. Antesala de una crisis inesperada que comenzó cuando Pépé dejó solo a Parejo para que fusilara a Perin. El mediocentro la mandó a la grada y la frustración que sintió al fallar el 2-1 lo desencajó. En la siguiente jugada entregó el balón a Renato sin percatarse de que Conceiçao estaba emboscado. El robo precipitó el 1-2 y transformó el escenario por completo. Forzados una lucha inesperada por remontar, los jugadores del Villarreal no decepcionaron. A fuerza de empuje y ambición, se llevaron el empate con el gol de Renato.