Siempre se ha dicho que es de buen nacido ser agradecido y Carlos Alcaraz lo cumple a rajatabla. El tenista murciano, número 1 del mundo, ha conquistado este martes el ATP 500 de Tokio y lo primero que ha hecho ha sido ir a abrazar a su fisio, Juanjo Moreno. Y es que él ha sido el gran artífice de que Carlitos haya podido competir en la capital de Japón después de una fea torcedura de tobillo.

Durante el partido de primera ronda, frente a Sebastián Báez, Carlos Alcaraz fue a por una bola y en la carrera se torció su tobillo izquierdo. Se fue al suelo y estuvo tendido en la pista durante unos minutos, dejando la sensación de que no iba a poder continuar. No quiso tirar la toalla el murciano y decidió seguir, aparentemente con normalidad, aunque favorecido porque la zona todavía estaba caliente y no se había hinchado.


Carlos Alcaraz, durante la final del ATP 500 de Tokio

Sin embargo, tras ganar el encuentro en primera ronda, la zona se empezó a hinchar e incluso le recomendaron que abandonara el torneo. No quería explorar esa opción Alcaraz porque no tenía ningún esguince y se puso en manos de Juanjo Moreno, su fisio que le acompaña a todos los torneos. Juntos idearon un plan para que Alcaraz pudiese competir sin que le molestara la zona inflamada y lo mejor fue utilizar un vendaje.

Así pues, Carlitos ha jugado todo el ATP 500 de Tokio con un vendaje que le fijaba el tobillo izquierdo, pero que le ha permitido competir. También recibiendo masajes antes y después de cada partido y sabiendo que no podía exigir en exceso esa zona. De ahí que el murciano haya apostado por un tenis más directo de lo habitual y con menos movilidad. Esta vez no tocaba correr las bolas imposibles, pero aun así le ha valido para ganar.

Salió bien el plan de Carlos Alcaraz y Juanjo Moreno y por ello el murciano fue a quien primero abrazó. Sabe que sin él no habría sido posible seguir en Tokio ni sumar el título número 24 de su carrera. Juanjo Moreno ha sido el artífice y Carlitos se lo ha reconocido.